Perseguidor nocturno

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Nick caminó a casa después de correr varias vueltas en el parque. Los faros del alumbrado público empezaron a encenderse para iluminar las aceras. El cielo se oscurecía paulatinamente y, al doblar en un recodo, se adentró en una solitaria callejuela.

Al poco tiempo empezó a escuchar el eco de otros pasos. Se detuvo en seco y oyó un par de pisadas más a varios metros detrás de él. Viró y contempló la calle vacía.

—¿Hola?

Nadie respondió.

Dio media vuelta y siguió andando pero, apenas unos segundos después volvió a percibir las pisadas que le seguían.

—¡Hey! —gritó al girar bruscamente—. ¡Ya te oí, imbécil! ¡No trates de joderme!

Se asomó detrás de un par de vehículos aparcados pero no consiguió a nadie detrás de estos.

Volvió a emprender la marcha y apretó el paso pero, por tercera ocasión, notó el repiqueteo de otros zapatos persiguiéndole a través de la calle. Los oyó tan cerca que sintió un escalofrío...

—¡Escucha, maldito estúpido! ¡Te voy a partir la cara en cuanto te...!

Entonces algo lo empujó por el hombro haciéndole retroceder un par de pasos. Nick no vio nada. Fue como si el viento se estampara de frente contra él con la fuerza de un hombre robusto. Miró hacia todas partes, convertido en un manojo de nervios, pero luego... sintió el calor de una respiración sobre el rostro.

Entonces algo lo tomó por el cuello y lo alzó en el aire, estrujando su garganta con una fuerza descomunal.



Nota: esta historia fue escrita el 7 de mayo de 2020.



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El llanto del bosque y otras oscuras microficciones ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora