Capítulo 7

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—Lavaré tu ropa mientras tomas el baño, así que me la das— Dijo la chica mientras desabrochaba los tacones que tenía y los dejaba al lado de la cama, cosa bastante extraña para un japonés de ver considerando sus tradiciones y creencias al respecto. En la cultura Japonesa no introduces los zapatos dentro de casa, atraen la suciedad de afuera y significa una falta de respeto hacia los dueños del edificio, por lo que era más sencillo y respetuoso el mantener los zapatos en la entrada del hogar, además de que a muchos Japoneses les molesta el sonido de la madera de los zapatos al chocar contra el suelo de madera. Rin arrugo el ceño mientras moría por dentro al ver como esta chica era tan irrespetuosa.

—Los tacones—Murmuró el chico mientras miraba directamente hacia el calzado de la chica, a lo que está alzó una ceja un tanto confundida. Mientras ella simplemente intentaba analizar lo que andaba mal y el porqué Rin estaba tan ansioso, el joven mantenía su vista en los zapatos de la chica. Le habían enseñado a coscorrones que los zapatos se dejan al lado de la entrada, y luego llega esta chica y no lo hace. Siendo honestos, le estaba poniendo nervioso. No podía entender cómo podía haber entrado con zapatos. 

—¡Oh!— Exclamó ella finalmente entendiendo que era lo que estaba llamando tanto la atención. —Blyad'...— Murmuró levemente mientras tomaba sus tacones y se retiraba de la habitacion para dejarlos junto a la entrada principal de su departamento. Era evidente que ella por venir del extranjero no estaba muy familiarizada con las costumbres Japonesas que eran usualmente obvias para cualquiera, por lo que aún tenía mucho que aprender acerca de su estadía a Japón. Ya tenía suficiente con todo el tiempo que paso intentando aprender el Japonés y sus diferentes abecedarios, mas encima, tuvo un tiempo muy difícil cuando tenia que hablar procurando no sonar tan extranjera, y su acento ruso, donde la "R" era lo que más enfatiza en cada una de sus palabras. Finalmente la chica volvió hacia la habitacion.

—Lamento el haber entrado con los zapatos, como sabras soy extranjera, y no me acostumbro todavía a todas las maneras de los Japoneses, lamento si te molestó— Dijo la chica un poco nerviosa mientras tomaba un respiro e intentaba mantener aquella costumbre en su mente. Era simplemente incómodo el hecho de ser una extranjera en un país tan vasto y hermoso como Japón. Era simplemente agotador, considerando el hecho de que tenía que prestarle atención a demasiadas cosas a su alrededor, como sus modales en la mesa, el horario productivo distinto entre ambos países, su vista no muy constante en la gente, su manera de caminar delicada y compacta para no chocarse con nadie, sus pasos pequeños para no pisar a nadie los talones, su constante confusión entre el dinero que poseía, su incapacidad de ver las estrellas en medio de la noche, y su intento para adaptarse en un lugar en donde simplemente no encajaba. Era terriblemente tedioso el tener que mantener una imagen la cual no era ella. Nunca había sido muy fan de las mentiras, de hecho, odiaba las mentiras, pero no podía opinar respecto a las verdades a medias. Era muy simple, ella no mentía respecto a quien era, solo contaba parcialmente la verdad diciendo cosas como "Soy una extranjera" Nunca especifica de donde, claramente, no se refería a venir de un país en específico, si no de una realidad alterna, si podíamos decirle asi, y si le preguntaban por un país en específico decía que venía de un lugar al sur, ya que, de manera técnica, no estaba mintiendo al respecto. Por otro lado, sus costumbres y maneras eran más apegadas a la cultura Rusa, debido a que cuando primeramente llegó a Assiah, desde un mundo distinto lo primero que vio y experimentó fue el frío Ruso y sus espectaculares paisajes.

A la chica le cautivo un paisaje Ruso, específicamente en Altai. Ella emergió de un pequeño cráter en medio de aquellas montañas, y sus ojos instantáneamente quedaron perdidos en una montaña completamente congelada enfrente suyo. Era simplemente impresionante ver como el agua, la tierra y el cielo estaban tan juntas. Era como ver un pequeño lazo entre el mundo el cual ignoraba las increíbles diferencias de aquella manera. Era simplemente encantador. Cada vez que puede, le gusta ir a visitar por un corto periodo de tiempo aquel lugar el cual la vio nacer como la humana que es ahora. No sabía si el ser humana era lo correcto para ella, ni si es que las cosas serían fáciles en algún punto, pero tampoco se iba a dar por vencida. Planeaba hacer que aquel lugar se volviese el paraíso terrenal que siempre había buscado. ¿Donde lo busco? Realmente no es momento de hablar al respecto en este instante, pero claramente se enteraran al respecto más adelante.

Dejando de lado aquellos pensamientos y explicaciones casi innecesarias para este punto, el joven entró al baño y luego, a través de una rendija de la puerta le extendió su ropa a la chica para que la lavara como ella había dicho desde un principio. Era bastante incómodo, pero no podía hacer nada al respecto, después de todo, era su ropa de trabajo y no podía dejarla sucia de aquella manera, después de todo, a la mañana siguiente tendría que ir a trabajar como todos los días de su nueva vida. Siendo exactos, Rin trabajaba todos los días del año sin excepción a menos que estuviese realmente enfermo, incluso trabajaba en su cumpleaños, lo cual era extraño debido a la gran falta de personal en esos momentos del año. 

 —No te apresures, tómate el tiempo que necesites, mientras tanto me tomaré la libertad de ir a tu departamento y tomar un poco de ropa para ti. ¿Quieres que haga algo ahí de paso?— Pregunto la chica mientras tomaba las llaves de Rin, el chico solamente pudo pensar por un par de minutos, preguntando demasiadas cosas, entre ellas, como se suponía que la chica sabía en donde vivía. —Lo olvide, ¿cual es el numero de tu departamento?— Pregunto la chica un poco confundida, a lo que el chico solamente decidió ser paciente e intentar mantener sus cabales en orden. 

—Mi departamento es el H-6— Dijo el chico en respuesta algo desconfiado. No podía decir que se sentía cómodo respecto a un demonio estando seguro de su direccion, ni de cuales eran las intenciones de esta chica con el, pero estaba casi cien por ciento seguro de que lo que quería no era específicamente ayudar, y estaba en lo correcto, no lo ayudaba por nada, todo tenía un precio o una razón de fondo, la cual ella no planeaba decirle por obvias razones. El no estaba tan equivocado, pero tampoco tenía la razón al respecto.

—¡Oh! Mira qué coincidencia, mi departamento está justo debajo del tuyo, estamos en el G-6—Dijo la chica mientras lanzaba las llaves una y otra vez, para atraparlas con su mano derecha. El sonido tintineante de las llaves resonó un par de momentos por el departamento, el cual estaba sumergido en un sofocante silencio infernal, hasta que el sonido de la puerta abriendose y cerrandose invadió el aire. Ahí iba la chica en búsqueda de algo para que Rin se pusiera.  

      


Odio Rin okumura x tu [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora