Puse mala cara cuando vi que me traían el plato.
—¿Por qué estamos comiendo sushi... en Italia? —pregunté, confuso—. ¿No deberíamos aprovechar y comer comida italiana?
—Te recuerdo que ayer quisiste ir a una hamburguesería —Joey me enarcó una ceja.
Le dediqué una sonrisita inocente y empecé a comer.
Solo llevábamos ahí unas horas, pero ya había tenido una entrevista con Vivian y otro actor del elenco. Había tenido suerte y casi todas las preguntas habían sido para ellos, pero sospechaba que no iba a seguir teniendo tanta suerte en las próximas.
Yo quería dormir, no responder las mismas preguntas una y otra vez.
Pobre chico, cuánta tortura.
Ejem, ejem... eso parece ironía, querida conciencia.
Es que lo es.
¡Y lo peor es que siempre eran las mismas preguntas! ¿Alguno de los personajes está basado en personas que conoces? ¿Cuánto tardaste en escribir el guión? ¿Alguna vez dudaste con alguna escena?
Y, la peor de todas. La que me hacían en cada maldita entrevista. La que odiaba.
¿Cómo te inspiraste para escribir la película?
Esa maldita pregunta...
Está claro que no iba a decirles la verdad, ¿no?
Terminamos de cenar y salimos del restaurante. Joey quería aprovechar que las tiendas no cerraban hasta dos horas más tarde para comprarme una corbata nueva —qué ilusión—, así que nos metimos en un centro comercial cercano y yo dejé que eligiera la que quisiera. Solo quería llegar al hotel y llamar a Jen.
La verdad es que había algo de tensión en el grupo. Y era por culpa de mi situación con Vivian. Era obvio que no estábamos en nuestro mejor momento, porque nos evitábamos no muy disimuladamente y, cada vez que uno hablaba, el otro ponía mala cara y se giraba en dirección contraria.
Según Joey, mientras fingiera que todo iba bien en las entrevistas, no iba a meterse en mi vida. Y tenía razón. Lo último que necesitaba era una revista de cotilleo especulando sobre por qué Vivian y yo nos llevábamos mal.
—Oh, necesito mirar en esa tienda —dijo Vivian, precisamente, en ese momento.
Era una tienda de zapatos. Zapatos innecesariamente caros. Sonreí un poco al imaginarme la cara de espanto que pondría Jen si viera el precio de uno de esos.
Madre mía, solo habían pasado unas horas y ya la echaba de menos. ¿En qué momento me había quedado así de enganchado a ella?
Desde que viste su culo de dimensiones insuficientes cuando se apoyó en el mostrador de Chrissy el primer día.
Cierto. Tenía que pedirle que volviera a ponerse esos pantalones más a menudo.
—Bueno, nos vemos aquí en media hora —le dijo Joey a Vivian y al resto del elenco, ya que todos parecían querer entrar, antes de mirarme—. ¿Quieres acompañarme a comprarle algo a mi novia?
—Claro —sonreí de lado—. Mi ayuda es una mierda, pero al menos hago compañía.
—Justo lo que necesito.
Nos metimos en una joyería carísima que hizo que mirara a mi alrededor con una mueca de incredulidad. ¿Tanto dinero tenía Joey? Ni me había dado cuenta.
Ella se acercó a una de las trabajadoras y empezó a parlotear con ella sobre no sé qué de un collar que quería comprarle a su novia. Yo me aburrí en menos de un minuto y empecé a dar vueltas por la tienda con un suspiro.
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Tres meses
RomanceTERCER LIBRO Jack Ross y el compromiso nunca se habían llevado bien. Cosa que, siendo sinceros, le había facilitado muchas situaciones en la vida. Sin embargo, algo cambió cuando conoció a Jenna, sus ojos castaños brillantes y su sonrisa tímida. Per...