Esquizofrenia

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Se asomó al espejo con paso trémulo. Los pies descalzos y el torso desnudo temblaban ante el frío de la madrugada en el baño de su solitario departamento. Sintió el helado azulejo y el blanco resplandor de la bombilla iluminando el retrete y la cortina de la regadera. Caminó nervioso hasta enfrentar la pantalla de cristal y esta le devolvió poco a poco su propia imagen: los ojos vidriosos, hundidos en profundos surcos por todas noches en vela al oír los siniestros gruñidos y murmullos durante las más oscuras horas de la mañana; el delgado y desaliñado cabello escurría hasta sus hombros, tras varios meses sin acudir al peluquero; los resecos labios partidos, descarapelados y rasgados por sus propios dientes daban clara muestra de su constante estado de profunda ansiedad.

En el reflejo también apareció su temblorosa mano, sosteniendo en alto una filosa navaja; y en su cuello, esa grotesca criatura seguía aferrada a su garganta, enterrando sus dientes sobre su carne y succionando su sangre con un espantoso gorjeo. Un tic nervioso hacía temblar uno de sus párpados. Los medicamentos habían resultado inútiles y dejó de tomarlos, haciendo caso omiso de la prescripción. Entonces, desesperado por la agónica falta de descanso, aproximó la cuchilla hasta su cuello, decidido a liberarse de esa bestia horripilante de una vez y para siempre...

Se desharía de ella de una forma u otra.



Nota: la presente versión de esta historia fue escrita a finales de abril de 2020.



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El llanto del bosque y otras oscuras microficciones ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora