Capítulo Dos

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Entró al departamento, sin tomar mucho en cuenta a su amiga, sabía que la observaba con un rostro burlón. Idiota, quiso decirle, pero pensó que no valía la pena. Se dejó caer con un ligero puff, en el sofá de dos plazas situado frente del gran televisor de la sala del departamento. Ese sillón era testigo mudo de conversaciones estúpidas, noches de películas y también de alguna que otra borrachera.

Eso era lo que necesitaba en esos momentos, sumergirse en la anestésica sensación que te provoca grandes cantidades de alcohol.

Valentina se acomodó en el sillón mientras se quitaba las zapatillas, lo único que le faltaba era que le saliera un callo por culpa de su atuendo para su garrafal cita, refunfuñó algo mientras Juliana cerraba la puerta.

Quería reírse de la actitud de su amiga, pero sabía que si lo hacía, las partes nobles de su anatomía estarían en peligro, partes que le agradaban mucho, "muchas gracias". Así que hizo caso omiso a la vocecita que le gritaba por hacerle algún comentario estúpido.

Parecía una gatita enojada, pensó Juliana.

Le encantaba verla de ese modo, no porque se viera triste y enfadada, pero si furiosa y refunfuñante. No sabía que había pasado, pero tenía idea o se imaginaba lo que pudo suceder, se había arreglado con un vestido azul entallado que marcaba su figura que hacia resaltar sus ojo azules, uno que Juliana había creado para ella, el ligero maquillaje seguía intacto a pesar de las lágrimas frustradas, que hacían resaltar más sus ojos. Valentina nunca lloraba.

La siguió observando, si se acercaba, su acercamiento sería mal recibido, la conocía tan bien que sabía que era Valentina la que tendría que dar el primer movimiento. Eran las 9 de la noche y tenia cosas que hacer, pero ese asunto pendiente tendría que esperar.

-Saca el Mezcal -

-Wow, hemos mejorado... antes primero me saludabas, en vez de entrar como toro al ruedo. -

Un ligero "umm", salió de la garganta de su amiga, quien había ignorado el comentario sarcástico. Se acercó a la cocina para tomar la botella y los vasos de shots, Valentina seguía refunfuñando en el sillón. A leguas se notaba que no había sido su mejor noche. Se acercó de nuevo, sentándose junto a ella en la otra plaza del sillón.

-¿Cómo te fue? - preguntó Juliana.

Valentina le dirigió una mirada que claramente decía "cállate" pero no lo externó, simplemente le quitó el shot y la botella, se sirvió y se apresuró a tomarlo, sentía que la garganta le quemaba mientras el liquido recorría su garganta, observó a Juliana quien parecía un pez fuera del agua, abriendo y cerrando la boca, impactada por su forma de beber. Juliana le quitó la botella y estaba a punto de protestar cuando miró que hacía lo mismo que ella con una ligera mueca, por el ardor que pasaba por su garganta, igualando condiciones.

Le acercó su vaso para que lo llenara de nuevo, Juliana así lo hizo, pero solo a la mitad, idiota, pensó, le dio una mirada de pocos amigos que la morena ignoró, sirviéndose en su propio vaso, le reventaba que la ignorara, para colmó le dolían los pies por la caminada con las estúpidas zapatillas, pensar que las había comprado para la ocasión, le daba más rabia, esperaba que esa botella no fuera la única que Juliana tuviera, porque en su estado iba a necesitar todo el Mezcal que su cuerpo pudiera consumir. Pasaron unos minutos en silencio, observó a su amiga, quien movía su vaso en forma circular, su brazo descansaba en el sillón de forma perezosa, estaba explayada con los pies cruzados sobre la mesita de centro, odiaba que Juliana se viera tan relajada. Últimamente, odiaba odiar tantas cosas, no le vio la gracia. Sus estúpidos zapatos, su estúpido departamento, sus estúpidos hermanos.

-Odio a mis hermanos... - afirmó.

Ganándose un ruido extraño por parte de Juliana parecido a una risa. Sabía que no le daría la razón, por alguna extraña razón Eva adoraba a Juliana, en ocaciones parecería que hasta más que a ella. Traidora.

Con Sabor a MezcalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora