Capítulo 23

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Penúltimo capítulo mis sielas ;)


16 de abril

Contuve una risita cuando salí del agua, pasándome una mano por el pelo empapado que se me había quedado pegado en la frente. Me daba miedo darme la vuelta y ver a mi recién estrenada esposa gritando a todo el mundo, furiosa.

—¡Maldita sea! —la escuché mascullar cuando salió del agua, chapoteando con el vestido largo y empapado—. ¡Jack, ayúdame! ¡No sabía que un vestido mojado pesara tanto!

—Si quieres, te lo quito.

Dejé de sonreír cuando me clavó una mirada mortífera y me apresuré a acercarme para ayudarla a salir del agua.

Ya había terminado la ceremonia de nuestra boda, antes de la cual yo había estado a punto de sufrir un infarto por culpa de cierta señorita con el vestido mojado, que había tardado lo que habían parecido años en bajar a casarse conmigo.

La pobre fotógrafa, que en esos momentos se había quedado un poco al margen al ver que todos nos lanzábamos al agua, había tenido que sufrir un rato mis quejas.

Y, de hecho, ahora estaba peor, porque estaba sufriendo las de Mike.

—Es que yo soy melómano, ¿sabes? —le estaba diciendo con su sonrisita engreída, a lo que la pobre chica lo miraba con expresión educada a pesar de querer marcharse corriendo de ahí.

—¿Sí? ¿Te gusta la música?

—¿Eh? —Mike puso una mueca, como si no la entendiera—. No, me gustan los melones.

—Pero... la melomanía es...

—Oye, ¿me has dicho ya si tienes novio o no? No me acuerdo.

—Mike —intervine, enarcando una ceja—, deja a la pobre chica en paz. Está haciendo su trabajo.

—¡Solo le hago compañía! ¡Parecía que estaba aburrida!

—Pues ahora parece que se quiere morir —masculló Jen, malhumorada por el vestido.

—¿Por qué no vas a la zona del banquete? —le sugerí a la pobre chica—. Seguramente todavía quede alguien que quiera hacerse fotos.

Ella me dedicó una sonrisa mezclando el agradecimiento con el alivio y se alejó rápidamente de Mike, que puso una mueca.

—Melómano es que te gustan los melones, ¿no? —me preguntó.

Negué con la cabeza y tiré de Jen hacia la zona del banquete, donde todos los invitados que no se habían lanzado al agua seguían sentados. Jane y Jay estaban con mi madre y la madre de Jen al final de una de las mesas. Estaban hablando entre ellas mientras Jay miraba a Jane con atención y ella agarraba cosas de la mesa y las agitaba como si fueran a explotar o algo así.

El padre de Jen se había quedado dormido en la silla con la cabeza hacia atrás, cosa que me indicó que tendría un dolor considerable de espalda al día siguiente, y mi abuela había enganchado a dos invitados que habían venido con la fotógrafa y les contaba toda su vida mientras les rellenaba las copas una y otra vez y los retenía para que no pudieran escapar.

Jen, detrás de mí, suspiró con amargura.

—Me han arruinado el vestido, con lo difícil que fue elegirlo...

—Bueno, siendo positivos, no tendrás que volver a usarlo —sonreí.

Conseguí sacarle una pequeña sonrisa antes de que llegáramos a la mesa. El sol ya se había puesto y empezaba a hacerse de noche cuando Jay levantó la mirada y nos vio ahí, empapados. Empezó a agitar los brazos y la madre de Jen levantó la cabeza. Al ver la cara de amargura de su hija y su vestido arruinado, ahogó un grito.

Tres mesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora