Capítulo 5 (Narrado por Alicia)

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Llevo toda la mañana pensando en ella, en si se sentirá mal o si ya no querrá verme más. Necesitaba hablar con Ágata para contarle lo que me había pasado.

— Te tengo que contar algo...
— ¿Qué te pasa? — Dijo asustada.
— La he cagado con Raquel.
— ¿Qué ha pasado?
— No sé qué me pasó, supongo que sería el alcohol, pero empecé a... tocarla.
— ¿Y eso es malo?
— Si tenemos en cuenta que tiene novio... Ágata, no sé qué hacer.
— Podrías llamarla. Hablar con ella será lo mejor.
— Tienes razón. Gracias por ayudarme.
— Es lo que hacen las amigas, ¿no?
— Te quiero mucho.
— Yo más. Y ahora, llámala. Suerte.

No quería molestar a Raquel, así que le mandé un WhatsApp antes de llamarla.

No quería molestar a Raquel, así que le mandé un WhatsApp antes de llamarla

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— Hola, Raquel. — Dije con miedo.
— Hola, Alicia. Lo primero: lo que pasó ayer... Creo que lo que hiciste estuvo un poco fuera de lugar.
— Sí, puede ser, pero... Cuando empecé a tocarte la pierna se te pusieron los pelos de punta. Pensaste en seguir. — Hubo un largo silencio. — ¿Qué pasa? ¿Tengo razón?
— Sí, sí, tienes razón... Pero me confundiste. ¡Joder, a mí me gustan los hombres!
— ¿Y eso significa que no te pueden gustar las mujeres?¿Que anoche no te sentiste atraída por mí?
— ¡Nunca en mi vida me ha gustado una mujer!
— Nunca es tarde.
— ¿Puedes callarte? ¿No querías arreglar las cosas? Así solo las vas a empeorar.
— Perdón, ya dejo el temita. ¿Te apetecería venir a mi casa esta tarde? Para ver una peli y eso. La cagué ayer, pero hoy te juro que no.
— Está bien. Perdóname a mí también porque me he puesto nerviosa.
— No pasa nada.
— ¿A qué hora en tu casa?
— Sobre las 20:00.
— Perfecto. Adiós, Alicia.
— Adiós.

— Adiós

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Llegaron las siete de la tarde y yo no sabía aún cómo me iba a vestir

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Llegaron las siete de la tarde y yo no sabía aún cómo me iba a vestir. Cogí lo primero que tenía a mano: unos pantalones rojos y una camiseta blanca. Me puse un maquillaje ligero y suave, quería estar cómoda.Cuando estaba terminando de peinarme, Raquel tocó al timbre.

— Has llegado cinco minutos antes. — Lo dije un poco seca, pero es que no me gusta la gente que llega demasiado puntual.
— Sabía donde estaba tu casa pero, por si a caso, he salido con tiempo de sobra.
— Bueno... Pasa. — Pensé en decirle "¡Estás muy guapa!" pero no quería que me malinterpretara. Raquel iba sencilla también, llevaba unos pantalones vaqueros negros y un jersey gris. Le quedaba genial.
— ¿Has pensado ya la peli que vamos a ver? — Dijo nada más entrar en mi casa.
— Te iba a decir si la querías elegir tú...
— ¿En serio? Pues... Una de miedo, por favor. Es mi género favorito.
— A mí me encantan. Pero, si no te importa, cenamos primero.
— ¿También has preparado la cena?
— A ver, tampoco te flipes, es una pizza que meto al microondas. — Nos empezamos a reír. — Siéntate en el sofá, voy a calentarla.
— ¡Ok!

Me fui a hacer la pizza y me di la vuelta para mirar a Raquel. La vi feliz, más de lo que me esperaba. Creía que iba a verla más incómoda por lo que pasó.

— Espero que te guste la pizza de jamón y queso...
— ¡Me gusta mucho! Creía que ibas a sacar una pizza de donuts... — Se empezó a reír.
— Puede ser que esté un poco obsesionada con los donuts pero, tampoco es para tanto.

Se notaba que las dos teníamos mucha hambre porque no abrimos la boca mientras comíamos.

— Llega el drama: solo queda un trozo de pizza.
— Te la dejo para ti. — Me acercó el trozo y me lo dejó en la mano.
— Gracias. — Sonreí y empecé a comérmelo. Cuando ya me había comido media parte, Raquel me robó lo que me quedaba. — Pero... ¡Ladrona!
— ¡Lo siento!

— Raquel, te noto un poco rara, ¿estás bien? — En realidad era completamente normal que estuviera así. Después de lo que pasó, costaría un poco conseguir que se sintiera cómoda. — Si te pasa algo, sabes que puedes contar conmigo. Y si es por lo de ayer, ya sabes que lo siento, que no volverá a pasar. Estábamos las dos un poco borrachas.
— ¿De verdad quieres que sea sincera?
— Pues claro.
— Me resultas muy atractiva. — Me esperaba de todo menos eso. —Perdón. Dios. No sé por qué he dicho eso.
— No te disculpes. — Fue lo único que conseguí decir.

Al segundo, tenía su boca a un centímetro de la mía. Empezó a besarme y a quitarme la ropa.

— ¿Quieres? — Me preguntó.
— La pregunta es si tú quieres. Tienes pareja...
— Solo una noche. Solo una vez.

Atrévete | AU RaliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora