NARRA KAREN:
—Maldita sea, no pudiste elegir menor momento, copito—dije con mis brazos sosteniendo su pequeño cuerpo.
Su boca estaba abierta y su cabeza cayó hacia atrás sobre mi brazo mientras la llevaba cruzando el baño a la puerta. Pesaba casi nada, pero tenía el cuerpo firme de un atleta. La amolde en mis brazos mientras empujaba la puerta del baño abriéndola y conseguía sacarnos a través de la abertura.
Fui recibido por una explosión de música a todo volumen, humo, y Álvaro.
—Maldita sea, mujer, con que no solo te llaman la diabla en un sentido. —Álvaro bromeó mientras lanzaba su brazo alrededor de mis hombros — no me digas que ya también le tiras para el otro lado... eso explicaría mucho— lo mire mal.
—La encontré en el baño. Alguien la drogó con algo. No podía solo dejarla ahí —dije cuando empecé a caminar entre de la abundante multitud.
—Joder, amiga, eso apesta. —Empujó a un par que bloqueaban mi camino.
Álvaro se quedó a mi lado y me ayudó a empujar para atravesar. Afortunadamente, las luces estaban apagadas por los láseres y nadie nos notó. A las chicas del club les encanta compartir con la banda y usualmente estoy bien con eso, pero no ahora mismo, no con la posibilidad de una chica muriendo en mis brazos.
—¿Desde cuándo te importa una mierda una chica al azar en el baño? —preguntó Álvaro cuando llegué a la barra.
—Sólo cállate y ayúdame.
Apartó su pelo de su cara, y luego se estiró buscando su pulso en el cuello.
—Um, amiga, necesita ir al hospital ahora. Apenas tiene pulso. ¡Sácala de aquí! Cubriré el show y me encargo de tus cosas.
Bajé la vista hacia su pálido rostro. Sus labios agrietados se veían como si estuvieran a punto de sangrar, y había círculos verdosos formándose debajo de sus ojos. Definitivamente estaba a punto de morir.
En lugar de responderle, le asentí. Giré sobre mis talones y me dirigí a la puerta principal. No había ninguna necesidad de tratar de pedir ayuda o pedirle a alguien que llame a una ambulancia. Nadie me oiría o le importaría, y sería odiado por llamar a la policía o cualquier forma de autoridades a El escape. La mitad de la gente era menor de edad y había suficientes drogas flotando alrededor del lugar para ponernos a todos en la cárcel.
Así que solo corrí a mi auto sosteniendo a la chica en mis brazos. Estire abriendo mi puerta oxidada del lado del pasajero y la dejé sobre el asiento. Se dejó caer en el asiento. Corrí alrededor de mi auto y salté. Había estado bebiendo así que las cosas estaban un poco borrosas, pero joder, la chica estaba muriéndose y por alguna estúpida razón era lo suficientemente afortunada para que no me importara una mierda.
Rechiné los cauchos saliendo del estacionamiento y llegué al hospital más cercano en cuestión de minutos. Con la inconsciente chica en mis brazos, corrí hacia el mostrador de la sala de emergencias. La señora mayor detrás del mostrador me miró como si fuera un monstruo. Estoy segura de que no se veía bien para mí, una chica tatuada y perforada, sosteniendo a una medio muerta princesita.
—Necesita ayuda. La encontré al lado de la calle. Estaba consciente al principio y dijo que alguien la drogó. Perdió el conocimiento, así que la traje aquí.
Hubo un frenesí de enfermeras y médicos y luego la chica rápidamente fue llevada lejos sobre una camilla. Habiendo hecho mi trabajo, me di la vuelta para alejarme.
—Hija, disculpa. Necesitamos que se quede alrededor para hablar con la policía —dijo la señora mayor detrás del mostrador.
Pude ver en sus ojos que estaba disgustada por mí.
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Nuestra esperanza
Teen FictionA veces todo lo que necesitas es esperanza La vida no ha sido favorable para Karen. Ser un saco de boxeo para toda su familia ha hecho que algo dentro de ella muriera con el tiempo, la han convertido en roca. Ni siquiera el lúgubre parque de casas r...