Espinas y diamantes

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Mi mamá me dio un par de mordiscos en la nalga y luego se acostó a mi lado, era su usual manera para despertarme a Ada le hacía cosquillas a los chicos se les ponía encima, a papá le daba esos hasta que se despertada y a mí me mordía las nalga o el cuello, porque le parecía gracioso que brincara, obviamente con el tiempo aprendí a no brincar, porque me despertaba justo cuando me observaba desde el marco de la puerta.

—Serena, es la última vez que te muerdo las nalgas, quién sabe qué haces con ese culo.

—¡Mamá!

Ella rió y me abrazó con mayor fuerza. Me volteé para verle y me di cuenta de que ella tenía el cabello enrulado, me reía a carcajadas y luego se puso en pie, me mostró un hermoso vestido negro y sonreí.

—Facundo insiste en que tus pechos son fabulosos, no quiero saber que le llevó a esa conclusión —reí.

El vestido tenía un escote bonito y una enorme apertura en la pierna, me encantaba, pero no más que los tacones dorados, rápidamente me metí al baño y tomé una ducha, lavé mi cabello y luego lo estiré con el peine y el secador, mamá me esperaba con el maquillaje y me senté para que Mercy aplanchara mi cabello y luego Laini le hiciera las ondas.

—Qué tienes de especial para que te arregle las uñas.

—¿Ser tu amiga? No es suficiente... y por cierto no me dijiste lo de mi hermano.

—Con cuál hermano.

—Zack.

—Uuuf... —dijo mi mamá y todas reímos.

—Sabes todo lo que hay que saber deZack.

—Okay sigamos con tus uñas.

Terminamos de vestirnos obviamente fui la última y cuando salí solo quedaba mi papá, me tocó ir en el auto sola con él así que me dediqué a mirar por la ventana. Hasta que mi papá se detuvo.

—Serena.

—No quiero hablar contigo.

—Lo siento. Sabes que dejé a tu mamá.

—Sí, por lo de la espalda.

—Sí... y cuando llegué había dos pequeñas niñas con ojos gigantes azules a las que no conocía, yo era un extraño Serena, pero sabía que tú no llorabas por tonterías o no temías decirle a los demás quién manda. A Ada le tomaba más tiempo, en el kínder hiciste amigos el primer día y ella se fingió un dolor de cabeza porque no soportaba que hubieran más personas contigo, Serena tu personalidad ya venía hecha, con Ada necesitaba tomarme más tiempo.

—Puedes intentar no justificarte y disculparte conmigo, por no ser mi papá. Sabes me hiciste un favor, Patrick te ha cubierto de la mejor manera; es más de lo que merezco y no quiero llorar, porque Facundo preparó una cena y no quiero estar molesta o arruinar mi maquillaje.

Cuando llegamos Facundo estaba afuera esperando, papá entró al edifico en busca de mi madre y mi novio y yo nos quedamos afuera. Me abrazó en espera de que me calmara y los dos miramos hacia puntos diferentes, estábamos en momentos distintos de la vida; solía saber todo con respecto a la vida de Fack, ahora somos un par de extraños que viven en la misma casa.

—Te ves más hermosa que de costumbre.

—Jummm. Espero esta vez no ser la furcia, sin paga de mi novio.

—Lo lamento.

—No lo hagas, no tengo miedo de irme Facundo. Podemos casarnos y luego me iré, si es lo que quieres, porque ni siquiera yo puedo verme en el espejo.

Las espinas de mi hermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora