—¿Qué vamos a hacer, Hoeni?
—No lo sé, Noelin. No lo sé—Ella empezó a caminar en círculos mientras se sacudía su cabello verde.
El cielo estaba agrietado, la música se había acabado, el Dunx no brillaba, las estrellas tampoco, y las Dacmias ya no se podían verme. Todo se hacía cada vez más y más oscuro.
Un sonido ensordecedor me hizo gritar y dar un salto. Un sonido mucho más fuerte y terrible que el sonido de los truenos en medio de la tormenta.
—¿Qué fue eso?
—No lo sé...
Miré a Hoeni, asustada, y luego, miré alrededor en busca de algo que me diera la respuesta a lo que estaba sucediendo. Pero cuando volví mi mirada de nuevo a Hoeni, ya no podía ver nada. Todo estaba oscuro, todo lo que brillaba en Mirum se había apagado.
—¡Hoeni! ¿Dónde estás? —pregunté asustada al no poder ver sus ojos verdes.
—Estoy aquí, Noelin. Tranquila.
Escuché otro sonido, pero este no era tan ensordecedor. Se escuchaban como pisadas y se acercaban cada vez más, y mi corazón latía cada vez más rápido y la incertidumbre me invadía. Estaba asustada no por lo que se acercaba, sino porque cuando estuviera cerca, no podría verlo... y eso podía ser terrible, para ella, para Hoeni, para las demás dríadas, para todo el mundo, para los...
—¡Hoeni! ¡Los Celestiales!
—¿Qué pasa con ellos?
—Pueden hacer que el Dunx vuelva a brillar y así poder ver lo que se aproxima—expliqué con un nudo en la garganta y una sensación horrible en el pecho.
—No, Noelin. No puede.
—¿Qué? ¿Cómo que no pueden?
—No puede hacerlo.
—¿Por qué?
—Porque no puede revivir algo que está muerto, Hoeni. ¡Mataron al Dunx, mataron a las Dacmias, las estrellas, todo! ¡Lo mataron! —Su se escuchaba quebrada. Como si estuviera llorando.
—No...
—Sí, Hoeni. Perdimos las lumbreras de la noche...
—¡Eso es!
—¿Qué?
—Perdimos las lumbreras de la noche, pero tal vez aún no hayamos perdido la lumbrera del día. El Hydand, puede que siga vivo, ¿no? Los Celestiales pueden hacer que sea de día y hacer... hacer lo que tengamos que hacer para salvar a Mirum.
—Puede ser... puede ser posible. Pero hay que ser rápidas, y precavidas. También podemos perder el Hydand y ahí perderíamos todo.
—¿Cómo hacemos para decirle a Los Celestiales que traigan el día de vuelta?
—Espera...
—Espero.
Lo único que se escuchó fueran las pisadas que se acercaba mucho más y más rápido.
—¡Celestiales! —Escuché después de unos minutos una voz tronadora que resonó por todo Mirum. Esta voz provenía de donde se suponía que estaba Hoeni. Pero no se oía como ella, no del todo. Era como si ella y otra persona estuviesen hablando al mismo tiempo—. ¡Soy Kala! ¡Su madre, la madre de Mirum y de todo en lo que él habita! Les pido que ayuden a salvar su hogar. ¡Traigan el día de vuelta en este momento y luchen por mantener el Hydand vivo mientras mis dos Hijas Mayores terminan con esta primera amenaza!
Se hizo silencio total en Mirum, ni siquiera se escucharon las pisadas de lo que fuera que se estuviera acercando.
De repente, la oscuridad se comenzó a disipar, y la oscuridad del cielo se tiñó de azul, de un claro y hermoso color azul, y el Hydand apareció en lo más alto de cielo, radiante y hermoso y pude ver el rostro de Hoeni una vez más y entonces corrí y la abracé, y luego la tomé del rostro y la miré, miré sus ojos verdes y...
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MIRUM: El Origen de las Dríadas
FantasíaNoelin, ha llegado de la nada, junto a otras dríadas, a este mundo maravilloso. Ha conocido a Hoeni, una extraña Dríada quien al parecer tiene una misión en este mundo. Noelin y Hoeni ahora tendrán que embarcarse en una aventura para conocer ese nu...