Tres

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Abrí otra vez la puerta de la azotea y el cielo no era de color azul esta vez, tampoco subía para comer, ya habían terminado las clases, pero queria ver el cielo de color naranja que reflejaba el atardecer. Pero, apenas abrir la puerta sentí un olor a tabaco. Conocía ese olor, tabaco y vainilla.

— Profesora Joanne...

Dije lo suficientemente alto para que me escuchará.

— Buenas tardes Clover ¿qué haces aquí? Las clases ya terminaron hace una hora.

— Solo venía a ver el cielo.

¿Sonó tonto? No quiero que piense que subí, porque quería verla, no, no, no pensaba en alguna posibilidad de que este ahí.

— Es hora de regresar a casa.

Dijo dando una calada a su cigarrillo.

— Usted tiene razón...

"¿Porque no me quería ir?"

Tenía la mirada de ella sobre mí. Por alguna razón, su mirada ya no se sentía tan fría como aquella vez, será por las ultimas gotas de calor que daba el sol en su muerte diaria.

— Yo también estaba a punto de irme ¿quieres que te acompañe?

Dio una vaga sonrisa, como si supiera que estaba buscando. Se apoyó en el barandal, su cabello negro caía y sus ojos ojerosos me miraban, termino de fumar su cigarrillo.

— Andando.

Su pregunta no necesitaba respuesta. Ella ya lo sabía.

Salimos de la escuela, de ninguna manera esto era sospechoso, aparte de ser mujeres, teníamos una relación de alumna y profesora. No era sospechoso a simple vista.

— ¿Toma el tren profesora?

— Sí, mi residencia se encuentra por Paranimba.

"Paranimba.... ¡¿Paranimba?! He vivido ahí por diecisiete años y nunca me la he cruzado"

- Ah... Yo vivo cerca de ahí también.

- Recién me mude hace dos semanas, aparte estaba sin trabajo y tu escuela me ofreció la oportunidad, así que deje varias cosas atrás y vine para acá.

Al momento de decir "varias cosas" mostro un poco de fragilidad en su expresión.

Nos quedamos un momento en silencio, viendo como el sol se ocultaba mientras caminamos hacia la estación y en cada paso que dábamos, se empezaba a teñir el cielo de color azul marino.

— Me gusto tu respuesta Clover, la mayoría daba respuestas muy largas, pensando que la lectura crítica necesariamente requiere de respuesta elaboradas y bien fundamentadas. No diste rodeos y supusiste bien.

¿A que venía esa declaración?

— Gracias, supongo...

Respondí.

La profesora se empezó a reí ruidosamente.

— Te estoy halagando Clover, se dice gracias.

Ella provocaba sentimientos nuevos y raros dentro de mí. Yo que me consideraba alguien que no podía llegar a ese nivel de romantización de la personalidad de las personas, sin embargo, me encontré con alguien que hace que mi corazón lata de manera brutal y sin parar.

— Gracias...

— Bueno, aquí es donde nuestros caminos se separan, yo voy por allá.

— Sí. Entonces, buenas noches profesora.

— Buenas noches Clover.

Por primera vez, tarareaba una canción en mi camino hacia casa, miraba las estrellas dejándome con varias preguntas.

¿Cómo sabía que la dirección de mi casa era por allá? Y ¿Ella estará viendo las estrellas también?

Afuera Hace FríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora