Capítulo 12

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Así que... Jen había vuelto.

Es decir... Jennifer. Ya no era Jen. Era Jennifer.

Eso es. Hazte el duro.

La noche anterior había vuelto a la residencia casi corriendo como un imbécil. No estaba seguro de si en algún momento me entraría en la cabeza que volvía a estar por aquí, pero desde luego no iba a ser esa noche, así que me quedé en la habitación que me dejaba Curtis todo el rato.

Durante unos instantes, incluso, me planteé llamar a Vivian. Ella lo entendería. Después de todo, era la que había estado más tiempo conmigo durante ese año.

Pero no lo hice. Solo dejé el móvil otra vez a un lado e intenté dormirme. No lo conseguí.

Tampoco ayudó a mejorar mi humor que, al bajar las escaleras de la residencia, me encontrara a Jen... es decir, Jennifer... apoyada en el mostrador casi de la misma forma que la primera vez que la había visto.

Su culo era tormentosamente más perfecto que la última vez que lo había visto.

Y, además, era como si me mirara diciendo ya no vas a volver a tocarme, capullo.

Vale, estaba empezando a perder la cabeza.

Ya la perdiste hace unos cuantos capítulos, no te preocupes.

Quizá... me había puesto un poco de mal humor que quisiera volver a irse. Y quizá me puso de todavía peor humor que yo no quisiera que se fuera y, a la vez, tampoco quisiera que se quedara.

Y... bueno... quizá fui un poco cabrón y conduje a toda velocidad.

¡Es que estaba resentido! ¿Vale?

Tenía derecho a hacer tonterías.

No.

¡Lo tenía!

Jen... —es decir, Jennifer—, estaba bastante cabreada cuando llegamos al piso y yo me encerré en el cuarto de baño para evitarla otra vez. Mejor centrarse en otra cosa. Intenté ignorar su voz de fondo mientras me duchaba.

Dios, qué raro era volver a oír su voz en esa casa.

¿Raro bueno o raro malo?

Raro horrible. Que se fuera a su casa. No la quería aquí, ¿vale?

No te lo crees ni tú.

Salí del cuarto de baño con el pijama puesto y fui a por una cerveza sin mirarlos, pero enseguida me di cuenta del silencio incómodo que tenía a mi alrededor. Enarqué una ceja hacia Will directamente, intrigado.

—¿Qué?

Eché una ojeada a Jen... —Jennifer— y vi que ella miraba al techo como si fuera lo más interesante del mundo. 

Hubo un tiempo en que solo te miraba así a ti, pequeño Ross.

Igual mi conciencia podía ir callándose un rato, ¿no?

—Estábamos hablando de tu película —aclaró Naya—. ¿Cuándo se estrena?

Esta vez no miré a Jen —maldita sea, JENNIFER, ¿por qué era tan difícil?—, pero por un motivo muy distinto.

Mierda, esperaba que no la viera nunca. O quizá sí. No estaba muy seguro de lo que quería.

—En dos semanas —aclaré en voz baja.

Sue me enarcó una ceja.

—Se te ve muy ilusionado.

No dije nada, solo le puse mala cara.

Tres mesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora