Capítulo 7

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—¡Inútil! ¿Qué crees que haces? —se quejó Aoki, mirando a Takamura de mala manera.

El rey de los pervertidos bufó por lo bajo. —Entonces no me ignoren. ¡Yo soy la estrella aquí! —dijo mientras hacía un ademán con la mano, como si los demás fueran simple basura bajo las suelas de sus zapatos.

En ese momento, la mirada del grandulón del grupo se dirigió hacia el par de idiotas que debían unir sí o sí esa noche. Ippo estaba deshaciéndose en disculpas por haberlo empujado sin querer y Miyata simplemente lo miraba; parecía exasperado por las interminables excusas de Ippo por haberlo incomodado de esa forma, pero Takamura pudo notar algo más.

Estaba seguro de que ese brillo en sus ojos al ver más bajo, nunca había sido mostrado ante otra persona. Era como si Ichiro Miyata no pudiera alejar sus ojos Ippo. Takamura conocía a Miyata desde hace muchos años, tantos que podía captar cada pequeña expresión y podría incluso adivinar lo que este pensaba o sentía de manera acertada. De hecho, podía decir orgullosamente que conocía a los cinco idiotas que tenía junto a él como a la palma de su mano.

Lo que no sabía Takamura con plena seguridad era si Miyata estaba consciente de lo colado que estaba por Ippo, pero a juzgar por las miradas que le estaba echando al inocente joven… Podía deducir fácilmente que sí. Tal vez sólo necesitaba un empujoncito que le hiciera confesar sus sentimientos al otro idiota despistado que era su kōhai y amigo.

Una sonrisa perversa hizo su aparición en el rostro del mayor.

—Oye, Ippo —llamó Takamura, sin ocultar la diversión en su tono de voz. —¿Acaso quieres impresionar a alguien? Te ves muy bien —comentó, recorriendo con su mirada la camisa desabotonada y también el aire sensual que el cabello estratégicamente peinado le daba a su rostro juvenil.

No perdió de vista que Miyata frunció el ceño y que Ippo rió nerviosamente ante sus palabras, con un ligero rubor de vergüenza tiñendo sus mejillas. En cambio, los otros tres voltearon sus cabezas hacia él con alarma.

—¡No digas nada que nos exponga, idiota! —exclamó Aoki lo más bajo y disimulado que pudo.

Takamura lo ignoró y continuó.

—Puede que incluso consigas a una linda mujer para pasar la noche como los grandes. ¡Quedará impresionada con lo que traes debajo del cinturón!

—¡Takamura-san! —se quejó Ippo, enterrando su rostro en una de sus palmas, enrojecido hasta las orejas. —No digas esas cosas, por favor.

—Tal vez hasta un hombre podría acercarse a ti con esas intenciones. Deberías tener cuidado —agregó.

Esta vez, sus ojos hicieron contacto visual de manera retadora con los de Miyata, que lo fulminó a su vez con la mirada. No parecía nada contento y eso le hizo ser embargado por la satisfacción.

Bingo.

Por otro lado, Ippo parecía incluso más incómodo que antes, encogido en su sitio y evitando la mirada de todos. ¿Cómo podía Takamura decir esas cosas tan vergonzosas frente a Miyata? ¡Estaba bien si era con los demás! Estaba acostumbrado a que se burlara de ese tipo de cosas junto al resto de los muchachos, pero era diferente cuando estaba él. Ippo simplemente pensaba que era demasiado incómodo ser avergonzado frente a la persona que más admiraba.

Sin embargo… No podía dejar de ser honesto consigo mismo. ¿Quería realmente impresionar a alguien con la forma en que había dejado a Itagaki arreglarlo? Ippo no había ido allí con la intención de ligar con nadie ni mucho menos, pero la idea de que Miyata estaría allí había hecho que su corazón latiera como loco y que irremediablemente quisiera verse bien. Prácticamente había desechado decenas de combinaciones de ropa sólo por pensar que no se veía lo suficientemente aceptable… ¡Y él nunca antes había tenido preocupaciones como esa!

Hajime no Ippo: Operación conquista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora