¹·⁰³

188 24 0
                                    

Al final del pasillo, mientras Mikasa llevaba a Kenny como si aquel cinturón fuese lo único que le detenía de escapar, se iba acercando más y más a la escena del asesinato, cada pisada le aproximaba al error del que todavía ni siquiera se atrevía ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al final del pasillo, mientras Mikasa llevaba a Kenny como si aquel cinturón fuese lo único que le detenía de escapar, se iba acercando más y más a la escena del asesinato, cada pisada le aproximaba al error del que todavía ni siquiera se atrevía a pensar.

Abrió la puerta, y entre sollozos de Armin, Mikasa sintió que sus rodillas estaban débiles, y no aguantó a sostenerse de pie cuando estuvo al lado del inerte cuerpo de Eren, se puso sobre sus rodillas, dirigiendo su mirada hacia el oscuro suelo.                                                                                        En frente suya, podía observar a su amigo llorando y lamentándose, ya que aquel chico llamado Eren, que les unió durante sus años más jóvenes, y que siempre tenía un ímpetu de hierro acompañado de siempre ese cáracter tan extrovertido suyo que sólo se mostraba con sus seres queridos, les había abandonado; pero ni siquiera sabían por qué.

Kenny se limitó a apartar la mirada, siguiendo en su sitio, solamente podía pensar en las lamentaciones de aquellos dos; Armin se ahogaba en sus propias lágrimas, mientras que Mikasa sufría en silencio.

Kenny se limitó a apartar la mirada, siguiendo en su sitio, solamente podía pensar en las lamentaciones de aquellos dos; Armin se ahogaba en sus propias lágrimas, mientras que Mikasa sufría en silencio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las manos del rubio temblaban, y Mikasa lo sentía. Tenían un pequeño dilema; si avisar a sus amigos o a la policía o una policía. Por un lado, Armin pensaba que lo mejor era avisar a la policía lo más rápido posible, pocos segundos después llamarían a sus amigos -aunque no se veía con el valor suficiente para dar una noticia así, y menos por el teléfono-, y por otro lado, Mikasa, que prefería tratar con Kenny en persona.

—Si llamamos a la policía, da igual se lo escondemos, lo acabará sabiendo, y, por lo tanto, huirá. —susurró Mikasa a su amigo, lejos de Kenny, que les miraba como si intentase descifrar lo que estaba diciendo.

—Entonces acabaremos de culpables y probablemente nunca volveremos a verle. —le siguió el juego Armin—. Pensándolo bien, hagamos lo que hagamos, estaremos en problemas con la policía.

En el pequeño parque, únicamente habitado por aquel grupo de amigos, mientras los demás hablaban, Jean observaba el horizonte que se observaba por encima de los árboles

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En el pequeño parque, únicamente habitado por aquel grupo de amigos, mientras los demás hablaban, Jean observaba el horizonte que se observaba por encima de los árboles. El viento recorría su cara y le hacía alejarse del murmullo de su grupo de amigos, pero esa sensación es interrumpida cuando suena su móvil, reconoce que es el tono de una llamada e inmediatamente sabe que son Mikasa y Armin.
A pesar de extrañarse porque sólo llaman cuando están en situaciones peligrosas, obviamente acepta la llamada.

—¿Hola? —pregunta Jean, acercándose el móvil a la oreja.

—Jean...

Reconoce la voz de Armin, la cuál suena más baja de lo normal, y recuerda que él sólo llama teléfono cuando es algo urgente, por lo que empieza a preocuparse.

—¿Ha pasado algo? —el tono de Jean denota miedo.

—¿Dónde estáis? ¿Estáis solos?

Jean debe procesar la información debido a las teorías que amenazan con llegar a su cabeza, pero debe responder rápido porque al parecer su amigo tiene urgencia.

—Estamos en el parque donde siempre quedamos.

A Jean le gustaría preguntar qué está pasando, pero parece algo demasiado serio para decirlo por teléfono. Y si no fuese así, Armin ya se lo habría contado.

—Vamos a tu casa. Ve allí, rápido. Entraremos por el garaje.

Armin cuelga el teléfono, y Jean se para a pensar, cosa que no debería, pero no puede evitar preguntarse por qué Armin no le ha dicho que los demás de su grupo de amigos no fueran a su casa.

Mikasa está al lado de Armin, escuchando todo. No sabían por qué, pero habían decidido confiar en Jean. Pero no pensaban esconderlo a los demás, al menos no de momento. Tienen a un hombre secuestrado al lado suyo, un hombre muy peligroso, y no tienen ni idea de lo que puede llegar a ser capaz. Están asustados, y esperan que todo esto sea una pesadilla.

Pero no lo es.

Jean ha vuelto a adquirir el hábito de morderse las uñas, está nervioso, sensación que aumenta gradualmente cuando se cabeza se llena de pensamientos peores mientras más le da vueltas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jean ha vuelto a adquirir el hábito de morderse las uñas, está nervioso, sensación que aumenta gradualmente cuando se cabeza se llena de pensamientos peores mientras más le da vueltas.

Está en frente de la puerta del garaje, la cuál está semi-abierta, y a veces se asoma para ver si sus amigos aparecen. En unas de esas veces, se lleva un susto de muerte.
Mikasa tenía agarrado a Kenny por delante suya, y Armin estaba a su lado, por lo cuál Jean no pudo evitar temerse lo peor cuando vió a un hombre de tales dimensiones al lado de su amigo. Volvió a meter la cabeza dentro, y empezó a buscar por el suelo. Lo más útil que encontró fue una llanta, y se puso delante de la entrada mientras la sujetaba en la mano. Sus manos temblaban, y sentía un nudo en la garganta.

—¿Jean, estás ahí? —Pregunta Armin, pero Jean se está preocupando en otras cosas ahora que no sea hablar.

—¿Jean? —Esta vez escucha la voz de Mikasa, y sin saber por qué, sus músculos se relajan.

—¿Q-qué? —Jean tartamudea, pero es un milagro que su voz consiga salir.

—Déjanos entrar, por favor. No queremos que nos vea nadie.

Jean está en pánico, pero ni siquiera puede reaccionar al detalle de que la puerta está abierta y Armin ya la está abriendo.

La llanta sigue estando en su mano, pero Jean ahora está tan temeroso, qué se siente inferior a cualquier peligro. No sólo su seguridad está amenazada, su autoestima también.

Si no se sentía capaz de ni proteger a sus amigos, ¿cómo iba a protegerse a él mismo?

Sentía ganas de llorar, una silueta se asomaba por la puerta y cuando empezase a atacar -si se sentía capaz de ello- no se iba a sentir dueño de sus acciones.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ᴛʜᴇ ᴘᴇᴏᴘʟᴇ ɪɴ ᴛʜᴇ ᴅᴀʀᴋ {SNK Thriller}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora