Hajime no Ippo: Operación conquista.

Capítulo 3.

La expresión de Takamura en el momento de la verdad era indescifrable. Había perdido todo el color de su rostro y tenía la boca abierta. ¡Los ojos incluso casi se le salían de sus cuencas! Itagaki permanecía demasiado tranquilo, como si no acabara de tirarle la bomba al mayor hace tan solo un instante. Aoki y Kimura ya habían perdido toda su capacidad de respirar y estaban tirados en el suelo con sus caras azules. Tanta presión había acabado con ellos.

Pero de la nada, el aura maligna comenzó a emanar de Takamura una vez más, haciendo que aquel par volviera a la vida y se levantaran de golpe, tal vez más nerviosos que antes. La risa gutural del campeón de dos categorías de peso no se hizo esperar. La sonrisa demoníaca en su rostro hizo temblar al mismo Itagaki, quien se preguntó si había hecho mal en decirle.

-¡¿A Ippo...?! -Takamura se estaba riendo a carcajadas mientras se sostenía el estómago. -¡¿A Ippo le gusta Miyata?!

-Oh, no... -susurraron Aoki y Kimura al mismo tiempo al verlo acercarse peligrosamente al teléfono.

Itagaki al darse cuenta de ello, corrió a impedírselo, colocándose frente a él con los brazos extendidos. -¡Takamura-san! ¡Lo prometiste! -exclamó el chico, negándose a dejarlo avanzar para cometer sus fechorías.

La expresión de Takamura no cambió, pero seguía riéndose. -¡Es qué...! JAJAJA, ¡siempre lo sospeché! Pero no creí que fuera realmente en serio. ¡Tengo que contarle a todo el mundo, así que apártate!

-¡Takamura-san!

-¡Sal de mi camino!

Y cuando el rostro del grandulón comenzó a transformarse, Aoki y Kimura corrieron al rescate de Itagaki, sosteniendo al mayor por los brazos en un intento inútil de hacerlo quedarse en su sitio. El resultado de ello fue un golpe a puño cerrado para cada uno, dejándolos fuera de combate.

Cuando pretendía avanzar, la expresión de Itagaki lo hizo retroceder. El chico había bajado su mirada, como si estuviera decepcionado y apretaba los puños a los costados. Takamura alzó una ceja.

-Yo de verdad creí que podía confiar en ti, Takamura-san... Ahora veo que me equivoqué -dijo en voz baja y le dió la espalda al mayor. Aoki y Kimura, que estaban nuevamente en el suelo, reaccionaron y lentamente abrieron los ojos para ver la lucha de voluntades de aquellos dos.

Las cejas de Takamura temblaban ligeramente y su mandíbula estaba tan apretada que se podía escuchar el rechinar de sus dientes. Itagaki tomó el pomo de la puerta y cuando se disponía a salir de allí, la voz imponente del campeón volvió a hacerse escuchar. -¡Espera! -Itagaki volteó su rostro hacia él, ilusionado. Pero Takamura solamente tomó a sus otros dos compañeros de gimnasio por la ropa y los lanzó con su fuerza sobrehumana hacia donde estaba Itagaki. -No olvides llevarte a estos dos -se cruzó de brazos y giró su rostro, evitando verle.

Una gota bajó por la cabeza de los tres, que se quedaron viendo al mayor como si estuviera loco. Era obvio que estaba haciendo un berrinche, pero no pudo continuarlo por mucho tiempo más. Takamura se sintió tan presionado bajo las miradas de sus amigos que no pudo soportarlo más.

-¡Bien! ¡De acuerdo! Pero más te vale que la chica no sea como la novia de Aoki -le gritó, resignándose a no decir nada.

-¡Oye, ¿qué te pasa con mi novia, idiota?! -Aoki estuvo a punto de saltarle a la yugular, pero Itagaki y Kimura lo detuvieron, diciéndole que se mantuviera tranquilo.

Takamura se sentó de nuevo y apoyó su espalda en la pared, cerrando sus ojos. -¿Y para qué se supone que necesitan mi ayuda?

Como las cosas se habían calmado, Itagaki regresó en sus pasos y volvió a sentarse frente a Takamura. Los otros dos también lo hicieron, aunque Aoki era persistente fulminando al abusivo con la mirada. Kimura, sin embargo, estaba listo para llevárselo arrastrando en caso de que Takamura volviera a estallar. Cuando Itagaki volvió a tomar la palabra, todos enfocaron su atención en él.

-Tengo un plan...

Takamura abrió los ojos y frunció el ceño. -¿Hay que unir a esos dos?

Itagaki asintió con una sonrisa. -En realidad no estamos del todo seguros de que senpai esté enamorado de Miyata-san -rió y se llevó una mano a la nuca, despreocupado. -Pero todas las señales indican que sí, pero lo más difícil es...

Fue interrumpido abruptamente por Takamura, quien nuevamente tenía una vena sobresaliendo en su frente por la ira. -¿CÓMO QUE NO ESTÁN SEGUROS? INÚTILES -rugió.

Fue ignorado olímpicamente por Itagaki, que siguió hablando tranquilamente. -Como decía, lo más difícil es saber si Miyata-san siente algo por senpai. Ahí es donde entras tú -dijo mirando a Takamura. -Eres el que más lo conoce, ¿verdad? Entonces no le parecerá extraño si lo invitas a algún sitio con nosotros y senpai.

-¿Y nosotros cómo figuramos ahí? -preguntó Aoki. No entendía a dónde quería llegar su kōhai.

Kimura fue quien le respondió, mostrándose algo pensativo. -Creo que yo sí lo sé. Quieres que sea una salida normal entre amigos, pero luego... Luego los dejaríamos a solas o algo por el estilo.

Itagaki volvió a asentir, sonriente. -¡Así es! Y nosotros estaremos espiándolos porque senpai no nos diría nada.

Takamura parecía haber dejado de lado su enojo para sacar a relucir su lado más pervertido. -Oigan... ¿Se imaginan a esos dos haciéndolo? -dijo en tono malicioso, haciendo ademanes de "mete" y "saca" con sus dedos.

Los tres enrojecieron ante las palabras del mayor y la imagen que llegó a sus mentes. Ippo debajo de Miyata... Ambos bañados en sudor, sus rostros cerca y...

-¡Takamura-san!

-Veo que les ha gustado el panorama -dijo entre risas el rey de los pervertidos, pues los tres parecían echar humo de las orejas, pero por pura vergüenza.

Itagaki quitó aquella imagen de su cabeza e intentó recobrar la compostura, pero cuando volteó a ver a sus dos compañeros, estos permanecían viendo hacia la nada con caras idiotas. -¡Dejen de imaginarse cosas! -exclamó más avergonzado aun. Sacudió su cabeza y suspiró antes de volver a hablar. -Podríamos ir a ver una pelea y después de eso... Ir a beber o algo así -rascó su mejilla, pues no tenía idea de a dónde podrían dirigirse para abandonar a aquel par.

-Ir a beber podría funcionar -dijo Takamura, sin haber quitado su sonrisa de perversión en ningún momento. -Esos dos pasados de copas se sincerarían y luego... ¡El súper Ippo especial entraría en acción! -volvió a hacer el mismo movimiento de antes con sus dedos.

Itagaki se golpeó la frente y, esta vez, Aoki y Kimura estallaron en carcajadas.

-¡Pónganse serios, por favor! -exclamó Manabu, cruzándose de brazos. Pero también terminó ganándole la risa al final, al menos un poco. -Entonces... eso será. Pero no debe ser un lugar cualquiera para beber. Necesitan un bar donde haya música y quizá pista de baile para que nosotros podamos espiarlos sin que nos vean.

-Bueno, hay uno cerca de la Arena Korakuen... Pero no iremos a una pelea, se vuelve monótono si no estoy yo en el ring -Takamura mostró una expresión de aburrimiento y movió su mano como si estuviera desechando algo.

-Esto se llamará... ¡Operación conquista! -sonrió Itagaki, golpeando la palma de su mano con un puño.

Los otros tres le vieron con una mezcla de extrañeza e incredulidad.

-Suena ridículo -Kimura fue el primero en hablar.

-Además nosotros no estamos conquistando a nadie -secundó Aoki.

-¡Pero estamos ayudando a senpai a conquistar a Miyata-san! -exclamó Itagaki, ganándose un golpe en la cabeza por parte de Takamura.

-¡Ya cállense! -bufó. -¿Entonces qué? ¿Sólo debo convencer a Miyata de ir con nosotros a un bar? -preguntó, pareciendo de lo más aburrido con lo que le había tocado.

-¡Sí! Kimura-san y Aoki-san... Ustedes me ayudarán a convencer a senpai para que beba, porque no creo que se niegue a salir con nosotros -Itagaki se encogió de hombros.

El par suspiró resignado y simplemente asintieron con la cabeza, como si no les quedara de otra.

-¡Bien! Entonces... Takamura-san, intenta convencer a Miyata-san de ir el sábado por la noche, ¿de acuerdo? ¡Nosotros nos encargaremos de senpai!