Abrí los ojos y lo primero que vi fue la sonrisa de Alicia. Estaba guapísima recién despertada.
Sonó una notificación en mi móvil. Era Sergio.
— ¿Quieres desayunar? — Me dijo Alicia.
— Me tengo que ir. — Empecé a vestirme y ella me miró raro.
— Pero, si te acabas de levantar...
— Lo sé, pero es que Sergio va a venir a mi casa a comer y ya es la una del mediodía. — Me miraba con pena. — Él piensa que ya estoy allí...
— ¿Se lo vas a decir? Lo que pasó anoche...
— ¿Estás loca? Ni de coña.
— Y... Entre nosotras, ¿qué va a pasar? — Tenía miedo.
— Seguimos siendo amigas, pero lo de ayer... No pasó, ¿vale?
— Está bien...
— Bueno, Alicia, me tengo que ir. Adiós, nos vemos pronto.
— Adiós.Le sonreí y me fui.
Llegué a mi casa en unos minutos. Fui a cambiarme de ropa y, cuando me quité el jersey, me di cuenta de que me había dejado el sujetador en casa de Alicia. No me lo suelo poner mucho, supongo que por eso se me olvidó. No le di importancia, cogí otro sujetador y me puse la primera camisa que encontré en mi armario. El pantalón no me lo cambié, estaba muy cómoda con él.
Sergio tocó al timbre mientras yo acababa de retocarme el maquillaje.— ¿Raquel? — Dijo para asegurarse de que estaba en casa.
— ¡Sí! ¡Un momento! — Corrí y le abrí la puerta.Sergio se acercó a mí para darme un beso, pero yo me aparté disimuladamente.
— ¿Qué tal estás? Ayer por la tarde estuviste desaparecida. Me preocupé un poco.
— Estoy bien, tranquilo. Lo que pasa es que quería desconectar del teléfono aunque solo fuera un día. Y tú, ¿cómo estás?
— Bien. Raquel, creo que tenemos que hablar.
— ¿De qué? — Pregunté, pero suponía a lo que se refería.
— Lo sabes perfectamente. Nuestra relación no está pasando el mejor momento. No nos comunicamos casi nada, no nos besamos ni nos abrazamos. Algo está pasando.Alguien tocó al timbre, interrumpiendo una de las conversaciones más incómodas que había tenido en las últimas semanas.
Fui hacia la puerta y miré por la mirilla. Era Alicia, y tenía mi sujetador en su mano.— ¿Quién es? — Me preguntó Sergio.
— Una amiga. No sé por qué habrá venido. Le diré que se vaya, que estoy ocupada.
— No hace falta, mujer. Si ha venido hasta aquí, déjala que pase.Cuando abrí la puerta, le hice un gesto para que escondiera el sujetador. Sergio era mi novio e iba a reconocerlo.
— Alicia, bienvenida. — Dije yo. Si las miradas mataran, os aseguro que le habría asesinado.
— ¡Gracias! ¿Este es tu novio? — Miró a Sergio detenidamente, como haciéndole un examen.
— Sí. Sergio, esta es mi amiga Alicia.— Estaba sudando, fue un momento de "Tierra, trágame".
— Encantado de conocerte. Raquel nunca me ha hablado de ti.
— La conozco de hace poco tiempo. — Dije yo.
— Nos conocimos en el cine. — Añadió Alicia. — Bueno, yo solo venía a devolverle el maquillaje que me prestó el otro día.
— Ya que ha venido, que se quede a comer, ¿no? Así nos conocemos más.
— Pero la comida... — Yo estaba intentando buscar una excusa.
— Por eso no te preocupes, cariño, he hecho comida de sobra.
— Está bien.
— Voy a preparar la comida, sentaos si queréis.Sergio se fue a la cocina y Alicia aprovechó para darme el sujetador.
— Gracias. — Le dije.
— A ti por lo de anoche.
— Alicia, te pido por favor que no lo menciones, que está mi novio en la cocina.
— Vale, vale... ¿Qué hay de comer?
— No lo sé, la comida la ha hecho él.
— Pues de comer hay macarrones. — Interrumpió Sergio.
— ¡Me encantan! — Dijo Alicia.
— El primer plato es para ti. — Y le sirvió el plato a ella. — Raquel, no te pongas celosa, ya voy a por el tuyo. — Se acercó y me dio un beso. Alicia giró la mirada para no verlo.Mientras comíamos, Alicia y Sergio no paraban de hablar pero, yo estuve callada todo el tiempo. No podía parar de pensar que le había sido infiel a Sergio y, además, con la mujer con la que estaba hablando ahora mismo.
— Estaban muy buenos. Gracias por invitarme a quedarme a comer.
— De nada, un placer. — Le respondió él. — Y dime, ¿vives sola, con tus padres, con tu novio?
— Vivo sola. Mi madre... Mi madre murió y mi padre se fue y no sé donde está.
— Alicia... ¿Por qué no me contaste esto antes? — Le intenté coger la mano pero ella la apartó.
— No quería darte pena.
— Ay, Alicia... Sergio, ¿puedes dejarnos solas?
— Claro. Estoy al lado, por si necesitáis algo.
— Gracias. — Le miré y le sonreí.Me levanté y fui a darle un abrazo a Alicia. Le abracé muy fuerte para que sintiera mi apoyo.
— ¿Estás bien?
— Sí, no pasa nada. — Dijo terminando de secarse las lágrimas.
— Lo siento muchísimo. — Dije llorando.
— ¿El qué?
— Estar tan seca contigo desde lo que pasó...
— Ay, amiga, no tienes por qué preocuparte. Te entiendo perfectamente y sé que tienes un cacao mental bien grande.
— Pues sí, no te voy a mentir. No sé qué hacer.
— Bueno, ahora... Ahora no pienses en eso, ¿vale? — Asentí y me volví a sentar en mi sitio.
— ¡Sergio, ya puedes volver!
— ¿Estás mejor? — Preguntó él.
— Sí, gracias.
— Siento haberte hecho esa pregunta...
— No pasa nada, tú no sabías nada.
— ¿Queréis café? — Dije yo.
— Raquel... Me voy a ir...
— Ay, ¿por qué?
— Estoy un poco cansada.
— Está bien, descansa.Se despidió de nosotros y se fue. Por mucho que me dijera que estaba bien, yo sabía que no. A ella yo le gustaba y yo... Yo no sabía nada.
— ¿Sabes? Tu amiga me ha caído muy bien. Es muy maja. — Yo sonreí.
— Me alegro.
— Voy a recoger los platos y luego, ¿quieres ver alguna serie?
— Sí, me encantaría.Mientras Sergio limpiaba la mesa, yo le envié unos mensajes a Alicia.