Capítulo II: El viaje

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Una mañana, una tarde o una noche decidí que era momento de salir de aquella rutina que me mantenía preso del dolor, quise simplemente salir a caminar, hacerlo durante horas, en línea recta, siguiendo mi instinto; no llevaba mucho dinero ni una mochila con muchas cosas, pero tenía lo necesario.

Por el momento sólo camine, sin un rumbo fijo, sólo sabía que quería y que no quería, quería conocerme a mí mismo y conocer el mundo, no quería volver, ese habría sido sin duda mi fracaso más grande por lo que no lo hice.

Al principio todo fue fácil, se tornó más difícil conforme se me acababa el dinero y la energía, al ser asocial prefería vagar por las noches y dormir en el lugar más seguro en que creía me encontraba. Pasé hambre, tuve sed, me sentí cansado y enfermo, pero fui libre, por primera vez en mi vida me conecté con aquellas cosas que no consideraba banales, me estaba volviendo cada vez más humano.

Cuando empecé a alejarme de todo lo que conocía y me adentraba en lo desconocido sólo podía pensar una cosa, no quería volver, por más difícil que fuese todo tendría que ser capaz de salir adelante con lo que tenía, con todo lo que había aprendido.

La primera persona a la que me animé a dirigir la palabra fue cortes conmigo, por lo que fui cortes con él.

- Disculpe, soy un peregrino, no sé dónde estoy, vago buscando un camino que me ayude a encontrarme conmigo mismo. – le dije

Amablemente el sujeto me sonrío y me pidió que tomara asiento, trabajaba en un pequeño puesto de embutidos a las afueras de la ciudad. Me ofrecieron agua y un poco de comida, por lo que agradecí y les di mi bendición, tenía que continuar mi camino.

Por supuesto tenía en mente que no siempre iba a ser así, por más que quiera no podía simplemente llegar a un lugar donde nadie me conocía y esperar a que me atendieran como uno más de ellos, tuve suerte en esa ocasión, pero tenía que plantearme mejor mis siguientes jugadas si realmente quería conocer el mundo de esa manera.

Tenía un porte de galán, baja estatura eso sí, pero compensaba con mis gestos, mi voz era toda una maravilla pues no encajaba en nada con mi aspecto, un muchacho caucásico de constitución delgada que vagaba con un morral completamente negro, un rosario de plata y un reloj con un diamante incrustado; era obvio que dependiendo a quien le hablara y la manera en la que lo hacía que podía hacer de una simple charla un beneficio.

Soy filántropo porque amo al ser humano en sus aspectos más mortales y porque lo amo busco entenderlo, a ver si entendiéndolo puedo llegar a entenderme a mí mismo, es por eso que analizo tanto a los individuos y la misma razón por la que quiero conocer a tantas personas como sea posible; la interculturalidad y su contexto da mucho para que pueda descifrar la naturaleza del ser.

La única razón por la que quería tomar algún transporte era porque sería imposible continuar si no, me refiero, al día en que quiera emigrar de continente, tendría que ir en un barco, siempre lo más modesto, lo más humilde, aquellas cosas que podía obtener como un favor o a cambio por mi trabajo, el desenlace de todo eso fue fascinante, pero por ahora me abstendré de hablar sobre el tema.

El Histrión - Primer ActoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora