Horrores

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La sorpresa y preocupación no sólo estaba presente en Tatsumaki, mejor conocida como Tornado del terror, si no en todos los miembros presentes; pues está sería un buen indicio, o mejor dicho pista, que podría llevarlos a resolver el asunto de las desapariciones.

Fubuki apenas y se mantuvo en pie, que no tardó casi en desplomarse, siendo esto evitado debido a que la de hebras verdosas había usado su telequinesis para sostenerla. Suaves gotas de sangre cayeron al suelo aún así, procedentes de una fuerte contusión en la cabeza. Se notaba que sus piernas estaban llenas de una clase de moho extraño color negros, y un encaje azulado que llevaba tenía algo de sangre seca, así como unos hilos de sangre secos que pasaban sobre su boca.

Tatsumaki se acercó a su hermana con algo de rapidez, manteniendo la telequinesis sobre ella en todo momento, y cuando llegó, no pudo seguir sosteniendola más, por lo que está se le cayó encima. La de hebras más claras logró elevarse un poco para sostener un poco mejor a la de hebras más oscuras.

— Hermana ... — Apenas logró decir, sonaba como un murmullo o un susurro, dicho con tanto cansancio, dolor y tristeza, acompañado de una carita sumida en un dolor.

— Fubuki-. —

Ten cuidado con las flores. — Fue lo último que dijo antes de caer desmayada por la falta de sangre, unas cuantas lágrimas salieron de la esper más pequeña, quién con esfuerzo, la sostuvo como si un mañana no existisiese con su querida hermana.

Miró a los otros con impotencia en sus ojos por unos segundos antes de voltear a su hermana; buscando algo de ayuda o un indicio de que se las darían, abrazo con desesperación a su propia hermana.

— ¡Llamen a un médico!. — Gritó, con una voz en la que la desesperación se colaba de manera tan grande, que la había hecho sonar un poco ronca por el hecho de estar llorando.

De algún modo, aquella escena de Tatsumaki abrazando a Fubuki mientras imploraba por ayuda, fue tan destrozante que el representante del jefe no tardó en llamar a la ambulancia; por otra parte, Silver Fang se había decidido a ir con la más pequeña para tratar de calmarla un poco.

Sabía que esta Tatsumaki postrada no era aquella cuya actitud era digna de una niña, si no simplemente era una adulta que estaba asustada de que su hermana pudiese morir ahí mismo, no obstante, decidió acercarse con aquellos aires de sabiduría que siempre cargaba en aquella mirada tan seria.

La tocó del hombro, ella se volteó, viéndolo con una mirada que trataba de contener aquel mar de lágrimas que salía por aquellos ojos esmeralda que poseía tan característicos de ella.

— No trates de reprimir tus sentimientos, Tornado. Déjalos fluir hasta que te sientas capaz de hablar sobre ello. — Aconsejó, su mirada pacífica y en cierto modo amigable sólo la impulso a llorar más de la rabia e impotencia que sentía al no poder hacer algo realmente útil en esta situación. No debió dejarla sola, jamás debió quitarle el ojo de encima, ella aún seguía siendo debil, y eso le ha pasado factura.

Cuando la ambulancia llegó, su hermana fue llevada a emergencias de forma rápida e inmediata. Muchos pensaban y daban la reunión por terminada, pero Tatsumaki le cerró la puerta en la cara a Silver Fang, y casualmente a Genos como a Child emperador.

— No se atrevan a irse. — Dijo con una mirada seria, sin ese toque de orgullo o de soberbia en su voz, como si quisiera de cualquier manera que el de mayor edad no se fuera por más que este lo deseará.

El de cabellos grisáceo, lleno de canas que daban un toque espectacular, no hizo más que aceptar ir con la contraria al hospital para ver a su hermana cuando todo el proceso médico terminará. Tanto Genos, como el único menor de edad en la sala, fueron llevados a la fuerza sin un apéndice de poder refutar las palabras de la peliverde.

Genos estaba molesto, no le importaba demasiado algo que tuviera que ver realmente con la hermana de la chica que parecía una niña, es decir, por ser conocida de Saitama, también era su conocida, pero no por ello iba a visitarla cuando apenas y se acordaba de ella.

No obstante, no podía quejarse, dado a que Tatsumaki estaba realmente decidida a llevarselo. Aparentemente ese niño que tenía tecnología al mismo nivel que metal knight pensaba lo mismo, viendo su expresión de molestia y desagrado en su cara por ser llevado de esa manera.

No pasó mucho para que llegarán al sitio, encontrándose con una escena digna de película de terror protagonizada por la esper más alta en escena.

Fubuki estaba gritando mientras golpeaba su cabeza con todo aquello que encontrará, mientras los médicos trataban de internarla para poder tratarla con tranquilizante. Aquello tensó levemente a la de hebras verdosas más claras, quién sólo apretó sus puños sintiendo una notable impotencia, que sintieron los que estaban siendo llevados, dado a que sufrieron las consecuencias al ser manipulados por la chica.

Silver Fang tomó la iniciativa de tomarla del hombro y simplemente pedirle que se calmará, cosa ridícula, porque eso no arreglaba que Tatsumaki estuviera preocupada y realmente cabreada por su estado. Era claro que algo le pasó, pues no por nada termino en ese estado tan malo.

Genos podría entenderlo si se pusiera en su lugar, pero no estaba de humor para imaginarse algo para que le saliera la simpatía. Cuando entraron al hospital, notaron como Tatsumaki tiró un florero rosado que llevaba rosas blancas que había en la mesa de la recepcionista con una expresión.

— ¡Tornado!. — Reclamó el único menor de edad que acompañaba a la peliverde, dado a que aquello no era algo muy amable.

— Fubuki dijo que tuviera cuidado con las rosas. — Replicó fríamente, destrozando aquellas hermosas flores en cuestión de segundos. El de tercera edad suspiró con algo de cansancio ante la actitud de la peliverde ante todo, dado a que simplemente dejo caer al Cyborg y al niño cuando los llevó a la habitación donde estaba su hermana reposando.

« T A C T O » (Genosai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora