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"El infierno está vacío, los demonios están aquí"

—William Shakespeare—

Abrí mis párpados con suma dificultad, estaban pesados y la fuerte cantidad de luz me cegaba por completo. Un feroz dolor se apoderó de mí cabeza. El sonido de una máquina a mi lado me hizo despertar.

¿Crees que despierte Dominic ? Ya ha pasado mucho tiempo la voz de mi padre se escuchaba como un eco, distante.

Hay que tener fe, el doctor nos dijo que como máximo... comencé a ver al principio borroso, parpadeo varias veces. Puedo ver un cuarto blanco lleno de iluminación la cual no ayudaba en nada con mi migraña. Estaba en una camilla, una camilla de hospital. ¿Hospital? Mire mi brazo izquierdo que tenía una intravenosa, no comprendí lo que estaba viendo, ¿acaso es otra alucinación?

—¿Papá?—mi voz era cortante por la falta de hidratación, mi garganta estaba seca. Robe la atención de ambos y pronto se pusieron de pie, Dominic salió de la habitación a toda prisa, mi padre corrió hacia mí.

Esperen...Había cambiado mucho. ¿Por qué había cambiado mucho? Su cabello tenía un color cenizo por sus abultadas canas dando a resaltar sus ojos pequeños, sus cejas gruesas también tenían un color más claro, se encontraban juntas formando unas líneas en su frente y al lado de sus ojos, su nariz afilada estaba contraída en preocupación, ya tenía una barba bastante notable. Se veía más delgado.

— ¡Por fin has despertado!— ¿Cómo?, ¿Acaso mencionó "Por fin"?— ¿Cómo te sientes?, ¿Recuerdas quién soy yo?

—A...

—Ajam

—A-gua

—¿Agua? ¿Quieres agua?—preguntó confuso. Claro que necesitaba agua ¡Me estaba muriendo de sed!

Asentí. Me di cuenta que tenía algo en el cuello, un collarín cervical. ¿Pero qué...?

Pronto fue a una mochila que estaba situada en un sillón blanco de terciopelo y sacó una botella de agua. Se acercó a mí y con mucho cuidado la acercó a mí boca, bebí de esta sedienta.

—No tan rápido, te puedes ahogar—me regaño y dejé de beber.

—Gracias. Dónde... ¿Dónde estamos?

—Estamos en la ciudad de Detroit, en un hospital—¿Qué?, ¿cómo llegué aquí? Pareció leer mi expresión por lo que dijo:—Salimos a buscarte. Daniel te encontró inconsciente debajo de mil tablas, la casa del árbol se derrumbó y quedaste atrapada.

—¿Qué?, ¿la casa del árbol? Yo no estuve en la casa del árbol—eso que afirma mi padre no es cierto, pues aunque mi cabeza sea un caos en este momento y este tratando de asimilar todo lo que veo, estoy segura que recuerdo perfectamente lo que viví antes de despertar aquí.

—¿Qué?, estuviste durante horas en la casa del árbol hasta que se derrumbó.

—¡No! Yo estaba en la cueva. Yo estaba frente a...

—¿Cueva? ¿Qué cueva?

—Hay una caverna cerca de la casa del árbol.

—Desapareciste seis horas, te buscamos por todos lados hasta encontrarte inconsciente. Nunca vimos una cueva.

—Pero...

No me dejo continuar porque entró deprisa el Doctor y varias enfermeras. Pidiéndole salir de la habitación , dejándome más confundida.

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