Capitulo 3

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Alice

Cuando los chicos se reunían para su partida de póquer los miércoles por la noche sus mujeres buscaban raquetas y pelotas y se reunían en casa de una de ellas para jugar al tenis, Alice siempre estaba invitada. Esa noche se reunían en casa de Gabriela y Axel, Axel Enrique era el hermano mayor de Alice y el líder de sus cuatro hermanos, había sido el primero en casarse, en comprar una casa y en tener niños. Desde el momento en que su sobrina Sara había llegado al mundo, Alice había comprobado que ser tía era lo mejor del mundo, aunque estaba un poco cansada de ser una tía soltera. Llegó pronto a casa de Gabriela para poder ver a Sara que tenía ahora ocho años y a Ramiro de seis años, antes de que los acostaran. Después de dar a cada niño el juego que les había comprado en la ciudad, siguió su cuñada a la cocina a ayudar a preparar las bebidas y comida para la partida.

—Gracias por los juegos, la verdad es que van a echarte de menos cuando te vayas a Nueva York.

—Yo también a ellos.

Alice vació unas patatas en un cuenco y abrió el frigorífico para sacar la salsa casera de Gabriela.

—¡No lo sé! Llevarás una vida tan excitante que no creo que eches de menos nada de aquí.

—Claro que sí. Adoro este pueblo, a mi familia y mis amigos.

—Yo también, pero daría lo que fuera por estar en tu piel.

—¿De verdad? —Alice miró a su cuñada. Con sus antepasados hispanos y su orientación vital hacia la familia y los niños, parecía haber cumplido su sueño—. Pensaba que eras una madre vocacional.

—No me interpretes mal, soy muy feliz, pero el reto ha desaparecido. Cuando me casé todo era nuevo, el sexo era nuevo, tener niños era nuevo y comprar esta casa y arreglarla era nuevo, pero ahora todo sigue una cómoda rutina y yo deseo... más mundos que conquistar, supongo.

—Lo entiendo muy bien, ese es el motivo por el que me voy a Nueva York, es mi monte Everest. —Vaciló antes de hacer una sugerencia—. ¿Has pensado en volver a estudiar?

—Ya he conseguido los folletos, estoy pensando en convertirme en consejera matrimonial.

—¿No bromeas? Gabs, eso sería maravilloso. Desde luego, tú debes saber los ingredientes para
conseguir un buen matrimonio...

Gaby la miró de soslayo.

—No me llamaría experta pero entiendo lo que pasa cuando en una pareja uno pierde el interés por el otro.

Alice se quedó con la boca abierta.

—¿Quieres decir...?

—Quiero decir que las cosas se están haciendo verdaderamente aburridas en la cama. He pensado en ir a la ciudad a comprar algunos libros sobre la materia, no me atrevería a hacerlo aquí porque todo el pueblo pensaría que soy una ninfómana.

—Desde luego. ¿Sabes, yo...? —Alice se detuvo antes de ofrecerle un par de libros—… creo que es una buena idea.

—Imaginaba que lo entenderías. Escucha, no estoy diciendo nada en contra de tu hermano, Axel es un tipo estupendo es sólo que a los dos nos sentaría bien seguir algunas indicaciones.

—Seguro, la mayoría de las personas lo hacen. Ya sabes cómo es, te acostumbras a cierta forma de
hacer las cosas y entonces todo se vuelve mecánico.

Alice se sentía como una impostora por dejar que su cuñada imaginara que tenía alguna experiencia. Gabs le dio un abrazo.

—Gracias por escucharme y animarme, incluso aunque seas más joven que yo, siempre te he
considerado más sofisticada por algún motivo. Quizá sea por el título universitario.

Noches sin Fin|| TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora