Epílogo

41 2 4
                                    

Hoeni

Sentí que algo quemaba mi espalda, y cómo el calor de este fuego me recorría cada centímetro de mi piel.

Aquello no estaba bien, podía sentirlo... Aquello no podía ser bueno: Esa sensación de que algo dentro de ti se muere, como si una luz se apagara dentro de tu pecho. Era como si todo lo que yo era se extinguiera y fuera reemplazado por alguna otra cosa; por algo más gris, más opaco, más oscuro.

El dolor aumentaba y no podía evitar gritar con toda mi fuerza. Sentía también como si algo se quebrara, como si mi piel se rompiera, como si mis flores se convirtieran en piedras.

—Te tengo—dijo una voz tronadora dentro de mi cabeza. Aquella voz no era la voz de Kala... Esta era más grave, y sonaba malévola, como la de un Demonio. Pero estaba segura de que no era un Demonio, yo sabía, de alguna manera, que aquello era algo más grande, más fuerte, más poderoso que un Demonio, más poderoso aún que la misma Kala.

Aquello no estaba bien.

Aquello estaba muy mal. Y eso era lo que sentía: Maldad. La maldad apoderándose de mí.

—Ha llegado el momento de poner en marcha mi plan...

MIRUM: El Origen de las DríadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora