Emory Pearson
Rowan se encuentra recostada en el sofá con sus piernas sobre el, sujeta el libro de orgullo y prejuicio entre sus dedos pero dudo mucho que realmente este prestado atención a los párrafos que lee. La he observado de reojo constantemente, y aún continua en la misma página de hace treinta minutos.
Además, también menea su cabeza al ritmo de la suave melodía que producen las teclas del piano bajo la presión de mis dedos ante mi interpretación de Saturn, de Sleeping at Last.
—Es una hermosa canción —concede Rowan—. Al igual que tu interpretación.
—Gracias —sonrío.
El calor se extiende por mis mejillas.
Rowan cierra el libro de golpe y voltea a mirarme, una de sus cejas rojizas se encuentra alzada.
—¿Cuánto tiempo te ha llevado perfeccionarla? —cuestiona—. Me gustaría aprender a interpretarla también.
—Dos semanas.
—¿Bromeas? —me río levemente ante la impresión en su tono de voz—. Espero que te sientas agraciada y dotada, Emory Abigail, porque yo tendría que partirme el cuello antes de conseguir interpretar una canción así de rápido.
Me río y continúo interpretando la canción hasta el final.
Rowan retoma su lectura.
Me siento terrible por sentirme en paz sin Raven y Fallon; por disfrutar plenamente de este momento y por tomar un bando entre las mellizas, es solo que no me gustaría que Rowan se molestara por creer que no cuenta con mi apoyo. Sé que Raven no se sentirá de la misma forma, porque ella siempre ha tenido un vínculo más cercano con Fallon.
Presiono una tecla equivocada y la sincronía se arruina, me detengo en seco con mis labios entreabiertos.
Empiezo a contemplar las imágenes que se producen en mi mente y me siento parte de ellas, como si estuviera corriendo por el bosque junto a Fallon; la figura que se forma de la niebla, el color de los ojos de Raven, todo.
—¿Qué ocurre? —pregunta Rowan—. ¿Por qué te detienes?
—Están en problemas —me pongo en pie y me dirijo hacia las escaleras que llevan al segundo piso.
Rowan me sigue de cerca.
—¿Quiénes?
Giro la perilla dorada de la puerta blanca de mi habitación y casi trotando me acerco al balcón, abro ambas hojas de la puerta de cristal y llevo mi mirada hacia el bosque, en busca de la luz mágica, pero no hay rastros de ella.
Por supuesto que no la habrá, Fallon y Raven se adentraron en el bosque.
¿Cómo pude ser tan ingenua de creer que ellas dos, solas y juntas, no harían nada al respecto?
—Están en el bosque justo ahora —informo sin girarme—. Desobedecieron, otra vez.
Rowan no responde.
Me volteo al percibir que hay demasiado silencio y la luz de mi habitación empieza a parpadear.
Todo ocurre demasiado rápido y no me da tiempo de reaccionar, Rowan me toma del cuello de mi chaqueta y me eleva en el aire arrojándome contra el espejo del tocador.
ESTÁS LEYENDO
La luna maldita
Fantasía«Estamos sentenciadas a un destino que no pedimos y que no merecemos, pero que ya estaba decidido desde mucho antes de nuestro nacimiento. No tuvimos derecho a elegir. » Queda prohibido cualquier tipo de copia o adaptación. La obra está registrada e...