—Yeli ha estado muerta de preocupación por ti desde que se fue Alice. Y yo también un poco, debo admitir. Has estado comportándote como un robot, como si hubieras perdido a tu mejor amigo, que supongo que es lo que ha pasado. —dijo su padre.
Jess sintió ardor en el cuello. Había estado tan absorto en sí mismo últimamente, que no se había dado cuenta de que su estado de ánimo había afectado a sus padres.
—Siento haber estado insoportable.
—Lo has estado. —Admitió su padre.
—No, no lo has sido, Jess. —Yeli dirigió a su marido una mirada de advertencia—. Ha estado un poco sombrío, eso es todo.
—Para mí es lo mismo —dijo su padre.
—Estoy de acuerdo. —Aceptó Jess—. Pero estoy a punto de serlo más. —Inspiró con fuerza—. Sé que los dos estuvieron trabajado mucho para levantar esta hacienda todos estos años.
—Ha sido un trabajo por amor —dijo su madre.
No se lo estaba poniendo fácil. Jess se aclaró la garganta.
—Les agradezco lo que hayan hecho y sé que el objetivo era pasarme la hacienda a mi algún día, pero...
—No lo quieres. —Terminó su padre por él.
Jess miró a su padre a los ojos y su resolución casi se derrumbó al ver la gran decepción en su mirada.
—Podría —dijo con suavidad—… con el tiempo, cuando me haya quitado esta ansiedad por recorrer el mundo. Esta noche, he empezado a comprender lo bonito que es, pero ahora mismo para mí es como un elefante sentado en mi pecho y ahogándome.
—Quieres ir a Nueva York, ¿verdad? —preguntó su madre en voz baja.
—Quizá.
Claro que quería. No se había permitido a sí mismo seguir aquel derrotero en sus planes, pero ahora que su madre había puesto la idea en palabras, supo inmediatamente que empezaría por Nueva York, aunque no sabía cómo se lo tomaría Alice.
—¿Y qué diablos harías en Nueva York?
El tono de su padre traicionaba la profundidad de su decepción.
—No estoy seguro. Probablemente intentaría encontrar un trabajo en alguna pequeña disquera o algo musical. Ya sabes que me encanta la música, papá. Siempre me ha gustado.
—¡Aquí puedes hacer eso! ¡Tienes todo lo que quieres!
—¡Jayson! —Yelitza apoyo una mano en el brazo de su marido—. Esa no es la cuestión, quiere volar por su cuenta como ha hecho Alice. Además, la echa de menos como un loco. No sé si será algo más que amistad, aunque estoy empezando a creer que sí. —Miró a Jess—. No he querido entrometerme, pero he tenido la fuerte sensación de que Alice y tú traspasaron las fronteras de la amistad este verano. Y Alicia también lo cree.
—¿Has estado hablando con la madre de Alice de eso?
Jess sintió un fuerte ardor en la cara.
—Para ser sincera, mucha gente del pueblo tenía sus sospechas. Nos preguntábamos si Alice decidiría quedarse en casa después de todo. Y cuando se fue, lo sentí mucho por ti.
—Lo sabía. —El padre tiró la servilleta en la mesa y apartó la silla—. Esto era todo por una mujer. Si Alice hubiera tenido el buen juicio de quedarse en el pueblo, podrían haberse casado y no estarías comparando la hacienda con un elefante.
—¡No le eches la culpa a Alice! —En su agitación, Jess se levantó—. Siempre he sentido lo mismo. Los dos lo hemos sentido, Alice y yo. Nos pasábamos horas de pequeños hablando de los sitios que veríamos y de las cosas tan excitantes que haríamos en cuanto nos fuéramos de aquí.
—Muchos niños hablan así, pero después se hacen mayores y se dan cuenta de que lo que tienen aquí es mucho mejor que lo que puedan encontrar por ahí fuera.
Jess miró a su padre e intentó ponerse en su piel. Después de casi treinta años de deslomarse por crear una herencia para su hijo, ahora aquel hijo rechazaba su legado. Y Jess odiaba hacerle daño a su padre.
—Puede que sea mejor, papá, pero nunca lo apreciaré si no veo algo del resto del mundo.
—Por supuesto que debes. —Intervino su madre.
—Entonces quizá deberíamos vender el rancho ya —dijo el padre—. No merece la pena matarnos a trabajar si no se lo vamos a pasar a nadie.
—¡Oh, Jayson! ¡Por Dios bendito! —Yeli parecía enfadada—. Olvida tu orgullo herido por un minuto y escucha lo que tu hijo está diciendo. Necesita tiempo para explorar el mundo. Y necesita estar con la mujer a la que...
A Jess se le hizo un nudo en la garganta.
—Mamá, no saques conclusiones tan pre...
—Saco las conclusiones que quiera, muchas gracias. —Lo miró enfadada—. Y Alice siente lo mismo por ti, a menos que este muy equivocada. Y también creo que los dos extrañaran enseguida el pueblo y volverán a criar a sus hijos aquí.
—¿Hijos? —Jess casi se atragantó con su propia saliva—. Lo último que sé es que Alice no tenía ninguna intención de casarse, cuanto menos de tener niños. Creo que esta vez te has pasado un poco.
Su madre sonrió.
—No, yo creo que eres tú el que se ha quedado corto. Vete a Nueva York y haz esas preguntas, mira a ver qué respuestas te da. —Yelitza miró hacia su marido—. Lo único que necesitamos es contratar a alguien una temporada hasta que estos dos vuelvan a casa.
Jayson frunció el ceño.
—¿Y si no vuelven? Entonces todo será para nada.
—Eso es la mayor tontería que te he oído decir, Jayson —dijo mi madre de mal humor— ¿Nada? Esta hacienda ha sido el sueño de tu vida. Esperabas poder pasárselo a tu hijo, pero también lo querías para ti mismo. La has pasado de maravilla viviendo la vida de aquí y no te atrevas a decir que sólo estabas haciendo un sacrificio por tu hijo.
Poco a poco, la expresión del padre fue suavizándose.
—Supongo que tienes razón, Yeli. La verdad es que no me imagino otro sitio para vivir, por eso no puedo entender que alguien en su sano juicio quiera irse a vivir a ese nido de ratas que es Nueva York.
—Cada persona es diferente, pero estos dos volverán, ya lo verás.
—Mamá, no puedo hacer ninguna promesa.
Pero Jess no pudo evitar barajar unas pocas fantasías. Quizá podría tenerlo todo, unos cuantos años de aventuras con Alice, una familia y la seguridad allí en el pueblo con la única mujer a la que quería. Pero a Alice podría no interesarle aquel plan. Después de todo, le había devuelto el colgante.
—No tienes que hacernos ninguna promesa —dijo su madre—. Pero supongo que tendrás que hacerle alguna a Alice.
*******
📌Esto ya está por acabarse amigos, quedan menos de 5 capítulos para el final y espero que todo éste recorrido haya sido de su agrado💜.
ESTÁS LEYENDO
Noches sin Fin|| Terminada
Roman pour AdolescentsAlice se balanceó con suavidad en la mecedora del porche con un block en la rodilla y un vaso de té helado en la mesita a su lado, contempló lo que había escrito y suspiró. El principio de una búsqueda era la parte más difícil, una lástima que a l...