Al pequeño Juan Alberto le aterraba ir a la escuela. Era el niño más bajito de su salón y los demás le arremetían con bromas, insultos y empujones. Chiquito como era, no podía enfrentarse a los otros pues siempre andaban en bola. «¡Miren al chaparrito!», se burlaban, «¡es tan pequeño que un día de estos se irá por el retrete!». Intentó pedir ayuda a los maestros, pero estos apenas y le hacían caso.
—¡Ándate a tu lugar, Juanito! —le regañó un profesor un día—. Más vale que aprendas a defenderte o no saldrás vivo de la secundaria.
Desde ese día, supo que estaba solo. Y sus papás, absorbidos por el trabajo, apenas llegaban a casa, comían y dormían hasta el día siguiente para la nueva jornada.
Lo que más odiaba de la escuela eran los baños donde, además de golpearlo, se contaban historias de un fantasma que asechaba por ahí. Ir a orinar le daba pavor. Un día la urgencia lo traicionó: se encerró en uno de los inodoros individuales y se bajó los pantalones casi temblando. Entonces, oyó que sus compañeros entraron también y gritaron: «¡Eh! ¡Juanito! ¡Aquí está el fantasma! ¡Corre o te llevará por el retrete!»
Juanito brincó aterrado desde el excusado y la puerta se abrió de un golpe, haciendo que los demás salieran corriendo del susto. Pero lo que más espantó al niño no fue eso, sino que no pudo ver su propio reflejo frente al espejo del baño.
Ahora él era el fantasma.
Dedicada a las víctimas de la violencia escolar.
Nota: esta historia fue escrita el 1 de mayo de 2020.
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El llanto del bosque y otras oscuras microficciones ©
Short StoryFantásticos relatos breves e inquietantes pesadillas fugaces: escenas de sangre, fuego, oscuridad y sombras; imágenes de monstruos, asesinos, demonios y seres de otros planetas; miedos profundos escritos en menos de 250 palabras. Un minuto de susto...