El prisionero

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Escucho los golpes llamando a la puerta... Por fin ha llegado mi hora.

Todos me abandonaron. Mis sirvientes, mis amigos, mis hijos. Estoy solo. He esperado este momento durante tanto tiempo desde aquel fatídico evento que me arruinó la vida. Desde entonces me arrojé a la peor de las suertes.

He observado los días y las noches pasar por las ventanas de cada habitación, escudriñando cada resquicio y cada recodo de este enorme palacio, explorando cada posible sitio donde pudiera ocultarme de mi destino. Pero es inútil.

Sabía que no tendría salvación cuando llegara este momento. Cuando él viniera.

Todo por esa noche, ¡esa maldita noche y esa maldita botella de whisky! Recuerdo avergonzado todos mis despilfarros, mis borracheras. Todo me llevó hasta ese instante.

Logré salirme con la mía la noche cuando, borracho, arroyé a su esposa por accidente con mi viejo convertible. Pagué a las autoridades para que ese hombre, mi antiguo lacayo, fuera preso cuando me golpeó después de hallar muerta a su amada.

Fui tan vil... Así conseguí librarme de él durante meses. Pero mis súbditos se enteraron de todo. Me maldijeron y se volvieron contra mí y me encerraron en mi palacio. Me dejaron solo y se llevaron todo. Ahora él ha escapado de prisión, sé que le ayudaron. Ha regresado por mí.

Le oí irrumpiendo en la propiedad hace unos minutos. Está golpeando la puerta de mi escondite. Pronto hallará cómo entrar.

¡Ha derribado la puerta! ¡Por favor, piedad!...



Nota: esta historia fue escrita y publicada originalmente en mayo de 2019 para el reto #MicroPALACIO en la plataforma SWEEK.



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El llanto del bosque y otras oscuras microficciones ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora