Siluetas

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Desde que el calvo había recibido la nota, las desapariciones subieron a un nivel preocupante. Casi se habían extinguido los héroes clase C, pues muchos de ellos fueron víctimas de estas desapariciones, incluyendo algunos de la clase B, y unos cuantos contados de la clase A.

Entre ellos estaba Sweet Mask, quién se podría decir que le dió relevancia al caso de los desaparecidos de ciudad Z, dado a que sus fans hicieron esfuerzos sobrehumanos para poder hacer una aproximación de donde pudo ser su desaparición. La asociación de héroes estaba demasiado preocupada en cuanto a las bajas que estaban sufriendo estos días, pues si se presentaba una emergencia, no tendrían refuerzos o con quien contar.

Por ello, se le había mandado un mensaje a los héroes de clase S para discutir sobre qué medidas tomarían al respecto de tantas desapariciones, más que nada porque algunos de los mismos habían estado reclamando asistir en el caso; principalmente Tatsumaki, quién parecía demasiado preocupada respecto a su hermana menor, Fubuki, quién desapareció de la nada en aquella ciudad.

No obstante, no sólo los héroes resultaban afectados. Muchas mujeres perdieron a sus esposos, hijos, novios e incluso amigos; pasaba viceversa con algunos casos menores de hombres que reportaban la desaparición de sus esposas.

Había todo un caos, por así decirlo.

— Sensei, habrá una reunión en la asociación, ¿Quisiera venir?. — Dijo el rubio cenizo, mirando de reojo a su maestro, quién leía un manga lleno de drama con una cara de desinterés.

Normalmente el calvo hubiese aceptado, pero tomando en cuenta aquella nota que le mandaron, decidió investigar por su cuenta la situación, dado a que necesitaba algo que hacer.

— No, creo que mejor me quedo en casa. — Contestó, mirándole con su misma mirada de desinterés, el Cyborg asintió y no tardó para nada en retirarse, despidiéndose apropiadamente de su maestro con la mejor actitud posible.

Ahora que Saitama estaba solo, decidió soltar un suspiró porque el manga que leía sólo se ponía más ridículo y dejaba de ser intenso para él. Miró de reojo aquella flor blanca que adornaba la mesita en la que minutos antes estaba comiendo, parecía estarse moviendo un poco.

Con interés, se acercó a la misma, notando que cada vez más se movía con más intensidad, haciendo temblar un poco la mesa sobre la que estaba la misma; tomó la rosa entre sus manos y la acerco con cuidado a su rostro, parecía que la rosa estaba tratando de abrirse por alguna razón aparente.

La tocó levemente.

Aquello sólo llevo a que la flor le esparciera por toda su cara un polvo de colores morados, causando que logrará toser un poco por el mismo, retrocediendo levemente al no quitarse el olor tan horrible que despedía aquella florecita, o aquella sensación de que algo se le estaba metiendo y trataba de controlarlo.

Una vez el polvo se disperso, o al menos no era visible, se sintió incapaz de moverse, pero vaya que estaba luchando para hacerlo. No entendía porque no podía moverse, pero se mantenía consciente sobre su entorno y lo que estaba pasando a su alrededor.

Pudo verse a sí mismo moverse para cambiarse la ropa. Una camisa azul claro, jeans grises y unos tenis casuales; vaya que era raro verse moviendo deliberadamente sin un motivo aparente, o en este caso, sin que tuviera siquiera la idea de siquiera hacerlo.

No podía luchar contra su cuerpo, pero se mantenía fuerte en su voluntad de que cambiará su dirección, de que debía alejarse de aquel bosque en la ciudad, de que debía estar haciendo algo más útil para remediar la situación, de que debió tirar aquella rosa.

No dejo de caminar, a pesar de que no podía parar. Sentía que lo estaban llevando a una zona sin salida, a cualquier lugar sólo por diversión, que esto era inútil a grandes escalas, pero termino viendo una mansión abandonada en medio de la nada bien conservada.

De repente se dejó de mover, sentía que podía mover la cabeza, poder hablar y hacer todo lo básico, pero su cuerpo seguía sin moverse de aquella puerta blanca que daba entrada a aquella casa misteriosa.

De repente, la misma se abrió, mostrando a una chica que se le hizo demasiado familiar al mismo Saitama para su gusto, mas no podía dejar de ver aquellos profundos ojos que le exigían que no dejará de verlos.

— Por fin llegaste ... Eras el que más estaba esperando ... —

★•.•★

— ¡Estoy en desacuerdo!. — Grito con fuerza aquella chica de hebras verdes en curvas, de pequeña estatura y traje negro que revelaba sus piernas.

— Entendemos su posición, señorita Tornado, pero no poseemos demasiados héroes para cubrir toda la zona. — Dijo el encargado que se encontraba en la mesa, con una mirada un tanto hastiada de lidiar con las demandas muy elevadas de aquella chica de cabellos verdoso.

Había venido en representación del jefe de la asociación, dado a que esté no se pudo presentar por enfermedad, la cual se decía que era muy contagiosa, según su informe.

Todos los presentes estaban a su medida preocupados por lo que estaba pasando, algunos porque notan la baja moral que ronda en los ciudadanos, otros porque salieron afectados por la situación, unos estaban para analizar mejor el caso.

Child emperador estaba pensando fríamente las propuestas, considerando cada mínimo detalle que pudiera ser importante o escencial, siempre llegando a la conclusión de que ningún plan tenía 100% de efectividad.

Después de todo, hablamos de desapariciones aleatorias y sin ningún rastro de patrón, dado a que ninguno de los desaparecidos poseía características similares en cuanto a su misteriosa aparición.

Genos sólo escuchaba atentamente lo que se discutía en la mesa, poniendo un filo de atención sobrehumana en cada mínimo detalle que salía a la luz. Más que nada para mantener informado a Saitama de lo que se estaba considerando hacer al respecto.

No se estaba llegando a ningún lado en la conversación, y ya se estaba considerando cerrar la reunión, hasta que la puerta se abrió de repente.

— ¿Fubuki? ... — Salió de la boca de la más pequeña en aquella mesa, apenas reconociendo a su hermana pequeña en aquella apariencia que traía.

« T A C T O » (Genosai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora