En una mañana de abril Janet y Marcelo se despertaron violentamente. Su casa fue violada por dos individuos que hicieron un disparo de advertencia. Uno de ellos grande e imponente, le amenazo con una escopeta de 38mm.
—¿Dónde está la coca?
Marcelo estaba confundido y el estrés del sobresalto no le permitía responder.
—La cocaína ¿dónde está?
El hombre de piel morena y pelo largo, insistía en que allí había droga.
—No tenemos drogas.
Janette sollozando por la tensión fue arrastrada de la pierna. El compañero que tenía una revolver 38 la amenazo.
—¡Es tu última oportunidad!
Como lo primero que salió de la boca de Marcelo fue otra cosas menos la localización de la droga, el flaco, jaló del gatillo. El más grande tomo del cuello a Marcelo y lo golpeó, cómo no obtuvo lo que quería le disparó.
Al dirigirse a la salida, nuevamente el perro intentó defender su hogar y fue cuando le dispararon en el hocico.
Un joven de quince años, que vivía en frente de la casa donde asesinaron al matrimonio, llamó a la policía. Pronto acordonaron el área y los detectives de homicidio se acercaron al lugar. Lo primero que encontraron fue un golpe en la puerta del hogar, como si la hubiese abierto a patadas. Luego vieron al rottweiler mal herido. Lo trasladaron de urgencia para salvarlo pero tenía graves heridas en el lomeo y el hocico.
En el dormitorio estaban los cuerpos del joven matrimonio había sangre en la cama en la ropa, en las paredes y en el piso.
El testigo dio testimonio de haber visto a dos hombres vestidos con ropa deportiva, remerita, uno de ellos llevaba un buzo con capucha por lo que no le vio la cara y el otro tenía una remera cubriéndole el rostro. Ambos llegaron y se fueron en un auto rojo.
Otro testigo, un vecino que estaba en su jardín, justo al lado de su casa, dijo que hoyo como un gritaba algo sobre cocaína.
Mientras la policía estaba en el lugar, trabajando, vieron un auto rojo circular por la calle. Supusieron que el delincuente regreso a la escena del crimen para tantear el terreno. Un agente dio parte a una patrulla y detuvieron al ocupante. Cuando lo revisaron encontraron unas gotas de sangre en su ropa. El individuo fue arrestado e interrogado.
El detective asignado al caso intentó indagar sobre el otro individuo que o acompañaba pero no consiguió que el sospechoso hablara, ni porque tenía una escopeta del calibre treinta y ocho ilegal en su vehículo.
Al tomarle las huellas, descubrieron que se llamaba Rodrigo Veta, alias Barril y tenía antecedentes por agresiones, robo a mano armada, posesión de drogas y extorción. Pertenecía a una pandilla local.
Cuando el laboratorio investigó la sangre, descubrieron que no pertenecía a ningún humano.
El detective sospechaba que al dispararles de lejos, la sangre no le salpicó, además los cuerpos tenían pijama y mantas, pero el perro no, y si descubría que pertenecía al rottweiler, entonces tendría evidencia para presentar en su contra. El inconveniente era que no estaba seguro si un juez aceptaría evidencia de ADN canino.
Los resultaron de las muestras eran positivos y gracias a los pelos de perro en su ropa pudieron presentar pruebas en el juicio. El juez aceptó dichas pruebas porque el método de extracción era exactamente el mismo para las personas.
La fiscalía presento una reconstrucción de los hechos estableciendo que el acusado y un cómplice entraron en la casa buscando drogas, cosa que no había. La investigación no reveló ningún otro móvil. Al primero que le dispararon fue al perro, por eso encontraron du sangre en la ropa del sospechoso.
El abogado defensor del delincuente, tenía un buen presentimiento para con su cliente, incluso la prensa alegaba un final de libertad para el delincuente, pero el fallo fue a favor de la fiscalía. El delincuente fue condenado a cadena perpetua por asesinato en primer grado.
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Selección de cuentos olvidados
RandomSelección de cuentos para el disfrute diario. Son 14 historias de ficción, terror, acción para los amantes de lo conciso y el buen arte literario. Más en www.edgarnocetti.wordpress.com