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"No conocemos ni la mitad de los misterios del mundo, deambulamos en medio de la oscuridad"

—Shadows—

Unos toques sonar en la puerta llamó la atención de ambos. Pronto su figura se hizo presente en la espaciosa habitación. Se trataba de Daniel, quien traía consigo un ramo de tulipanes rojos. Hace tiempo que no lo veía y ya se me hacía extraño. Corto unos mechones a su cabello rebelde ya que antes lo tenía de forma irregular hasta su oreja, donde ahora tenía un pendiente dándole un toque más radiante que combinaban con sus ojos verdes, su sonrisa ladeada mostraba confusión, tratando de descifrar que quizás se estaba entrometiendo en un momento bochornoso. Su barba estaba más recortada de lo habitual. Portaba ropa deportiva que se le ajustaba perfectamente en las partes perfectas destacando su contextura atlética.

Verlo así de bien me tranquilizo.

—Los dejaré solos un momento— el Doctor le habló a Daniel en confidencialidad en cuanto lo tuvo a un lado de él. Se comenzó a alejar y no pudimos despegar la mirada de él mientras salía por la puerta cerrándola despacio. Y en cuanto hizo un clic como sonido, Daniel y yo nos enfrentamos con la mirada.

—Es guapo.

—Quizás un poco.

Lanzamos un chillido de fangirl, ni tan fuerte ni tan bajo, solo un sonido agudo.

—Eres malditamente afortunada.

—¿Lo crees? Mírame, un guapo internista me atiende mientras estoy conectada a un sedante— le señale lo que conducía a mi intravenosa.

—Es lo de menos—sonrío tontamente. Su rostro iluminado se torno serio segundos después. Cuando perdía la diversión su rostro y desvanecía esa sonrisa, sabía que no vendría un tema o alguna pregunta que resultara buena viniendo de él.

—Cassandra—me llamó.

—¿Sí?—respondí dudosa.

—Me alegra verte de nuevo, cariño.

Colocó su mano sobre la mía y la apretó ligeramente. Agradecia estos gestos por parte de él, me hacían sentir más segura y menos sola en este lugar. Le devolví el gesto con una pequeña sonrisa.

—Sin embargo—aquí comienza mi inquietud—, la duda me carcome. Escuché la versión de los doctores, pero quiero escuchar la tuya, que salga de tu boca para poder creer. Para poder entender tu estado. ¿Qué fue lo que realmente sucedió Cassandra? No lo entiendo, estabas conmigo. Te perdiste unos segundos y todo esto pasó. Me arrepiento de no haberte seguido. Me arrepiento de haberme comido ese mango con chilito sin ti.

No pude evitar que una sonrisita se me escapara—Descuida. Nada de esto fue tu culpa Daniel. Yo tampoco lo comprendo muy bien. No sé lo que realmente sucedió—respondí sincera—. Escarbo en mi cabeza buscando respuestas pero no las encuentro. Todo es muy bizarro por ahora.

—Dime lo que recuerdes.

—Caí en una cueva. Una muy rocosa, tenía un pasillo que daba a un lugar donde había muchos símbolos extraños.

—¿Qué qué? Okay, okay. Vayamos despacio—Sacudió la cabeza tratando de aceptar la idea de lo que decía era real—¿Recuerdas qué eran?

—No lo recuerdo bien. Lucían en otra lengua—por lo menos eso creo, no recuerdo muy bien. Mis recuerdos son borrosos—, y mire a...un hombre.

—¿Pudiste identificarlo, ver...que era?—por cada pregunta que Daniel hacia mi cabeza dolía un poco, era como si algo me estuviera advirtiendo de que no debía decir palabra alguna sobre lo que vi.

—No—trague con dificultad.

Suspiró—Cassy, ¿no has considerado que se pudo haber tratado de un episodio?

Su insinuación me hizo caer en cuenta que lo que había pasado pudo haberse tratado de un suceso estúpido. Me dolió su desconfianza, me dolió que no me creyera.

—¿Acaso crees que fue parte de mi esquizofrenia?

—No, no. Solo... No trataba de hacerte creer eso. Pero sería una posibilidad, sabes, tener en cuenta eso.

—Estoy segura de lo que mire Daniel.

—Y te creo, pero hay que tomar en cuenta tu enfermedad.

Y tenía razón, no podía pasar por alto mi enfermedad. Esto podría cambiar mi percepción de las cosas, haciéndome dudar si lo que presencié en verdad fue un suceso o un episodio.

Suspiró nuevamente—Iré por un café y por algo de comida para ti, es mucha información por asimilar y no hay mejor solución que algo de comida. Cuando regrese hablamos más sobre esa...cueva. Por cierto te traje tulipanes, son lindos ¿no crees?—asentí fingiendo una sonrisa. No por el hecho de que las flores no fueran lo suficiente lindas, eran hermosas y olían bien. Si no por el hecho de que si él dudaba de mi sinceridad, los demás no me creerían ni una palabra. Finalmente observe como se dirigía lentamente hacia la puerta. Saliendo por ella.

[...]

Me encontraba en un estado consciente y de relajación total, donde mi concentración se enfoca en mi respiración. Y en donde mi cuerpo, sentía que flotaba sobre la camilla.

Escuche un ruido, ligero. Casi desapercibido. Abrí mis ojos,

Era una mancha negra en medio de la habitación. Tan distorsionada. Tan humana. Pero sin rostro. ¿Qué es? ¿Quién es?

Mis músculos se comenzaron a mover de una manera extraña, el sonido de mi presión bajando resonó en el lugar.

—Cassandra.

Esa voz...

—Cassandra.

Sentía que me estaba torturando. Aquella voz golpeaba cada esquina de mi mente y un fuerte dolor de cabeza se apoderó de mí, un grito desgarrador salió de mi garganta.

Sentí como mi cuerpo se comenzó a sacudir. Comencé a sudar y mis venas se tornaban de un color negro casi inexistente pero que con el pasar se tornaban más oscuras.

Ni siquiera note cuando entraron las enfermeras, solo sentí como introducían algo a mi piel, y se sentía que quemaba, todo dentro de mí ardía como si tuviera fuego quemándome por dentro, tiré con furia de aquello que me introdujeron porque algo me reclamaba hacerlo. Unas manos fuertes me sujetaron a cada lado de la camilla, comencé a ver borroso y perder la noción del tiempo, escuchar todo como un eco, comenzar a hiperventilar de manera grotesca.

¡No puedo respirar! ¡Voy a morir! ¡Voy a morir!

—Estarás bien Cassandra ya estamos aquí—la voz del Doctor se escuchaba muy lejos, pero ya no tenía poder sobre mi cuerpo.

Sentí un poco de miedo el cómo estaba reaccionando mi cuerpo, sabía que no era normal. Era como si yo estuviera dentro de ese cuerpo del cual no podía tener control alguno, solo...observando. Como pasajera.

Ya estoy aquí.

La voz seguía atormentando, haciéndome temblar y sentir mi cabeza a punto de explotar. Con ambas manos quite las del Doctor que me tenían sujetas, tomé las sábanas con fuerza y apreté los dientes tratando de soportar el dolor, mis músculos se tensaron y sentía como aquel movimiento desaparecía.

Las venas dejaron de ser negras y regresaron a su estado común.

Sentí mi corazón latir con fuerza, para después sentir como la oscuridad me envolvía dejándome inconsciente.

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