Capítulo 10

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Abrí los ojos y todo lo que veía era de color blanco. No veía a Los Celestiales, ni a la bestia, ni a las dríadas, ni... a Hoeni.

¿Dónde me encontraba? ¿Qué había pasado con la pelea?

—¿Hoeni? —pregunté con la voz ronca—. ¿Hola?

Me levanté lentamente de donde sea que estuviese acostada, recorrí con la vista el lugar en el que me encontraba y no había nada más que un tenue color blanco y un resplandor que hacía que me escocieran los ojos.

—¿Hola?

—Noelin—dijo una voz suave, una voz que me parecía familiar, como si la hubiese escuchado antes... Era la voz de la mujer que me había hablado, era la voz de Kala.

—¿Quién eres? —pregunté a pesar de que yo ya sabía la respuesta.

—Tú conoces la respuesta a esa pregunta—dijo la voz. Tan potente, tan irreal, tan soberana, tan hermosa.

—¿Eres Kala?

—Así es.

—¿Dónde estás?

—Estoy detrás de ti—Giré sobre mi misma hacia atrás para poder verla. Pero no la vi—. Delante de ti—Hice lo mismo, pero tampoco la vi—. A tu lado. Yo estoy en todos lados y en ninguno a la vez.

—¿Puedo verte?

La voz no respondió; sin embargo, Kala se manifestó. De la nada, en frente de mí apareció una mujer gigantesca, de piel morada. Solo logré ver de su cintura para abajo, porque era imposible que pudiera ver mucho más arriba. Era demasiado enorme, era demasiado grande, incluso mucho más grande que la criatura que se había aparecido en Mirum para destruirnos.

—¿Recuerdas lo que dije?

—Sí. Dijiste que soy una de tus Hijas Mayores y que yo salvaría a Mirum. Que era mi deber como Dríada.

—Antes de que Hoeni despertara y se diera cuenta que había llegado a este mundo, ella estuvo aquí conmigo, y yo la elegí para forjar Mirum, le entregué el poder de hacerlo y la capacidad de oírme, le entregué el honor de ser mi heraldo. Noelin, hoy yo quiero entregarte el poder para salvar a Mirum de la destrucción...—dijo Kala con una voz dulce.

—Perdone que te lo pregunte... pero, ¿por qué a mí?

—Porque fuiste el primer ser sobre Mirum en sentir el amor, Noelin. Porque acompañaste a Hoeni en su viaje a pesar de que no era tu deber—explicó mi madre—. Mi idea era forjar a Mirum con amor, el sentimiento más hermoso que hay y tú, lograste que Hoeni te amara, lograste que Hoeni sintiera, lograste ablandar el corazón de ella y por eso te elijo a ti, para que salves a Mirum. ¿Quieres salvar a Mirum?

Tragué en seco.

—Sí. Quiero que Mirum vuelva a ser maravilloso, quiero que vuelva a ser la obra de arte que creó la dríada que amo—dije mientras recordaba el momento en el que mis labios tocaron los suyos.

Después de esas palabras, Kala se arrodilló, y al hacerlo, pude ver de cerca su rostro.

Kala era hermosa. Kala tenía unos labios grandes y carnosos, sus ojos también eran grandes e irradiaban una luz blanca. Sus ojos eran de diferente color; su ojo izquierdo era de color naranja, y su ojo derecho era de color azul. Su cabello también era morado, como su piel, pero parecía que en él estuviesen todas las estrellas que se habían apagado en Mirum.

—Acércate, hija mía—dijo ella.

Me acerqué mucho más ella...

—Entra en mí.

MIRUM: El Origen de las DríadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora