Capitulo 7

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Arrodillada en la manta del suelo Alice se sentía más salvaje y loca que en muchos años, había desarrollado el gusto por la aventura a fuerza de jugar con sus hermanos y con Jess, y últimamente había echado de menos la adrenalina.

Apoyó los brazos en el asiento y la cabeza en ellos, tenía dos opciones, o mirar a la puerta o al muslo de Jess a su derecha. Con la sensación de aventura que la embargaba, miró a la derecha. La musculosa pierna de Jess se flexionó al apretar el acelerador haciendo que la tela de sus pantalones se apretara de forma tentadora, justo al lado estaba el borde de la cremallera. Se le aceleró el pulso al contemplar las consecuencias de su decisión, por supuesto, si descubrían que no estaban hechos el uno para el otro tendría que interrumpir todo el programa. Jess conectó la radio y una suave música inundó la cabina, Alice había ido cientos de veces con él escuchando música e incluso cantándola a todo volumen para despertar a los vecinos cuando eran adolescentes. Ahora comprendía que se encontraba siempre más viva al lado de Jess.

—Vamos a entrar en una carretera de tierra en un momento. —Advirtió Jess—. Intenta no rebotar demasiado, en cuanto hayamos salido de ella probablemente puedas sentarte otra vez.

—¿A dónde vamos?

—A una pequeña carretera que descubrí hace un par de años, va hasta el borde de una pequeña meseta donde hay una vista maravillosa de las montañas.

Apretó el freno y la tela del pantalón se tensó de nuevo, contemplar a Jess conducir desde aquel punto de vista aventajado era una experiencia bastante erótica, pensó Alice. Jess sujetó el volante con una mano y a Alice por el hombro con la otra mientras miraba hacia atrás. Cuando apartó la mano ella deseó que no lo hubiera hecho, quizá su abrazo no fuera a resultarle tan inquietante como había temido.

—De acuerdo, creo que ya puedes sentarte. Por aquí nunca viene nadie.

—Excepto tú, pareces conocer muy bien el sitio —dijo Alice mientras se incorporaba y se estiraba el vestido.

—He estado aquí unas cuantas veces.

—¿Ligando?

—No empieces a hacerme preguntas de ese tipo Alice, vas a dañar el ambiente.

—O sea que ligando. —Concluyó ella.
Jess suspiró y encendió los faros.

—Bueno, no soy tan tonta y ¿sabes? Sé por qué los chicos buscan carreteras solitarias. —Miró a su alrededor, desde luego, no había ni rastro de la civilización. Al otro lado del valle verde, las montañas se recortaban contra un cielo de color escarlata—. Esto es muy bonito.

—Eso me parece a mí.

—Entonces, ¿a quién has traído aquí?

—¡Alice! Cuando dos personas están juntas, deben concentrarse la una en la otra.

—A menos que quieran explorar el lado de la fantasía.

—¿Puedes olvidarte de las fantasías por un momento? Por lo que yo sé, estar aquí contigo es mi fantasía.

—¿De verdad?

—No, no sé lo que me ha hecho decir eso. Olvídalo.

Pero Alice no podía olvidarlo y recordó un sueño que había tenido hacía cinco años.

—¿Has soñado alguna vez conmigo?

—Por supuesto que he soñado contigo, nos vemos todo el tiempo y yo sueño con la gente que está en mi vida, todo el mundo lo hace.

—No, me refiero a sueños eróticos.

Jess vaciló.

—Sí, una vez.

Noches sin Fin|| TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora