Me los quedé mirando y pasé por encima suyo con cuidado de no pisarles mientras Inés no paraba de reírse.
Nos alejamos un poco, pero seguíamos en el edificio de los chicos.
Todos nos miraban haciéndonos un repasón, osea mirándonos de arriba a abajo continuamente, como si fuésemos extraterrestres de color verde.
-Hey Mer!! Mira allí!- me dijo Inés chillando como una loca.
-¿Allí donde? Y no chilles tanto que no paran de mirarnos..
-Si tía, en esa esquina- me dijo señalando a Pablo.
-Ah ya le veo- dije secamente- ¿Y esto que tiene que ver conmigo? ¿Porque me lo dices a mi? Si es tu primo...
-Haber María, que se te nota un montón. Te gusta mi primo, ¡Que no soy tonta!
-Hay tía, que dices... Son tus paranoias, ¡Estás loca!
-Bueno tu sigue negando lo que quieras, pero yo loca no estoy. Enserio que no pasa nada, es más, estoy súper contenta de que te guste mi primo y no otro tío cualquiera del que no me fio.- respondió Inés seriamente.
-Lo que tu digas.. Pero cambiemos de tema que no me gusta hablar de cosas que no son verdad.
-Vale, vamos a comer que estoy muerta de hambre. Pero que sepas que este tema queda pendiente...
Llegamos al comedor y ya había gente sentada.
Cogimos la bandeja y nos servimos el puré de verduras que tanto odiábamos, yo siempre me preguntaba: ¿Porque siguen haciendo este puré si saben perfectamente que nos nos gusta nada y la gente acaba tirándolo a la basura? Pero bueno, cada uno tiene su opinión y la respeto...
De segundo cogimos un plato de huevo con patatas fritas, ¡mi preferido!
Mientras recorríamos con nuestra mirada el comedor en busca de una mesa libre en la cual comer, veo una mano agitándose continuamente en el aire.
Me fijo bien en el destinatario de esa mano y veo a Pablo sonriéndonos amablemente, invitándonos a comer en su mesa.
Desvío mi mirada y me encuentro con la de Inés.
Me estaba mirando sin dejar de reír de una manera divertidisima y a la vez intimidante.
Me dirijo hacia allí con toda la intención de sentarme con él, con Inés y con todos sus amigos y ahora, para mi mala suerte, voy y resbalo.
El suelo estaba mojado... Ahora si, decir que acababa de quedar fatal se quedaba corto.
Cierro los ojos con toda la esperanza de que nadie haya visto lo que acababa de pasar.
Los abro de nuevo y lo primero que veo es el pelo rubio de un chico con ojos azules y moreno de piel.
Vale, esto no me puede estar pasando a mi, hago el ridículo y encima viene Pablo a ayudarme...
-María!! Estas bien? Te has echo daño? Haber, deja que te ayude..
No me lo creo... Hay por dios que mono que es! Pensaba que se reiria de mi o algo por el estilo.
-Gr-gracias...- dije entrecortadamente
-No pasa nada, tranquila- me respondió mirando a un grupo de chicos.
Sigo su mirada y encuentro a unos chicos mirándome y riéndose.
Genial, que vergüenza estaba pasando, además me estaba sonrojando. Odio cuando me pasa eso.
-Eeh, María?? Estas ahí?- me dijo él sacándome de mis pensamientos.
-Emm, Sisi perdóname.
-Tranquila esos tíos son gilipollas, no les hagas caso. Seguro que están celosos de que yo esté aquí contigo...
-Como?- dije sorprendida, soy yo o de verdad había dicho eso?
-No, nada. No he dicho nada, enserio. Olvídalo.
No, no, no podía. ¿Cómo poder olvidarlo? Estaba confusa. No sabia si de verdad lo había dicho, o como él decía, no había dicho nada.
¿Y ahora que hago? ¿De quien debería fiarme?
Decidí por olvidarme. Prefería no hacerme ilusiones porque luego me emocionaba y acababa sufriendo más.
Salí de mis pensamientos y antes de darme cuenta, Pablo ya había recogido mi bandeja y me estaba tendiendo la mano para que me pusiese de pie.
La cogí y nos dirigimos a la mesa con los demás.
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Mi historia de Amor
RomanceSoy María Fernández, una chica de 14 años, morena, ojos verdes, pelo castaño con mechas californianas por la cintura y mido un metro sesenta y siete. Me considero una persona cariñosa, muy abierta, sensible, con sentido del humor y afectiva. Vivo en...