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"El infierno son los otros"

Sartre—

El sol se alzaba en un cálido y rojizo color que abarcaba el cielo y cubría la mañana. Sus rayos de luz se esparcía por doquier. La ventana frente a mi estaba descubierta, por lo que el sol me dio directamente en la cara. Incomodando.

Las aves cantaban su típica melodía mañanera anunciando su despertar. Pero siendo realista, nada de eso me importaba. Al parecer también el día de hoy seguiré siendo pesimista.

Me puse de pie, extendí mis brazos y me sacudi. Siempre he creído que al hacer eso por las mañanas te despierta por completo. No era tan temprano como creía. El reloj de mesa a lado de la cama me avisaba que faltaban 10 para las 8. Camine en dirección al baño y en el transcurso mi cuerpo recibió la fría temperatura de la habitación. Quizá esta fallando la calefacción o yo estoy demasiado fría.

Los vellos se me pusieron de punta y frote mis manos a los costados de mis brazos buscando calor. Pero era imposible cuando traía puesto un delgado camisón azul.

Encendí el interruptor de la luz. Me molestaba un poco que el baño fuera todo blanco, desde objetos hasta paredes. Utilizaba siempre los colores oscuros como el azul, negro y verde en mi vida cotidiana. Y ver tonos tan limpios como el blanco me era tedioso.

Me di cuenta que no hay nada más fastidioso que ver tu cara por las mañanas, toda hinchada y recién despertada. Abrí la llave del grifo dejando caer agua fresca, me comencé a lavar la cara.

—Cassandra—saludó una voz en medio de la habitación. Me sobresalte y cerré rápido la llave.

—¿Qué...—talle mis ojos con el fin de quitar esas gotas de agua que me nublaban la vista, miró el reflejo de alguien en el gran espejo frente a mí. Me giré de inmediato. Pero grande mi sorpresa, no mire a nadie.

Salí a inspeccionar la habitación buscando la presencia de alguien terrenal, pero se encontraba en completo silencio, tan vacía que me sentí diminuta entre paredes grandes.

Un extraño sonido me sobresalto, pero solo era la cortina moviéndose fuertemente con el viento.

Ese familiar cosquilleo recorrió mi columna. ¿Será que el fantasma de mi madre nuevamente vino a verme? Tan solo lo he visto 2 veces, una mancha blanca de cabello rubio pasando de una esquina a otra en mi habitación en Atlanta. No me aseguro que sea ella, pero me hace pensar que es ella.

—Que terror—dije al aire.

Toc, toc, toc.

—¿Cassandra, ya estas despierta?—mi padre era de esos padres que piensan que si no te levantas temprano no puedes ser productivo en tu vida. Nuevamente miro el reloj de mesa 8:45 indicaba el reloj. ¿Acaso fallo el reloj? ¿O por qué pasó tan rápido el tiempo?

—¿Cassandra?—Volvió a preguntar tocando más fuerte contra la puerta blanca de madera.

—¡Estoy despierta!

—Te necesito en el comedor. ¡Ahora!

Me pregunto que tipo de problema le ha surgido como para que me necesite sin previo aviso. No es como si él y yo tuviéramos la hermosa comunicación de padre e hija, pero sabía que si me dirigia la palabra era entonces por que necesitaba de mí.

—¡Dame 5 minutos. Ya voy!

—De acuerdo—El sonido de sus conocidos zapatos negros de cuero golpear el piso me dio a entender que se estaba marchando. Es más tranquilizador el hecho de que se fuera a que me siguiera insistiendo como padre desesperado.

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