Un Poco Monstruoso•MewGulf

XXIII

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Ya era una hora antes de ser las seis de la tarde y Gulf estaba en el tejado de una torre con un gigante reloj en medio. Estaba mirando el nuevo texto de Gong que decía que lo esperase en ese sitio en dónde Gulf se encontraba.

Gulf no vestía la ropa de perrito aún. La sostenía en una bolsa en una de sus manos al igual el bozal.

No notó ni cuando llego el auto de Gong pero escucho la voz del individuo ahora detrás de él.

-¿Estás listo para irnos?- Gong pregunta.

-Llegaste una hora antes.

-Sí bueno... De hecho no sé por qué lo hice.

Gong brinca sus hombros. Ambos ríen levemente.

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Gong lleva a Gulf a una fabrica abandonada. Gulf se había vestido de perrito durante el camino por lo que ahora caminaba en sus cuatro como uno y tenía el bozal puesto mientras que Gong lo llevaba de una correa que él mismo trajo a la entrada de esa fabrica.

Ahora en el estacionamiento habían dos autos: El de Gong y uno tan lujoso que parecía salido de la casa de Zee.

La fabrica tenía muchos tubos por alrededor. Básicamente como si de eso estuviese construida (visiblemente). El piso era de un tenue dorado que más húmedo no podía estar por las grietas en el techo que debían abrir paso a unas cuantas lluvias.

Se detuvieron justo a unos pasos adelante de la entrada. No había nada frente a ellos más que paredes de tubos.

-Sí que son puntuales.- El chico testarudo que una vez dejo paralizado a Gulf aparece con una mirada cínica mientras lleva a arrastras a la joven monja de Gong, agarrándola por la nuca de su camisa mientras que el suelo rasga todas sus delicadas piernas.

Ella parece estar inconsciente ya que está cabizbaja sin indicios de sentir esos rasguños que el suelo le está haciendo y su boca está cubierta con una cinta gris. Sus muñecas están atadas con lo mismo.

A Gulf también le lastima verla así.

-Lo traje aquí. Como prometiste. Ahora dejala ir. Ella no tiene nada que ver en esto.

-Mi padre jamás tuvo que ver en nada y lo mataron.- El chico mira a Gulf.

Gulf le alza las cejas pero trata de hablar aunque tiene ese largo bozal puesto:

-Ella no tiene que ver en esto. Aquí me tienes para vengar a tu papa así que dejalos ir. No ganas nada con matarla.

-Bien.- El chico rueda los ojos con ignorancia. Él suelta a la chica para que esta caiga acostada. -Es toda tuya.

Le dirige la mirada a Gong quién suelta la correa para correr hasta la joven monja y revisarla.

-Ella está bien.

-¿Qué le hiciste?- Pregunta Gong al quitarle la cinta de la boca y ver moretones cerca de los labios, al igual uno que otro golpe sangriento en sus labios.

-Está viva, ¿No? Eso es todo lo que te debe importar.

Tan pronto Gong la levanta en sus brazos de forma nupcial, unas cintas invisibles rodean los tobillos de la chica. Estás fueron jaladas (desde su conección a un pasillo a una esquina entre las paredes de tubo) al Gong levantar la chica por lo tanto, los tobillos de la chica se cortaron. La sangre cayo a cantaros por el suelo además de los pies de la individuo.