Capítulo 8

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Ahora que Takamura había abandonado la mesa con Aoki, Miyata se sentía más tranquilo. Un suspiro escapó de su boca mientras fruncía el ceño hacia la mesa, como si esta fuera la causante de todos sus males. ¿Cómo se atrevía ese imbécil a insinuar cosas sobre Ippo? Comentando deliberadamente que este podría irse a pasar la noche con quién sabe qué persona. Hombre o mujer, eso estaba fuera de su mente. Solamente sabía que no podía permitir que algo así ocurriera delante de sus narices.

Ippo le atraía. Era la primera vez que alguien le gustaba con tanta intensidad. Nunca había experimentado algo como eso y hasta ahora no había sido tan malo. No hasta que llegó ese grandulón a decir cosas que no debía, alterando por completo su mente. ¡Makunouchi no era ese tipo de persona! Él lo sabía. Lo tenía claro. ¿Pero qué le aseguraba que Ippo no fuera a interesarse por alguien durante aquella noche? Las probabilidades eran altas. Habían atractivas mujeres bailando en aquel lugar, en el centro de la pista. Incluso algunas eran más tranquilas y bebían en grupo o en solitario. ¿Qué podía impedirle a Ippo ir hacia ellas? ¿Y quién era él para negarle algo si lo viera hacerlo?

Justo cuando iba a suspirar de nuevo, Miyata volteó discretamente su mirada hacia Ippo. Sin embargo, no esperó encontrarse con que la mirada de este se encontraba fija en él, como si quisiera decirle algo. Cuando Ippo notó que él le estaba viendo, su expresión se tornó avergonzada e Ichiro no podía culparse por encontrar eso ciertamente adorable.

—¿Qué pasa? —preguntó, levantando una ceja.

Ippo desvió su mirada, aumentando su intriga.

—¡N-No es nada! Simplemente… pareces molesto o incómodo. ¿No querías venir? —murmuró, pero aun así Miyata pudo escucharle. Ippo se veía casi decepcionado.

No pudo evitar sentirse sorprendido y al mismo tiempo frustrado. En ese momento, quiso ir a darle un golpe a Takamura por ser el causante de esos pensamientos tan molestos.

—… No es eso —respondió tras unos momentos. —No suelo venir a este tipo de lugares, así que no es mi ambiente.

Y era verdad. El único motivo por el que estaba allí, se encontraba sentado a su lado y hablándole. Al caer en cuenta de ello, pudo sentirse más relajado. Ippo estaba ahí. A su lado. Él no estaba mirando a nadie más.

—¡Ah! Puedo entenderlo, pero supongo que después de un tiempo me acostumbré a salir con los chicos. Es divertido. Aunque… una vez rompí accidentalmente una máquina de un bar karaoke —Ippo rió nerviosamente, llevándose una mano a la nuca. —Tuvimos que huir. Tal vez incluso tenemos vetada la entrada, pero no hemos regresado a ese lugar desde entonces.

Mientras ellos hablaban, no notaron que había dos pares de ojos observándolos atentamente; uno maravillado y el otro asombrado. Itagaki sentía que volaba, que una bendición había caído directamente del cielo para ellos, mientras que Kimura pensaba que el sacrificio de su bello rostro no había sido en vano. Algún día se las cobraría todas a Takamura.

"Sólo espera y verás, infeliz…", pensaba Kimura mientras veía a la nada de manera retadora.

—Kimura-saaan, Kimura-saaan, mira —susurró el más joven. Parecía fascinado mientras le decía que viera a ese par de despistados juntos. Casi no parecía que necesitaran ayuda, pero para Itagaki era completamente obvio que sí requerían de sus servicios de Cupido. —Senpai se ve más tranquilo, ¿no crees?

Kimura regresó al mundo de los mortales sólo para volver a posar su mirada en aquellos dos, viéndolos detenidamente. —Tienes razón. Miyata parece cómodo con él —notó, recordando que hace apenas unos minutos estaba fulminando con la mirada a la mesa.

—Kimura-san, vamos a acercarnos para escuchar.

—¿Eh? ¿Para qué?

—Tenemos que ver qué tal va la conversación —dijo como si fuera obvio. —Sino, ¿cómo esperas que los ayudemos? ¡Este es un paso primordial en nuestra operación!

Hajime no Ippo: Operación conquista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora