Capítulo 41

441 70 5
                                    

Su madre entró en la habitación después de que se fueran sus amigos, sin previo aviso. Piper aún estaba tratando de encontrar sentido a lo que había averiguado minutos atrás. Se encontraba acostada, boca arriba, llorando silenciosamente y rogando porque Alex le contestara el mensaje que le había mandado. Necesitaba urgentemente hablar con ella. Ya no podía esperar más.

Pero ni siquiera podía explicar la forma en que se sentía y la intromisión de su madre no ayudo.

— Piper... —. La voz de la mujer también sonaba agotada quebrada y llena de algo que Piper sintió era miedo.

Piper solo se incorporó lentamente, evitando verla a la cara, sintiendo la bilis en la garganta quemándole por el cólera que la embargaba. Trataba de mantener la compostura pero la presencia de su madre lo hacía difícil.

— Deberíamos hablar —. Piper giró hacia su madre con ojos nublados de lágrimas aún. Pero con ira saliendo de ellos. Ira que atravesaba hasta ella y la hizo temblar. Eso percibió Piper.

— ¿Hablar? —. La voz de Piper se volvió áspera. Su madre guardó silencio. Piper vio la indesición en ellos, vaciló entre quedarse o marcharse. Pero Piper ya había explotado, y ahora no permitiría que se fuera así como asi.— ¡Me has estado mintiendo! ¿De eso quieres hablar? ¡que son tan idiotas que no pensaron que recordaría nunca, que no me enteraría nunca! No puedo creerlo.

— Piper calmate —. Su madre estaba llorando. Pero Piper no se compadeció. No podía controlar su ira. Se había puesto de pie y estaba exagerando sus movimientos.

— ¡Son lo peor! ¡cómo pueden decir que me quieren, como pueden vivir fingiendo ante todos que somos una familia perfecta cuando le hacen eso a su propia hija! me dan verguenza, ustedes son los que deberían estar avergonzados, ¡los odio!

— Piper ya basta —. Su madre sin duda estaba deshecha, a Piper no le importó, ni que las personas del servicio estuvieran probablemente presentes y la oyeran, mejor para ella.— No quise... nunca quise hija...

Piper le hizo una seña de que se callara, su madre sorprendentemente obedeció. No quería escucharla, escusas absurdas, justificaciones sin sentido. Piper estaba demasiado dolida y no quería ni siquiera escuchar lo que tuviera decir. De pronto recordó algo probablemente no significaba nada, pero lo averiguaría.

— ¿Qué hay en el ático? —. Su madre palidecio. Y eso fue señal suficiente para que Piper decidiera que si había algo importante ahí.

Piper siempre se preguntó por qué su habitación estaba tan limpia y sin nada que la decorase. Tan sosa. Y no solo su habitación, toda la casa parecía esconder los secretos de ella. No había cuadros, diplomas, no había nada personal, nada que resaltará la personalidad de Piper o indicios sobre su pasado. Fueron un poco obvios pensó.

— Piper, debes calmarte si tu padre se entera...

— Me importa una mierda ya, dame las estupidas llaves.

— Lo haré si prometes no decirle nada a tu padre, Piper no entiendes lo que él haría.— Su madre estaba muerta de miedo, y a decir verdad ella tambien, quería hacer eso antes de que su padre llegará y sin duda quería seguir el consejo de Jenny, Kyle y Alex, sobre mantener el silencio. Bueno ahora solo aplicaba a su padre.

— Solo dame las llaves —. Espeto furiosa, había dejado pasar ese hecho porque solo había tenido curiosidad, pero ahora sabía que había más. Su madre asintió y se dirigió a su propia habitación, piper la siguió, la vio sacarlas de una mesita de noche que tenia junto a su cama y se las dio.

— Piper, perdoname.

— Y una mierda —. Le arrebató las llaves y salió echa una furia hacia las escaleras que daban al ático. Abrió la primer puerta, subió sintiendo el corazón en su garganta y las lágrimas asomarse, abrió la segunda, se tomó un segundo para abrirla, empujó y se encontró con el cuarto totalmente oscuro y un tufo a polvo y humedad. La invadió una sensación de escalofrío.

Buscó primeramente el interruptor y cuando se hubo iluminado vio el desorden que había ahí.

Todo estaba cubierto de polvo y olía a viejo, había cajas apiladas, objetos cubiertos con mantas, muebles que se veían casi como nuevos pero estaban arrinconados y empolvados.

Estaba algo confundida, era claro que tenía que buscar pero estaba tan alterada que Piper creyó que apenas abriera la puerta las respuestas estarían ahí. Se dispuso a inspeccionar entonces, debía encontrar eso que no sabía que andaba buscando.

Algunas cajas estaban rotuladas, desesperada abrió todas las que pudo, cargo algunas que no estaban pesadas, desapiló, y desordenó la mayoría. Encontró adornos festivos de Navidad, hallowen y demás.

Otras eran de vajillas o utensilios de cocina, algunos más de papeles. Encontró objetos en cajones de un mueble, tosió un poco por el polvo que estaba levantando.

Piper siguió caminando hasta que se encontró con una pila de cosas sobre un escritorio viejo que estaba detrás de varios muebles. Estaban esparcidas encima y por el suelo al rededor como si alguien solo las hubiera aventado para desacerse de ellas. Se acercó y entonces pudo darse cuenta de que eran sus cosas.

Lo supo porque había cosas que reconoció como si siempre los tuviera en su mente, se le hizo extraño pero al ver todos esos cuadernos coloridos, peluches tirados, y carpetas, supo que eran de ella.

Empezó por leer algunos papeles, algunos estaban arrugados y otros, los que estaban en carpetas, eran mas gruesos y parecían intactos, con manos temblorosas tomó uno de los papeles que se encontraban arrugados,  decía, solicitud de admision para la escuela de artes estatal.

Piper se había preguntado también en todo ese tiempo si es que ella estudiaba, o trabajaba antes del accidente, probablemente se había licenciado ya en algo, y no sabía nada. Su madre le había dicho que retomaría la escuela pero se le hacía muy raro que si Jenny ya estaba recibida, y Kyle al parecer también, ella todavía estuviera en la escuela.

Pero sus problemas académicos eran lo de menos. Tomó unos portaretratos que estaban boca abajo sobre la madera. Eran pequeños así que los tomó los dos al mismo tiempo y cuando los giró sus lágrimas salieron en torrente.

Alex la abrazaba y ambas estaban sonriendo. En una de ellas Alex estaba besándola en la mejilla mientras Piper sonreía tímidamente haciendo una mueca.

Alex. Le oculatron a Alex. Ella era la razón.

Vio las fotos detenidamente, sin evitar que algunas gotas cayeran sobre el vidrio. Estaba feliz, realmente feliz, más feliz de lo que pudiera parecer en las fotografías que su madre le había enseñado. Cómo pudieron negarle la felicidad. Era obvio, que Alex era su felicidad.

Alex era esa persona a la que se refería Kyle, no había duda, esa que estaba con ella. Era su novia, su pareja, la persona que había elegido antes y que sin duda eligió de nuevo.

Los dejó caer sobre el escritorio, se apresuró a buscar más cosas, dentro de la caja había una bolsa y dentro de ella había sobres y fotos. Más fotos de Alex y con Alex. Cartas...

La caligrafía no era de ella, supo que eran notas que le había dado Alex, y el hecho de que cada cosa que le hubiera dado lo hubiera guardado, la lleno de alegría. Era su baúl de los recuerdos.

Las notas de Alex no eran románticas, alguna que otra le saco una risita, ponía cosas como hey rubia, te has visto en el espejo.

Oye Piper quieres ser mi Valentine, no tengo problema con invitar a alguien más pero ya sabes tal vez debería ir con mi chica.

Hey... Hey..  hey... Hey... Te amo

Saliendo comemos? Muero de hambre, tal vez podrías darme algo de lo que guardas ahí...

Piper vio que había muchas más como esas y sobres rasgados que tenían su nombre, supuso que eran cartas pero aunque tenía muchas ganas de leerlas, las lágrimas no se lo permitían del todo. Además algo más llamo la atención, una libreta con una P en medio.

La tomo en sus manos, se alegro de saber que esa costumbre estaba bien arraigada. Lo abrió con delicadeza, las hojas parecían algo viejas y delicadas.

Y al ver su caligrafía y todo lo que ponía se entristeció y se alegro. Lo hojeo hasta que llegó a punto de su vida que se le interesaba explotar. Había poco en las últimas hojas, pero se seco las lágrimas y leyó lo que ya sabía.

En el corazón se perteneceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora