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Capítulo Cinco

Quedaban sólo horas para su concierto. La nostalgia ya se había desvanecido por completo, todos esos recuerdos que lo invadieron ya no estaban. En lugar de ello, solo sentía felicidad y mucha emoción al ver la sonrisa de sus fans que lo fueron a felicitar a la salida de su entrevista en la radio de RedBull.

—Ayer estabas como desconectado papi, ¿qué te había pasado? Con los chicos te notamos medio raro—menciona Gabriel, uno de sus compañeros de crew.

Los Sensei son una parte muy importante de todo lo que está pasando, algunos compañeros desde la high. A pesar de ser un artista que se presenta en solitario en realidad nunca está solo, están con él en todo momento y es gracias a su crew que los shows salen espectaculares, y más que compañeros a algunos los considera como sus hermanos.

—Bueno, es que me acordé por ahí de una noviecita que tuve alguna vez... Ya saben...

—Cabrón ¿cómo es eso? Cuenta que yo no me sé la historia—exigió Jay.

—Pues nada, una chica de acá que vivía en PR cuando nosotros anduvimos, estuvimos juntos como 3 años y nada, me acordé cuando llegamos a Santiago...

—Entonces te marcó fuerte ¿eh? Porque con el mood que andabas ayer—Xavier roda los ojos—. Mejor no te fotografiaba porque a lo mejor las fans creían que te estaba una depresión o algo.

—No seas tarado—Bryant empuja suavemente al fotógrafo—. Deja que siga hablando que esto nunca lo hemos escuchado...

—Son unos payasos—ríe Raúl.

Miraba al frente mientras caminaba y se metió las manos a los bolsillos. Probablemente hacían unos 12º C, eran ya las 4 de la tarde y el sol no estaba calentando. Literal era sol de invierno, no como el de sus queridas tierras

—y bueno, nada—continúa—. Se llamaba Renata, la conocí a los 19 y ella tenía 16. Estuvimos todo ese tiempo, tenía una vida media frega' en casa, la pasaba mal. Yo la apoyé un montón, mi familia era como su familia y un día se fue...

—Ya pero hermano, todas las personas se van en algún momento—interrumpe Jay.

—Si, lo sé. Solo que uno espera que la gente se despida o algo si te quiere, pero yo un día llegué a buscarla a su casa pero no había nada, la casa estaba vacía... ¡No tenía ni cortinas! Solo un cartel gigante que decía que estaba en venta...

—Yo me acuerdo, hermano—se mete Joel—. Creo que fue la única vez que te he visto llorar.

—Que duro, hermano.

—Sí, la intenté contactar por todos lados pero yo, mi familia y nuestros amigos en común estaban todos bloqueados de todas partes—Gabriel y Joel asienten, probablemente recordando cómo fueron bloqueados también —. Pues eso, a Gabriel le llegó el rumor que ella se había venido para acá... y nada, ya lo tenía superado porque ya fue hace 5 años, lo tenía borrado de mi cabeza pero cuando llegué me acordé...

—Mira, quién diría que no solo eres un caliente sino que también guardas sentimientos—Gabriel lo molesta y Raúl se ríe.

—Al menos salieron unas buenas rolitas después de eso—agrega Joel, codeando a Raúl.

—Sí, aprendí y me hice más cabrón—guiña el ojo.

***

El bajo atravesaba las paredes y retumbaba fuertemente boom boom boom. Cerró sus ojos y se concentró en las voces difusas de las personas, gritos por aquí y por allá, la audiencia de hoy iba a estar buena, ya lo comprobó cuando vió a las personas afuera al llegar temprano para el meet & greet. Le encantaba, esto era todo lo que soñó y aún así sabía que iba para arriba.

—Rauw, ¿estás listo? En 10 sales—le dice Jay.

—Yo siempre estoy listo, sobre todo para cantarle a las babys—sonríe. El hombre ríe y se va, quedando solo nuevamente en el pequeño camarín.

Comienza a dar pequeños saltos mirándose en el espejo mientras se acaba la RedBull y verifica que esté bien su pelo. Se acerca una chica con unas brochas a ponerle unos polvos en la cara, para no verse brillante con el sudor explicó. Él le sonrió como agradecimiento y una vez que se fue escogió unas gafas para complementar su estilo.

Llegó Bryant a enchufarle el retorno de audio y le entrega el micrófono.

—¡Deja todo en la tarima, cabrón!—dice antes de darle una palmada en la espalda.

—¡Dale Rauw! Vente pa'ca pal escenario, ya te toca—grita a lo lejos Gabriel.

Sentía como su sangre bombeaba fuerte por sus venas, la temperatura subía en su cuerpo pero no podía quitarse la chaqueta aún para no arruinar el outfit. La cantidad de energía que tenía era suficiente para acallar los nervios que en comenzaban a acumularse en su estómago. Cada vez se sentía como el primer día, la misma emoción, las mismas ganas.

—Con ustedes, lo que han estado esperando toda la noche... ¡Rauw Alejandro!—exclama el anfitrión del club, dejando el escenario. Él entra a la tarima a dejarlo todo, a darle a su audiencia el mejor show que podrían tener.

Es en la mitad de su show, mientras sostiene cinco brasieres en su mano y hace una pausa para tomar agua, es que esa esquina del club llama su atención, su corazón se aceleró.

La luz era tenue, el foco rojo, luego el azul y después el verde iluminaron su rostro, mientras algo servía ella en un vaso. No fue mucho rato, pero le bastó para reconocerla. Por muchos años, durante largas noches sin dormir, fantaseaba cómo sería el día en que la volvería a ver, recreando escenarios imaginarios en su cabeza.

Nunca jamás pensó que sería así, él en medio de un concierto y con ella, en ningún momento, prestándole atención.

3AM | Rauw Alejandro |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora