Cinco: Copas, luna y tres cigarros.

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"La vida de quienes ignoran la realidad del mundo es más sencilla, pero cuando conocen lo brutal que éste puede ser, sus almas se rompen en mil pedazos".

Mi cuerpo seguía sintiendo la advertencia, no sabía el por qué, pero tenía un muy mal presentimiento, similar a lo que había sentido antes de que fuese atacada aquella noche.

Pero... no era por el sujeto frente a mí, al menos yo no lo creí así, pues, el hilo que él desprendía no daba señales turbias.

—Pasen, acá fuera está haciendo demasiado frío— su voz era realmente amable.

En el rostro casi siempre serio de Gabriel se dibujó una sonrisa al borde de sus labios, él fue el primero en pasar, dando un fuerte apretón de manos al sujeto —dos veces en menos de una semana, rompimos récord— dijo al seguir adelante.

—Tal y como antes— respondió el hombre.

—Es un fastidio tener que verte de nuevo tan rápidamente...— Guts se desordenó el cabello y sonrió —deberías tomar un descanso, Luke.

El gris en los ojos del hombre se intensificó —no tengo tiempo para eso.

Guts sólo levantó los hombros y siguió hasta donde estaba Gabriel.

—Así que éste es Luke...— lo miré fijamente —no se ve tan fuerte... parece muy... delicado...— pensé al acercarme a él.

Sus ojos volvieron a brillar, él levantó una ceja —es un gusto verte de nuevo, Samantha, ¿cómo sigue el brazo?

Quise responder de una vez, pero una reconfortante energía que emanó de él me dejó confundida por unos segundos.

—No... no es una presión como la de Gabriel, tampoco esa sensación rara que da Guts... es inquietante pero tranquila...— pensé.

—¿Entonces sigue bien el brazo?— él tenía un pequeño tono burlón.

—Ah... sí, ellos me dijeron que fuiste tú...

—Sí, pero debes pasar, ya me estoy congelando y seguro que tú también.

Ante la insistencia de Luke, decidí pasar. Un pie dentro del lugar fue suficiente para sentir allí la misma energía que sentía en Luke, mi ansiedad desapareció sin dejar rastro.

—Bienvenidos a la iglesia del santo ángel, mi hogar.

—Así que es éste el lugar del que tanto hablaban...

—¡Tío!

—¡Gabriel!

—¡Flamita!

Solté una pequeña carcajada mientras veía como tres niños se apresuraron en encimarse a Gabriel.

—Espera...— murmuré —¿él es tío?

—Podría decirse— Luke se paró a mi lado —él es quien ayuda a mantener éste lugar y quien hace de figura paterna para ellos... aunque sea también un niño...— él rió con desaliento —debería decir que Guts también ha ayudado, pero...

Seguí la mirada de Luke hacia Guts, dándome cuenta que él y un niño estaban mirándose fijamente, como si se estuviesen retando.

—No es bueno con los niños... ¿verdad...?

—Para nada...— agachó la cabeza.

Observé los alrededores, el lugar era muy similar a lo que vendría siendo una catedral en España, bastante espaciosa, pero sin bancas, siendo un buen asentamiento con pocos cambios.

—¿Tú sí me vas a librar de dudas?

—Directo al grano... interesante— Luke se adelantó —parece que Gabriel ha conseguido un rival.

El señor de las llamas: vida y muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora