Esta historia no tiene lugar en la manhwa Princesa Encantadora, sino en el libro original de "The Lovely Princess".
Antes de los eventos que siguieron a la muerte de Athanasia, una nueva princesa es presentada a Claude. Uno que no era ni su amada J...
Al ver al hombre en el suelo, la primera reacción de Saphira fue ayudarlo a levantarse. Ella ni siquiera escuchó lo que él dijo. Estaba tan desesperada por ayudarlo, que no pensó en nada más. Especialmente cuando ella era la culpable de que él estuviera en esa situación.
Saphira: - Lo siento. Lo siento por eso ... (ella habla torpemente lo ayudó a ponerse de pie).
Anastácio: - No te preocupes My Lady, estoy bien. Fue solo un accidente, no necesita estar tan avergonzada.. (dice con una sonrisa amable, lo que hizo que la rubia se sonrojara).
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Saphira: - Aun asi, me desculpo...fue mi culpa por no mirar a dónde iba.
Anastácio: - No había forma de que My Lady pudiera ver, llevando tantos libros. Me pregunto qué estaba buscando en los libros de magia .. (dice recogiendo un libro del suelo).
Saphira no sabía cómo responder. ella acababa de conocerlo, no era como si pudiera decir toda la verdad.
(Parece que ella no es tan ingênua como Jennette. Por lo general, esa chica me cuenta todo al principio. Debo ganarme la confianza de Saphira si quiero acercarme).
Anastacio piensa, mientras se acerca a la rubia con cuidado.
Anastácio: - Lo siento.. Ni siquiera me presenté. Soy Noah ... (dice con una pequeña reverencia).
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- Un Placer Noah ... Soy Saphira .. (habla nerviosamente, preguntándose si decir su verdadero nombre fue una buena idea).
A pesar de que Anastácio encontró a Saphira por casualidad, no tenía la intención de dejar que la rubia se fuera tan fácilmente.
Ahora que la tenía en sus manos, quería divertirse un poco. Quién sabe, hasta que mate el único obstáculo en su plan.
Anastácio: - Puede ser de mala educación por mi parte. Pero me di cuenta de que My Lady está buscando algo en los libros. Si no es demasiado problema, puedo ayudarte.
Era cierto que Saphira necesitaba ayuda. Aun más cuando tenía diecisiete librerías para mirar. Con eso en mente, la rubia dejó su orgullo y comenzó a hablar.
