Fubuki estaba simplemente sintiendo dolor, todo se reducía a eso, dolor físico y mental. Nunca olvidaría lo pasado en aquel lugar tan horrendo, las veces que gritó en desesperó por ayuda en su mente y rogó, literalmente rogo para que su hermana le rescatará por primera vez en su vida. Nada de independencia, nada de nada pasaba por su cabeza, estaba tan desesperada que simplemente no lo evito, pensar por ayuda fue algo que no pudo evitar en absoluto estando en aquel infierno con aquella macabra mujer vestida en harapos de monja que no merecía, que hacía cosas horrendas en aquel lugar, que no merecía ella existir para causar tan horrendo dolor.
Así era el resumen, de todo, ahora estaba en una camilla de hospital, alejada del rango mental de esa loca, por fin de sentía en paz, aunque el miedo estuviera recorriendo su espalda al recordar a Saitama, quién le saco de ahí con tal fuerza, que de milagro pudo alejarla lo suficiente para que pudiera usar su poder para volar a dónde estaban los superhéroes de clase S y al menos dar el mensaje de alerta a los otros, decirle a su hermana ... Salvar a Saitama de ella.
Fubuki ciertamente tenía miedo de esa mujer oculta bajo las ropas católicas, y como no lo iba a tener ... Después de todo ... Esa mujer se aseguro de humillarla en cada aspecto, y manera existencialmente posibles; logró hacer que ella temblará de miedo cada que se fuera a aproximar a su dirección, logró hacer que deseará no ser tocada o mirada en cualquier manera por ella, le hizo sentir tan pequeña e impotente, que ese sentimiento de ser siempre más pequeña que cualquier otra persona en mentalidad que le provocaba su hermana cuando estaba fuera de sus casillas pasará a segundo plano y ya no le pareciera ni la mitad de horrendo del que provocaba aquella horrenda como hermosa mujer monstruosa.
Ardía, ardía pensar que pudo ser rebajada por una persona como ella, que se sintió debil y trato de pedir ayuda, aunque ella misma fuera la que debería ayudar a los otros que estaban en las mismas que ella, que eran igualmente víctimas que sufrían todas las torturas hechas ahí. Así como ardía su intimidad, su cuerpo entero, sus facciones, del dolor que tuvo que pasar, las torturas pasadas en cada maldito día ahí metida, aislada de cualquier pequeña ayuda.
— Fubuki ... — Oyó su voz, tras un largo periodo de silencio, y la miro con lágrimas formándose en sus bellos ojos, apretando la sábana, siendo abrazada por su pequeña hermana, quién trataba de calmarla para que pudiera tener la mente clara y pudiera hablar con claridad. Difícilmente logró hacerlo, pensando.
— Saitama. — Dijo su nombre, preguntándose qué tan mal le irá a ese superhéroe con esa mierda de persona. Estaba preocupada, bastante, porque la otra tratará de destruir su voluntad de hierro como superhéroe, de persona, de humano en forma general y pudiera usarlo como su juguete, a su gusto, sin limitaciones.
Notó la mirada curiosa de Genos, y sintió un sentimiento horrible de tristeza ... Que Genos no supiera que Saitama termino en el mismo lugar que ella, que era posible que no se volvieran a ver, ciertamente era devastadora la vista, muy deprimente, que el último momento que pudieron haber tenido, haya sido antes de cualquier cosa que hubiera desencadenado en él estando en el hospital, junto a ella.
Ella estaba ahí por qué Saitama creyó necesario que alguien avisará lo que pasaba, no porque realmente estuviera interesado en salvarla en cuestión, o así lo veía, pudo haber sido cualquiera, pero le eligió sobre todos, y eso, ya era un privilegio.
— ¿Porqué menciona a mi sensei?. — La ceja alzada de Genos era más que curiosa, Child Emperador y Silver Fang estaban atentos a lo que pasaba, en caso de encontrar algo que hiciera conexión con los desaparecidos, con dónde estaban, con quién era el responsable y demás.
Fubuki miro a su lado, observando con un horror notable una rosa blanca dejada en la mesa de una enfermera, que la tomaba ilusa, era tan parecida a la que alguna vez tuvo, no tuvieron tiempo de detenerla antes de que hiciera pedazos aquella rosa, dejando un humo demasiado familiar para ella caer cuesta abajo de la planta, confundiendo a la enfermera.
Quién fue a ver el humo y respaldo una muestra con un frasco de forma improvisada fue el mismo, mientras que, Tatsumaki ataba cabos poco a poco.
— Sus rosas ... Te quitan el cuerpo ... Y Saitama. — Unas lágrimas se escaparon al ver la consternación del androide, que parecía estar entrando en un estado de negación, tratando de convencerse a sí mismo que su sensei no figuraba una parte en el asunto, que estaba en casa viendo sus programas, o entrenando, derrotando algún mounstro o algo así, pero lo evidente no se podía borrar ni hacer a un lado.
Las palmadas del único mayor de edad eran un buen consuelo, pero no el que necesitaba, en absoluto, nadie podía dejar de lado que, para que Fubuki estuviera ahí, con vida, Saitama tuviera que hacer algo para sacarla, porque no por nada lo mencionaba, fácilmente pudo decir otro nombre, pero el del calvo era tan particular que resaltaba, tanto así, que no podía ser un error que su nombre saliera de sus labios de forma tan sencilla, tan consciente y sobretodo, tan específico como directo.
— Saitama me saco ... Y por nada, ¡No recuerdo ahora nada de donde estaba!. — Su llanto se hizo fuerte, Tatsumaki no podía hacer nada, más que estar ahí, consolando, porque su hermanita había pasado por aquellas cosas que jamás se deseaban, pero se pensaban a menudo en un arrebato de consciencia.
La aseveración hizo un click en el androide, que se fue de forma tan rápida, que no se dió el tiempo de ver lo rápido que iba, el como su desesperación de ver qué lo que decía era mentira, buscaba y buscaba por todos los lados posibles en búsqueda de la singular silueta de Saitama, sin encontrar nada, sólo se halló a si mismo chillando de la nada en la sala de estar que compartían, en el apartamento en el que vivían juntos ... Las lágrimas salían con tanta fluidez que parecían humanas, y no de un robot; el golpe en el suelo, que no tardó en tener un buen impacto en el mismo, fue desgarrador, porque hablaba de la importancia que sintió el androide en aquel momento. No habían indicios de nada, no había por dónde buscar, oficialmente su maestro estaba desaparecido, miró tan mal aquella rosa blanca marchitas que la presionó tan fuerte, que ni su crack se oyó, sólo dejo de existir.
NotaDeAutora: ¿Tanto tiempo para esto?, Sí, Genos me da vida, y me dolió escribirlo, revisarlo hasta el cansancio para ver si daba la talla.
ESTÁS LEYENDO
« T A C T O » (Genosai)
FanfictionEl aburrimiento ya es parte del día a día de Saitama, al punto de que llega a ser asfixiante, que ya no sabe que hacer al respecto. Esta a un punto en el que, ha perdido tacto de bastantes cosas por encontrar una mínima cosa con la que distraerse un...