Pasión CanEm

XVII 🐦 Quedate en Casa

Capítulo XVII

Relata Can:

Hay un tránsito horrible. Estar varado quince minutos esperando que decidan avanzar me da dolores de cabeza. Tengo tanto por hacer.

Es tan temprano. No veo las horas de llegar a la oficina.

El tránsito a ésta hora nunca es tan abrumador. ¿Qué pasará? Decido observar hacia adelante y nada, hacia atrás y nada. ¡Alto ahí! Algo pasa. Me quedo observando un hombre demasiado sospechoso. Está caminando sobre una avenida muy peligrosa, como si nada, como buscando algo. Me separan de él unos quince metros. Está demasiado cerca. Su distancia de la mía es a dos autos más adelante que mi camioneta. De repente decide meter su cuerpo y sacar algo de un Mercedes Benz polarizado, color negro mate y salir corriendo. En un suspiro lo tengo que viene hacia mi y decido abrir la puerta rápidamente para noquearlo. ¡Qué carajo! ¡Sabandija! Salgo rápidamente y ahí está él muy desgraciado, desmayado casi inconsciente. Terrible golpe le acabo de dar. Cuatro hombres vestidos de negro se acercan corriendo apresuradamente y me toman de sorpresa.

— El objetivo ha caído, se encuentra en el piso desvanecido. QRV— dice el Hombre de Negro uno mientras toca como un auricular colocado en su oído.

¿Handies? ¿Servicio Secreto? ¿Y esto qué es? Poseen como las películas, pequeños dispositivos colocados en sus orejas para transmitirse entre ellos, los cuatro señores vestidos de traje negro, lentes oscuros y pistolas 9 mm cada uno.

— ¿Señor se encuentra bien? — me pregunta el Hombre de Negro dos.

— si, si, ¿perdón, son policías?

— ¡No Señor! — me responde el tercero y una voz de hombre se alcanza a escuchar muy bajita que sale de su auricular.

¿Le ordenan que proceda qué? ¿ordene? ¿qué pasará?

— Disculpe, ¿Señor? — me dice el primero, pero me presento, como corresponde.

— Can Divit, ¿Qué necesitan? — les pregunto como aturdido.

— Nuestro Jefe necesita hablar con usted, para agradecerle este gesto. ¿Podría acompañarnos?

— Si, claro. —Decido acompañarlos y ellos realmente me dan a entender que son una especie de guardaespaldas o policías, estoy como un poco mareado ante la situación.

Llegamos caminando justo al Mercedes que fue ultrajado y cuando decido asomarme para observar la ventanilla baja lentamente, una mujer bastante elegante decide invitarme a entrar para subirme. Abro la puerta y cuando me acomodo, sentado frente a mi, se encuentra el hombre más poderoso de este país. El Presidente.

— Señor, ¿cómo le va?. No sabía que estos autos eran de usted, disculpe lo que sucedió. Disculpe. — y me invade un calor terrible, que vergüenza, el Presidente. 

— Para nada joven. Usted ha salvado al país, y a mi, por sobre todo. ¿Cómo es su nombre?

— Can Divit, Señor. Creo que actué en forma de reflejo. No lo sé.

— Bastante rápido Señor Divit, un reflejo como el de mi Servicio Secreto. Que dicho sea de paso, hoy demostraron ser incompetentes y sus reflejos bastante flojos que digamos.

— Puede ser el calor, uno nunca espera un atraco así y menos con el tránsito detenido.

— A cien metros hay un acto donde yo debo llegar por eso este tránsito. ¿No lo sabía? ¿O usted quiere ir al acto?

— No, no, lo que pasa es que este es el camino que yo siempre tomo cuando quiero llegar a mi Empresa. Y no, no lo sabía. Yo no soy partidario de la política, para nada. Y sin ofender. Muchas veces me informo, eso sí. Pero no sé su calendario. Mil disculpas.