Capítulo 6

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–Bien, entonces –empezó Risto mientras caminaba por el césped, su traje negro con bordados en tono esmeralda–. Cada Enkeli tiene su habilidad base, un ejemplo de ello es el control sobre el tiempo que tiene Lyanne, o yo con los elementos. Pero aparte de estos, poseemos otros que compartimos con el resto de Enkeli, aunque como todo, entre más viejos somos, más habilidosos nos volvemos. Poseemos un olfato superior, capaz de detectar hasta enfermedades. Ampliación y disminución en el tamaño de las cosas que nos rodean, normalmente de sombras y luces. Nuestro cabello tiene propiedades curativas, por lo que es muy preciado por el resto de seres. Control total sobre nuestros Mundos, ya sea que queramos cambiar el color del cielo o transportarnos al lugar deseado con solo pensarlo –Ulrik sonrió débilmente al recordar su viaje de mes y medio por el mar de Lux, donde por su capricho de acompañar a Lyanne, no le dejó ir y volver en cosa de minutos–. Podemos oír los pensamientos de seres de menor rango a nuestra complacencia, claro, si queremos andar por la vida sin escuchar esos murmullos, solo debemos desearlo. Leemos a una velocidad superior y recapacitamos lo que nuestros ojos ven en las letras más rápido que cualquiera, bastando con pasar la palma de nuestra mano por cada hoja para saber el contenido de esta. No necesitamos comer o respirar, incluso dormir, aunque con el pasar de un mes, en Lux, sin descansar empiezan los fuertes síntomas de la fatiga. Podemos volar, cada Enkeli tiene un par de alas, a excepción de los que cumplieron más de sesenta mil años, a los que se les fue cedido otro par, hasta el momento solo Sarangerel y Lyanne cuentan con esto. Y, por último, somos inmortales, al menos lo éramos hasta que Kate accidentalmente nos maldijo, y ahora se sospecha que tenemos el límite de ciento diez mil años de vida. Por lo demás, una herida mortal solo nos debilitaría hasta el punto de dejarnos inmóviles, pero no nos mataría. Drogas, paralizantes y demás sustancias malignas, sí nos afectan hasta cierto punto, una debilidad diría –resumió Risto orgulloso de su relato.

Habían salido al aire libre, estando aún en el basto jardín del castillo; este palacio construido con un material azul oscuro como el cielo nocturno de Lux, y los detalles y el techo de un gris plata encantador. A causa de que hoy el firmamento era lila claro como en los días de verano, el Enkeli de los Elementos, decidió llevar a cabo la clase afuera.

–Y el calor no nos afecta –comentó Ulrik mirando con los párpados casi cerrados hacia la fuerte luz blanquecina amarilla del Núcleo, que amenazaba con asar a todos, algo que, sin la habilidad de no arder de los Enkeli, sospechaba que lograría.

–No, ni el fuego tampoco. A excepción de Lesya, como ella es un vampiro sus habilidades natas se anteponen a las básicas de Enkeli. Aunque en Krov el Núcleo es casi imperceptible, sabrás lo que digo al tener en cuenta que Skygge está más allá del Mundo de Sangre –llamó a Krov por su apodo. Aunque era cierto, de los cuatro días con luz del Núcleo en Skygge, dicha luminosidad era solo un punto blanco lejano que hacía ver las cosas mínimamente claras.

–Sí, comprendo. ¿Por qué entonces el frío sí nos afecta? –preguntó tratando de resolver la duda que llevaba tanto tiempo con él.

–No tenemos idea, así fuimos creados, aunque según palabras de Lyanne, con su segundo par de alas nació la inmunidad al frío, hasta cierto punto, dice que aún tiene que trabajar en ello –respondió Risto deteniendo su andar. Ulrik sonrió inconscientemente ante la mención de la Creadora del Tiempo, imaginándola diciendo eso a la perfección–. ¿Está feliz por ello? –inquirió Risto alzando una ceja al mirarla.

–No.... Quiero decir, sí... Es una buena noticia el enterarme que al menos en un futuro conseguiré dicha inmunidad que le falta a cada Enkeli –improvisó su respuesta, aunque luego un pensamiento cruzó como un rayo por su mente–. Espere... ¿Eso quiere decir entonces, que, al cumplir yo los sesenta mil años podré volar de nuevo? –mencionó con cierta emoción incapaz de ocultar.

Alas de Oro y CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora