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Armin y Mikasa escucharon el grito, inmediatamente supieron que pertenecía a Eren

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Armin y Mikasa escucharon el grito, inmediatamente supieron que pertenecía a Eren.
Alarmados, Armin agarró una piedra que encontró cerca del césped de enfrente de la casa y se la pasó a Mikasa, ésta la usó para romper una ventana de al lado de la entrada principal, por la cual pensaba entrar.

«Situaciones desesperadas, requieren medidas desesperadas.» Se dijeron a si mismos, intentando quitarse la culpa que suponía cometer el delito de invadir una propiedad, pero lo hicieron pensando en que su amigo estaría peligro, de todas formas ya pensarían mejor en eso si realmente estaban en problemas.

El corazón de la chica empezaba a ir muy rápido y Armin intentaba tener la cabeza un poco más fría y optar por la idea de que su amigo Eren estaba bien y no estaba pasando por nada malo.

En las salas del primer piso no había nada, y el segundo, que fue revisado rápidamente por Armin, tampoco tenía nada.
Sólo les quedaba una opción; el sótano.
Aquel que sólo tuvieron la oportunidad de ver un par de veces gracias a las veces que quedaron con Eren en su propia casa.
Les asustaba el hecho de que era un laberíntico y oscuro, pero era su única opción.

Armin y Mikasa corrían desesperados por el estrecho y oscuro pasillo, llenos de miedo, no podían dejar de pasar en que algo malo le había ocurrido a su amigo Eren mientras la oscuridad les asombraba, sólo podían disfrutar de la leve luz que emanab...

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Armin y Mikasa corrían desesperados por el estrecho y oscuro pasillo, llenos de miedo, no podían dejar de pasar en que algo malo le había ocurrido a su amigo Eren mientras la oscuridad les asombraba, sólo podían disfrutar de la leve luz que emanaba de algunas salidas. Mikasa era la que iba más rápido, y ella al observar esta desventaja por parte del rubio decidió agarrarle de la mano. Era como si huyesen de algo, quizás del desconocimiento
Ni siquiera estaban seguros de si iban en dirección segura hacia donde escucharon los gritos, pero mientras corrían, sentían toda la ansiedad acumulada en su garganta, como si tuviesen una piedra que se la obstruía, y que además les daba ganas de llorar.

Mikasa no paraba de gritar el nombre de Eren, como si de alguna manera les ayudase a llegar más rápido a la zona de aquellos gemidos de dolor. Armin sentía como su corazón fuese a explotar, latía rápidamente y sentía como su pecho estuviese en llamas.

Mikasa abrió una puerta, esperando encontrarse lo peor, dió con el sitio equivocado, una especie de habitación con algunas cosas viejas; ahí no estaba Eren, por lo que inmediatamente dio media vuelta, mareando un poco a Armin, que seguía agarrándola de la mano.
La chica corrió hacia la próxima puerta que estuvo en su campo de visión, y desesperadamente volvió a correr, recta, con la mano en dirección al pomo, se aproximaba a algo que no quería ver.
Cuando tocó el pomo, un escalofrío recorrió su cuerpo, se detuvo, lo que extrañó a Armin.

Mikasa respiró hondo y giró el pomo, para después empujar la puerta.
Y ahí estaba el cuerpo de Eren, ensangrentado, Mikasa apartó la mirada al instante, y Armin se quedó viéndolo.
El rubio se acercó al cuerpo, para ver si de alguna manera no estaba muerto, o intentar detener la sangre que no paraba de emanar de su pecho. Mikasa, que evitaba verlo con ayuda de interponer sus brazos en sus ojos, observó una puerta semi-abierta, y sin pensarlo ni decir nada más fue corriendo hacia ahí, rápidamente, Armin sintió la ráfaga de viento que ella provocó con su movimiento como un torbellino.

Mikasa seguía corriendo por un terreno que desconocía, un largo pasillo se extendía hacia ella que terminaba en una escalera que iba hacia arriba, de la poca luz que salía de la entrada dislumbró una silueta, que aparentemente pertenecía a un fornido hombre, el cuál seguramente había participado en las profundas heridas de su amigo Eren, y mientras se fijaba en esos detalles la pelinegra seguía corriendo, sin mostrar signo alguno de querer detenerse.
Y mientras tanto, Armin atendía a Eren, o al menos lo intentaba, ya que ni siquiera conseguía detectar el latido de su corazón, y empezaba a pensar en lo peor.
La sangre no paraba de salir del cuello de Eren de la misma rapidez que las lágrimas de Armin al observar tan sangrienta y y desgarradora escena.

Cuando sientes que estas perdiendo a alguien, en lo único en lo que puedes pensar es en lo que no le has dicho, ni nunca podrás decirle; en todo lo malo y bueno que pasaste con esa persona, y en que nunca podrás volver a compartir todo tipo de momentos con ella. Y lo peor de todo, es que nunca volverás a sentir su presencia, además de esa presión en el pecho que te hace preocuparte en cómo se sentiría esa persona antes de morir, en sus últimos pensamientos y en porqué no paras de preguntarte por qué no le dijiste todo lo que querías decirle si supieses que no ibas a volver a verle.
Eso era lo que sentía Armin en estos momentos, aunque el corazón y mente de Mikasa estaban inundados de rabia, y no podía pensar en otra cosa.

Ella seguía corriendo, y por cada milisegundo la silueta se hacía cada vez más clara y se veía más cercana. Aquel hombre era rápido, pero no más que Mikasa, sobre todo en su situación actual, que no podía pensar con claridad.
Y en esos mismos momentos, la vida de Eren se iba agotando en los brazos del rubio.
Mientras la pelinegra sentía que se acercaba más a aquel hombre, su velocidad aumentaba más y más hasta que supo que su brazo podía alcanzaba lo que estaba persiguiendo, y de repente dió un pequeño brinco, impulsando su propio cuerpo para acabar en el sospechoso del asesinato de Eren, le tiró al suelo, para después examinarle, darse cuenta que tenía una extraña arma de filo circular cubierta de sangre, se la quitó en seguida con una rápida patada, y después giró su cuerpo para observar su rostro;

Lo reconoció al instante;
Kenny Ackerman.

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ᴛʜᴇ ᴘᴇᴏᴘʟᴇ ɪɴ ᴛʜᴇ ᴅᴀʀᴋ {SNK Thriller}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora