Capítulo I: El Histrión

30 1 0
                                    


Cuando digo que no siento nada es porque realmente no siento nada, lo único que ha podido conmoverme han sido actos altruistas por lo que me considero filántropo lo cual es contradictorio porque soy asocial.

Antes de recluirme en mi miseria tenía amigos e incluso llegué a tener novia; de lo primero sólo conservo a uno, de lo segundo no recuerdo rostros ni nombres, pero lo más interesante de todo esto es mi metamorfosis cuando estoy con las personas. Con lo poco que hasta ahora he dicho puede que haya una idea vaga de como soy, pero no es ni por asomo mi comportamiento cuando estoy con otras personas.

Mi comportamiento ha variado mucho a lo largo de estos años e incluso varía espontáneamente y no puedo controlarlo, juro que no puedo, he estado contento muchas veces, pero internamente rechazo la idea de ser feliz y me dan arrebatos de alejarme de todo aquello que me rodea. Es algo que me ha pasado incontables veces.

Escapo a la posibilidad de ser feliz porque dentro de mí me da miedo llegar a serlo y después sentirme vacío; voy a pretender que esto no es más que una bitácora y que nadie nunca lo va a leer para poder ser extrovertido conmigo mismo y decir toda la verdad.

- Yo sólo quiero una cosa en la vida – le dije al viejo

- ¿Qué es? – me pregunta

- Ser feliz.

- Pero no lo es.

- No lo soy.

- Y no lo es porque no quiere serlo.

- Tiene razón – le afirmo

El viejo me dice que soy histriónico, que no puedo decir la verdad y que mi instinto primario es mentir, que esa es mi naturaleza y la verdad es que no se equivoca; claro que no me gusta decir mentiras, pero cuando no quiero hacer nada simplemente me defiendo utilizándolas y me sale muy bien.

Últimamente se ha vuelto habitual que no quiera hacer nada debido a mis depresiones que son consecuencia de mis crisis de identidad.

Podría pasarme todo el día escribiendo ejemplos de cómo he logrado engañar a todos los que me rodean e incluso a las personas que nada tienen que ver conmigo, pero me parecería banal en este momento. Sólo quiero relajarme y hacer ficción con mi vida, realmente, con lo feliz que quisiera ser teniendo como base lo infeliz que soy.

Contradictorio en grado máximo, siempre todo es relativo y depende de la situación para que pueda dar un veredicto, un juicio de valor, incongruente con lo que acarrea el resto del mundo, algo absurdo, esa es la palabra. La realidad en la que vivo es totalmente subjetiva, me baso bajo mis propias normas, lo poco realista es que carezco de normas que me rijan y siempre improviso cada paso que doy sin tener en cuenta el mañana o el ayer. "El ayer no me importa, y el mañana me quita el sueño", una de las anteriores cosas es verdad y la otra es mentira; tal vez las dos son verdad o las dos son mentira. Tiendo a crear situaciones que ponen mi cordura en tela de juicio y me reivindico diciendo que no me importa nada lo que pueda pasar, lo cual también es mentira porque soy muy detallista y vivo analizándolo todo constantemente.

De leer y releer lo que he escrito tratando de encontrar falencias no puedo encontrar ninguna, tengo certeza de que es lo que estoy pensando. Mi idea era escribir continuamente lo que pasa por mi cabeza fruto de una psicosis que envenena mi alma y lo estoy consiguiendo, cada vez logro ser menos congruente con lo que estoy pensando, con lo que estoy narrando, con lo que creo estar sintiendo.

Creería que a las personas que no padecen de esta condición les perturbarían mis pensamientos y los considerarían una aberración, pero dentro de mí, estoy bailando de emoción porque por fin logro darle un sentido a mi dolor, lo único que tengo certeza de que puedo sentir, que puedo palpar, que me lastima cada día.

Dormí unas pocas horas antes de retomar mi ejercicio de escritura, a veces siento que es mejor escribir cuando al corazón le apetece y no tanto al cuerpo, el cuerpo es banal siendo que en este caso tomaré al corazón como la esencia de vida que tengo, aquella pequeña llama que por más fuerte que soplen los vientos de la incertidumbre no se apaga.

Puedo mentirme a mí mismo sin problemas porque soy capaz de olvidar de manera selectiva, es curioso porque hay cierta parte de mi vida que no recuerdo y hasta donde sé, esos recuerdos olvidados me han afligido desde que permanecen así.

Hoy sólo quiero agarrar mis cosas, todo lo que tengo, todos mis sacos por si hace frío y mis calcetines también, todos mis pantalones y zapatos que no son muchos, un par de franelas blancas y ropa interior, un lapicero y una libreta; emigrar con el viento, ser un nómada y descubrir el mundo que hay afuera y compararlo con mundo que tengo adentro para saber en cuál quiero vivir.

Estoy cansado de fingir emociones que no siento, de ser alguien que no soy, de afligirme para no ser feliz; me escudo diciendo siempre que lo único que conozco es estar triste pero no es así, conozco la naturaleza humana y si soy capaz de expresarme debo ser capaz de sentir, no sólo dolor. Lo curioso, fantástico, increíble es el hecho de que todo eso ha sido bajo búsqueda e influencia de un amigo muy cercano del dolor, el placer; hay muchas cosas que no haría, pero hay mucho que en su nombre si hice.

El placer de aquella taza de café y ese cigarro al despertar, mientras siento el frío matutino que hace que tenga escalofríos; el placer de aquel trago amargo de ron e incluso el despertar al otro día sin saber nada de la noche anterior; el placer de sentirse libre en el amor y la miseria de ser presa del dolor, en un incesante cambio de momentos que destruirían incluso al alma más fuerte, y aquí estoy yo, haciéndome el valiente con el corazón hecho pedazos.

El Histrión - Primer ActoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora