[Editado en 25/04/2020]
"Hermano, no siempre estaré contigo, tienes que aprender a cuidarte por ti mismo"
Después de esas dolorosas palabras, el azabache abrió sus ojos como platos lleno de temor. ¿Cómo podía mantenerse cuerdo cuando esas imágenes se repetían incesantemente en su cabeza? ¿Cómo podría dejar de recordar algo que solamente le estaba causando dolor? No lo sabía, pero estaba seguro de que solamente necesitaba mantener su papel, y procurar mantenerse vivo. Para la desgracia de uno de nuestros pobres protagonistas, no todos las noches era capaz de dormir. No podía siquiera pensar sin tener presente aquel pensamiento tan auto destructivo en su mente, pero después de todo lo que paso y de que su pasión por matar a Satán se derrumbara como los pilares de una construcción vieja y corroída, ya no sabia que mas podría hacer con su vida. Habían pasado años desde que se graduaron de la academia de la cruz verdadera, de hecho era un exorcista, pero ahora se conformaba con el trabajo en la oficina pequeña que por milagro había podido conseguir. No era una sorpresa que tuviera problemas, después de todo tuvo un evento automático al recién cumplir sus diecisiete años. Las cosas estaban yéndose rápidamente a la mierda, y él lo sabía, pero no había ninguna cosa que pudiera hacer al respecto, o por lo menos, eso era lo que creía. Saben, el después de un momento se convenció de que ya no había nada por lo que pelear, por lo que dejó de intentarlo. Grave error.
El chico miró atentamente hacia su ventana mientras sentía como sus ojos color zafiro se llenaban de lágrimas. Aquel ambiente lluvioso y el olor distintivo de la lluvia ayudaban a que el chico se relajara de manera casi instantánea, pero no podía disfrutar de aquellos pequeños detalles ya que solamente le recordaban las miles de lágrimas que había soltado aquel día--aquellos días. Además, aquellos charcos azulados los días siguientes a la lluvia le recordaban a las llamas que se había negado a usar por el resto de su vida, aquellas llamas que mantiene atrapadas en lo más profundo de su alma para no volver a salir lastimado. ¿Que clase de hermano seria si lo hiciera después de aquella tragedia? No quería ni imaginarlo. De hecho, había tantas cosas que no quería ni imaginarse, pero su mente iba tan rápido que él apenas tenía tiempo de reaccionar y lamentarse por cada una de las palabras o recuerdos que cruzaban su mente. Era como estarse ahogando todo el tiempo en pensamientos. Preguntándose si lo que estaba haciendo estaba bien, si debía de hacer algo más, preguntándose si esa era la persona que realmente quería ser... Para su desgracia, nunca pensó en la respuesta para dichas preguntas.
Se levantó perezosamente de la cama y camino al escritorio posicionado justo enfrente de la ventana. Tomo suavemente la tela de las cortinas para hacerla a un lado y observar más detenidamente las afueras de su apartamento. Las luces de los edificios eran muy evidentes, tanto que incluso le habían hecho un poco difícil adaptar su visión para lograr ver que había mas haya. Pero de cualquier manera, no le sorprendía ni un poco, después de todo, Japón nunca duerme, y aun menos en la zona en la que vivía. Siendo específicos, el se hospedaba en Tokyo, la ciudad más grande e importante de Japón. Dejando de lado su estadía y el reportaje del clima, Rin sin darse cuenta soltó un suspiro pesado. Estaba cansado, no, mejor dicho exhausto. Se encontraba exhausto de no haber dado su cien por ciento anteriormente, cansado de haber dejado todo y a todos atrás. Cansado de tener que correr. Cansado de vivir.
Antes de poder seguir con sus lamentos, un repentino golpe en seco lo saco de sus pensamientos. Dicho golpe provenía de uno de los pisos inferiores a su departamento, seguramente de los locos de la planta G. Para la desgracia de todos los habitantes de ese complejo de apartamentos, era bastante sencillo escuchar lo que los vecinos de las plantas de arriba y de abajo estaban haciendo. Algo que seguramente era una de las razones por las cuales no costaba tanto como debería. De cualquier manera, dejando de lado los defectos de aquel gran y polvoriento departamento, el chico solo pudo decir de manera inconsciente un "¿Estas bien?" a lo que sorprendentemente una suave voz femenina le respondió con un "Si, solo caí de la cama, gracias por interesarte, lamento el haberte despertado..." No había escuchado esa voz antes, incluso cuando el ya había interactuado con toda la gente de el edificio debido a su extraño interés en su "condición" como los demás le llamaban. Esa voz era característica. Era suave, despreocupada pero firme. Era una voz encantadora. Sin más que hacer, solamente escucho como aquella chica se ponía de pie y volvía a su cama, y Rin, considerando que era una buena idea, hizo lo mismo. Mañana iba a ser un dia pesado, igual que el reto de sus días laborales, por lo que debería descansar lo más pronto posible.
[...]
—Okumura, te quiero en mi oficina ¡Ahora!— Gritó su jefe por medio de las bocinas. Su voz ronca y vieja resonó por cada pasillo de la empresa como un trueno resonando por cualquier campo. Su voz era irritante, pero al mismo tiempo demostraba autoridad, todo lo que Rin odiaba. El mencionado se levantó de su asiento lleno de resignación y cansancio. No podía creer que siempre recurrirse a él para solucionar cualquier problema pequeño en la industria. Era simplemente molesto. Comenzó a caminar mientras arrastraba los pies. "Aquí vamos de nuevo" Pensó vagamente.
Al llegar a la oficina de aquel hombre, el más joven de los Okumura sonrió lo más convincente que pudo de manera amable y dijo "¿En qué puedo servirle?" Cada una de las acciones que le estaban obligando a hacer estaba comenzando a tomar toda la energia que tenia para ese dia. Era simplemente agotador el tener que hablar con alguien mas que no fuese Kuro.
—Llegó una nueva empleada a la empresa, de hecho es mi nueva secretaria, y por tu gran desempeño estos últimos dos años— Comenzó a hablar el hombre. ¿Desempeño? Deben de estar jugando con el. ¡¿Desempeño ejemplar?! ¡No puede ser! El solo estaba actuando como un robot, obedeciendo al pie de la letra, dejando de lado lo que sentía y su moralidad por cumplir una estúpida tarea para que ese hombre gordo se llenase aun mas de dinero. Había dejado aquel estúpido pensamiento de recomendar ideas para otros locos que se arriesgan a perder su trabajo. Se había ganado a todas sus "amistades" con una simple sonrisa y mentiras, lo único que tenía que hacer era decirles a todos lo que querían escuchar, fuese verdad o no. Los únicos que se daban cuenta de que tan jodido estaba eran sus vecinos. Todos sabemos que la vida no es fácil, pero su vida se había vuelto una carga demasiado grande. Cada vez que tenía un mal día, todos aquellos problemas que tiene y alguna vez tuvo vuelven a su ser, invadiéndolo, haciéndolo desear el nunca haber nacido. Lo único que podía hacer al respecto era llorar. "Un hombre no llora" Siempre dicen eso, pero no es verdad. Por el momento, Rin era como un volcán, constantemente. Era una bomba de tiempo la cual no tardaría en estallar. —Necesito que le digas que hacer y que la ayudes a adaptarse a la oficina.— Término aquel hombre robusto a lo que Rin asintió energéticamente mientras demostraba su "felicidad"
CHICAS SI SON NUEVAS EN LA HISTORIA MANTÉNGANSE AQUÍ HASTA QUE ACTUALICE EL SIGUIENTE CAPÍTULO DEBIDO A QUE CORTE UNA PARTE DE LA HISTORIA YA QUE IBA DEMASIADO RÁPIDO. GRACIAS POR LEER.
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Odio Rin okumura x tu [Editando]
Fanfic-No por hablarte significa que me agrades- Soltó en una especie de gruñido sin siquiera voltear. ¿Dime que tengo qué hacer? ¿Qué hará que dejes de odiarme? ¿Qué podría ayudarte a confiar en mí? Esta es la historia de un amor poco común, el cual em...