Capítulo 8🌙

59 6 23
                                    

Después de la conclusión a la que llegué, permanecimos unos minutos más de pie frente al bosque; retrocedimos en cuanto nos dimos cuenta que el fuegos faoutus no desaparecerá a menos que le sigamos tal cual la primera vez que apareció.

Eso solo termina de confirmar mis sospechas, alguien lo está invocando a través de un hechizo.

Observo el bosque.

La pequeña bola de luz sigue en el mismo lugar moviéndose de un lado a otro de forma lenta y constante.

Quiero esperar a George para que él sepa que hacer, pero mi paciencia está llegando al límite y no creo poder continuar con la incertidumbre. Sé lo que ambos me dijeron sobre el bosque, pero la curiosidad me carcome el alma y quiero saber quién es la persona que nos llama.

Quizás sea Asteria, aunque lo dudo un poco porque aquella noche parecía estar viviendo bastante sola.

Todo esto me parece un puzzle tan confuso y con demasiadas piezas que faltan por buscar para poder encajar todo en su respectivo lugar y lograr entender lo que sucede.

— No creo que pueda seguir esperando —confieso en voz alta, me pongo de pie y me cruzo de brazos—. Quizás la luz se desvanezca para cuando George vuelva y no podremos saber que o quién envía las luces hacia nosotras.

— Sinceramente, no me molesta no saberlo —alega Emory—. No quiero hacer enojar a George, otra vez.

— En esta ocasión estoy con Emory —agrega Rowan.

Suelto un resoplido.

— Las entiendo —digo, después de unos segundos.

La verdad es que no lo hago, pero de todas formas intento ser compresiva porque no puedo obligarlas a hacer algo que va en contra de sus principios. Sin embargo, tampoco pretendo quedarme aquí sentada.

Quiero respuestas, y las buscaré por mí cuenta si es necesario.

— Yo no —vocifera Raven—. ¿A caso no quieren saber quién diablos está queriendo juguetear con nosotras? Porque honestamente, no me agrada la idea.

— A tí no te agrada nada que vaya en tu contra o no puedas manejar —dice Rowan.

— Tienes razón —otorga Raven—, quizás por eso me molestas tanto.

— ¡Suficiente! —intervengo antes de que ocurra otra confrontación—. No quiero escucharlas discutiendo otra vez, así que si quieren hacerlo tendrán que largarse de aquí.

Ambas me observan estupefactas y con sus labios entreabiertos.

Incluso yo logro sorprenderme ante el tono que manejo, pero lo disimulo y mantengo mi semblante serio.

Ninguna dice nada, Rowan aprieta sus labios indignada y se coloca sobre sus pies mirando a Emory, quien vacila unos segundos y mordiendo su labio inferior decide imitar el ejemplo de la pelirroja frente a ella; entonces ambas desaparecen en el interior de la mansión dejándome con Raven en la banca de cemento frente al campo de tiro con arco.

Me dejo caer sobre la banca una vez más.

Contengo el aliento y lo dejo escapar con lentitud durante al menos tres veces seguidas.

Quería evitar que las mellizas volvieran a pelear, no causar que Rowan se molestara conmigo en su lugar, pero ella es así: tan resentida y orgullosa.

— No me molestaré contigo si admites que usaste ese tono para que se fueran —me dice Raven, aun sentada a mi lado.

Llevo mi mirada hacia el bosque, la luz palideció desde la ultima vez que la mire hace tan solo unos minutos atrás.

La luna malditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora