Cada vez entiendo menos qué es lo que ocurre en el bosque.
Cuando George me pidió que nos mantuviéramos alejadas, lo entendí. Pero todo se vuelve más confuso ahora que la muerte también se involucra; es extraño, porque parece estar protegiéndonos.
¿Pero de qué?
¿O por qué?
Ni siquiera soy capaz de entenderlo a él, mucho menos sus advertencias. Se comporta de una forma un instante y al siguiente me habla de una forma que me genera temor.
¿Qué puede ser tan malo para querer mantenernos lejos del bosque?
¿Tiene que ver con los cuerpos encontrados?
George mencionó que no debo de preocuparme por los cuerpos, pero empiezo a creer que hay algo más detrás de ellos.
Todo se está volviendo tan turbio.
Entro al salón de estar y ladeo un poco mi cabeza frunciendo el entrecejo.
George se encuentra de pie con sus brazos cruzados y su espalda erguida; su expresión es neutra, pero Emory se mantiene cabizbaja y Raven y Rowan desvían su mirada en diferentes puntos de la habitación para evitar el profundo tono plateado que les observa de forma acusatoria. Detengo mis pasos y abro la boca dispuesta a saber lo qué ocurre; la cierro en seguida cuando Raven me mira por el rabillo del ojo y niega discretamente, aunque no lo suficiente.
Me doy media vuelta e intento escabullirme fuera de la habitación.
— Siéntate, Fallon —pide George en un tono suave, pero firme.
Me detengo bajo el umbral ovalado; me giro en seguida, él ni siquiera me mira, se mantiene atento a las demás.
Accedo de mala gana y tomo asiento entre medio de las mellizas.
— ¿Qué ocurre? —le pregunto a George cuando he terminado de acomodarme.
— Eso es exactamente lo que me gustaría saber —suena molesto—. Tienen a penas tres días juntas y por lo que él me dijo, no es su primera vez en la mansión —mi mirada se encuentra con la suya y me siento pequeña bajo su escrutinio—. ¿Qué otras cosas me están ocultando?
Mi labio inferior tiembla y lo muerdo.
Cuando la muerte y George se tomaron unos minutos a solas para hablar de quién sabe que cosa en el interior del despacho, debí suponer que George se terminaría enterando de mi aventura en el bosque para hablar con un alma.
— Nada —por alguna razón decido mentir.
En seguida tengo las miradas de las demás puestas sobre mí.
George exhala con pesadez y niega con su cabeza. Es obvio que mi mentira a quedado al descubierto, él nos conoce casi a la perfección y mis amigas no saben disimular mucho que digamos.
— ¿Cómo puedo protegerlas si me mienten?
No logro sostener su mirada, sus palabras me hieren porque logro percibir la decepción en ellas. Mi visión se distorsiona y agachó la cabeza, muerdo el interior de mi mejilla para evitar llorar.
— Lo siento... —Emory nos pide a disculpas a nosotras.
— Emory, detente —interviene Raven de forma tranquila.
— No puedo —niega.
— Conozco el sentimiento —otorga Rowan, compresiva.
Recompongo mi postura, alzo el mentón.
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La luna maldita
Fantasía«Estamos sentenciadas a un destino que no pedimos y que no merecemos, pero que ya estaba decidido desde mucho antes de nuestro nacimiento. No tuvimos derecho a elegir. » Queda prohibido cualquier tipo de copia o adaptación. La obra está registrada e...