Nunca quise regresar a Norwood, en primer lugar porque es la tierra madre de lo sobrenatural, el lugar donde todo es posible, y que además, resulta ser el mismo donde los humanos comunes deciden cubrir sus ojos antes de ver más allá de su propia realidad. Aunque claro, eso ultimo solo es posible si George no logra disfrazar los hechos antes porque, después de todo, ese es su segundo trabajo.
El primero es cuidar de cuatro adolescentes, ya que pertenece al rango de los brujos guardianes y, para la suerte de las cuatro, permaneció al lado de nuestros progenitores desde que eran adolescentes y no se le hizo difícil acceder a nuestro cuido.
Como todos los años, volvíamos a la Fortaleza Luna Roja que se encuentra ubicada en el centro del busque para la celebración de nuestro cumpleaños número dieciocho, sin embargo, no todos fuimos capaces de llegar.
El nudo que se ha formado en mi garganta crece con cada segundo que pasa y se vuelve difícil pasarlo desapercibido, tanto que incluso comienzo a sentir una opresión en el pecho que no me deja ni respirar tranquila. El agua ya se ha acumulado en mis ojos y me veo en la necesidad de pestañear para no llorar frente al dueño de aquella mirada del color de las nubes cuando está bastante cerca de caer una tormenta.
Tomo la taza de té frente a mí con mis manos temblorosas y le doy un pequeño sorbo que a penas y logra pasar por mi garganta.
Suspiro y me obligo a preguntar lo que llevo guardándome desde hace tres noches, cuando por fin he asimilado la situación.
— ¿Cómo es posible que esté con vida?, ¿Quién me salvó? —le cuestiono a George.
Él, en la cabecera de la mesa, a penas y voltea a mirarme, pero basta con tan solo unos segundos para apreciar las bolsas que se han formado bajo sus ojos para percibir el cansancio que posee por la falta de sueño.
Han transcurrido siete días tras el trágico accidente automovilístico que sufrí junto a mis padres y mis dos hermanos menores. No puedo afirmar lo que ocasionó que mi padre se desviara del camino porque estaba completamente hipnotizada por el estúpido juego de Candy Crush que se reproducía en la pantalla de mi celular.
El horrible chirrido de las llantas sobre el asfalto en un intento fallido por frenar y el auto volcándose en el aire para luego estrellarse contra la madera del puente y romperla; los gritos de Liam y Zoe pidiendo ayuda y el agua del río ingresando en el vehículo antes de dejarme sin consciencia, aún me persiguen en mis peores pesadillas.
Según los informes dados por el departamento de la policía, un venado corrió del bosque y papá intentó esquivarlo para no hacerle ningún daño. Por supuesto, no lo logró y terminó haciéndole daño a su familia en el proceso.
— Quisiera tener las respuestas a todas tus preguntas —me contesta George finalmente. Toma la taza frente a él y bebe un sorbo después de agitar levemente el objeto—. Pero no se mas que lo que tú ya sabes, mi querida Fallon. Así que por desgracia, no me veo capaz de explicar.
Trago con fuerza y la primera lágrima logra escaparse.
— ¿Por qué solo yo?, ¿Por qué no salvaron a los demás? —le insisto con más interrogantes—. Mis hermanos... Eran solo niños, merecían ser más salvados que yo.
— En algunas ocasiones, Fallon —me dice con un tono trémulo—, solo nos queda agradecer en lugar de preguntarnos porque las cosas suceden de la forma en que lo hacen.
Me quedo perpleja, no puedo creer lo que acaba de decir.
— ¿Y entonces qué?, ¿Debo agradecer que todos estén muertos?, ¿Es eso lo que dices? —la molestia en mi voz se esfuma en cuanto termino las últimas palabras.
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La luna maldita
Fantasy«Estamos sentenciadas a un destino que no pedimos y que no merecemos, pero que ya estaba decidido desde mucho antes de nuestro nacimiento. No tuvimos derecho a elegir. » Queda prohibido cualquier tipo de copia o adaptación. La obra está registrada e...