Carroña

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La espontánea e inusual entrevista con el retirado y polémico actor Dan West se prolongó a luz de las llamas sobre la avenida neoyorkina. Una horda de paparazis salió de la nada para abordarlo; docenas de micrófonos, cámaras y celulares filmaron la escena. Profesionales y amateurs se atiborraron alrededor de él.

Entre fierros retorcidos por la aparatosa colisión de su auto, el cuerpo maltrecho de West suplicaba por ayuda, con gritos desgarradores y alaridos espantosos, tratando de librarse del cinturón de seguridad atascado y escapar por la ventana.

—¡Dios Santo! ¡Alguien ayúdeme! —bramaba desde dentro del vehículo—. ¡Ayuda! ¡Por favor!

Los inquisitivos periodistas continuaron preguntando sobre su turbio pasado, su matrimonio fallido por una aventura con una joven casi veinte años menor que él y su rehabilitación por las drogas.

Las vibrantes llamas pronto alcanzaron el interior de la cabina y los gritos de West se extraviaron entre órdenes de «¡rápido, graba eso!» y «¡no dejes de filmar!»

La transmisión del incidente fue colgada en internet durante días enteros, recibiendo una lluvia descomunal de reacciones y comentarios, de críticas y satíricas bromas más atroces y degeneradas que el accidente mismo.

Alguien escribió «Ojalá que algo así le pasara al gobernador...» pero de inmediato el comentario fue reportado debido a que quebrantaba las normas de contenido y atentaba contra los buenos principios.



Nota: esta historia fue escrita el 7 de mayo de 2020.



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El llanto del bosque y otras oscuras microficciones ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora