CAPITULO 4

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NARRA PAOLA:

—Que estúpida— dijo Sara una vez que regresé al auto—. Ella no tenía derecho a hablarte de esa manera. Todo lo que estabas haciendo era decir gracias. Caray, ¿qué difícil hubiera sido decir gracias y cortésmente marcharse? Ciro dijo que podía ser una imbécil con las chicas, pero maldita sea.

Ella tenía razón, por supuesto. Tomó todo lo que tenía en mí el salir del automóvil y escupir las palabras "gracias". Yo ya soy naturalmente una persona tímida, pero el hecho que ella me había visto en el peor estado que nunca había estado, me puso incluso más incómoda. No importa qué tan tembloroso mi cuerpo estaba o lo nerviosa que estaba, sabía que agradecerle era lo correcto a hacer. Ella había salvado mi vida, después de todo.

Ahora, después de que tan groseramente me desdeño y se alejó, estaba pensando que sólo debería haber dejado las cosas como están.

—Otra vez, ¿cómo dijo Ciro que se llamaba?

—Karen Machl —dijo ella mientras se salió de la carretera pedregosa lleno de baches hacia la autopista—. Incluso su nombre grita estúpida. Los chicos la aman, sin embargo.

¿Qué pasa con las chicas y los imbéciles arrogantes? Nunca lo entenderé.

—Lo dice la chica que persigue a cada polla arrogante en un radio de diez millas. —Me reí de mi propio comentario.

—¡Hey! Una chica tiene necesidades. Estoy segura de que un día encontraré un buen chico que pueda llevar a casa para conocer a mi mamá, pero hasta entonces, voy a disfrutar siendo revolcada por los malos. —Ella ronroneó bromeando y luego gruñó.

—Estoy convencida de que hay algo mal contigo. De todos modos, hice lo que vine a hacer. Me hubiera muerto si ella no me hubiera llevado al hospital. Le agradecí y ahora puedo olvidarlo.

—Sí, eso probablemente es lo mejor. Escucha, Py, realmente siento mucho lo de anoche. Te juro que pensé que te fuiste. Estallé tu teléfono llamándote y fui en tu busca en el momento en que me di cuenta que nos separamos. —Ella me miró y frunció el ceño mientras hizo un giro a la derecha.

Ella se había apresurado a nuestra casa en cuanto me dieron de alta del hospital y luego paso la siguiente hora llorando en mi regazo y pidiendo disculpas. No es como si ella me drogó. Sucedió y nunca volvería a suceder. Tú vives, aprendes, y lo superas. Había pasado por cosas peores y pasaría por cosas peores de nuevo.

—Tú no has hecho nada malo, y hasta que mis brazos quedaron insensibles, estaba teniendo un buen momento. —Traté de hacerla sentir mejor—. Pero no sé si ese es mi tipo de lugar.

—Entiendo. Sé que no es realmente tu ambiente. Iré sola. —Ella metió a sacudidas su automóvil dentro de mi camino de entrada y pisó con fuerza el freno.

Agarré el tablero para no dejar que mi cabeza lo golpeara por la parada repentina.

—¿Por qué en el mundo te gustaría volver ahí? —le pregunté, horrorizada.

—Bueno, no he dicho nada debido a toda la locura que estaba pasando, pero Ciro me pidió que fuera a verlo tocar el próximo fin de semana. Oh, Dios mío, es tan malditamente caliente. Él me envió un mensaje esta mañana y me llamó hermosa. Creo que estoy enamorada. —Suspiró.

—Tú siempre estás enamorada. —Negué con la cabeza—. Prométeme que no irás sola. Si todo se reduce a eso, voy a volver contigo y meteré una botella de agua potable para beber en mi bolso. No creo que quiera parrandear tan duro como lo hice la última vez. —Bromeé.

—Estoy totalmente no riéndome de eso. Podrías haber muerto o, si yo hubiera agarrado tu vaso en lugar del mío, podría haber muerto. Tenemos que tener más cuidado de ahora en adelante.

Nuestra esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora