Espinas y melcochas

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Viajamos en silencio, porque así lo quería Facundo y por un momento pensé que el enojo apocaría por completo el propósito del viaje en sí, mi novio no me miró ni una sola vez y no dijo nada más.  En cuanto llegamos al hotel faunos pasó por la llacve y le esperé, subimos juntos por el elevador todavía sin que me dirigiera una palabra, yo  entré a la habitación en silencio y Facundo dejó nuestras cosas en la silla. 

Facundo se volteó y le miré, se acercó en silencio antes de cargarme y besarme, nos dirigió hacia la cama y me separé de su beso para preguntar indignada. 

—No me hablas y luego quieres sexo.

—¿Podemos simplemente follar en silencio?

Era extraño pero era la tercera vez en una semana que estaba debajo de un hombre que no velaba por hacerme feliz, darme placer, acariciarme, el sexo no giraba alrededor de mí. Nada en nuestra relación lo hacía, sentía por segundos que el sexo se había vuelto una forma de lastimarme, un arma que mi novio estaba usando contra mí. 

 En cuanto Facundo fue al baño yo fui a cambiarme y metí un par de cosas en mi bolso, pedí el auto y conduje en dirección a la finca, tardé veinte minutos y cuando llegué, estómago se revolvió Laini y Zack, no podía entender qué pasaba con mi hermano y ella pero no era sano, no podía serlo.

—Laini, Zack es el caballero misterioso.

—Estamos saliendo, no te metas.

—Adivina Zack, Laini es mi amiga la vi primero así que puedo opinar cuando y lo que se me dé la gana —Dije la tomé del brazo en dirección a la casa, mi amiga y yo fuimos a curiosear en la cocina, mi mamá estaba con las chicas enseñándoles a cocinar, era su tarea favorita, enseñar a preparar alimentos sanos y deliciosos a niños, Las gemelas tenía el desastre del año, pero parecían haber captado.

—Okay, me doy.

—¡No! Sofía, ¡No!, vuelve a intentar preparar la masa.

—Tía Jane, no me sale, no sé hacer ni un emparedado y en serio el agua sabe fea cuando la sirvo. —es cierto, tiene un don especial, logra que cualquier cosa supiera terrible, pero Facundo y mi madre insistía en que podía aprender. Me acerqué a mi tía Mercy quien en realidad era mi cuñada pero seguía siendo la mamá de mi amigo y la amiga de mi mamá, el que se casara con mi hermano era lo más insignificante

—¿Tía, y Messer?

—Está afuera, —Contestó Mercy. — siendo acosado por Xio.

—Que no la vean sus hermanos porque según el chisme era Zack el afortunado —dije.

—Jane ¿recuerdas cuando solo queríamos enamorarnos? —preguntó Mercy quien miraba por la ventana a Xiomara y su intento de coqueteo.

—¿Recuerdas qué pasó cuando dejamos de querer enamorarnos?—preguntó de vuelta mi madre a su amiga.

—Sí, fue horrible.

—¿Qué fue horrible?—preguntó Patrick.

—Cariño, casarme fue horrible —Mi hermano le di un corto beso sobre los labios y un abrazo fuerte.

—¿Así que la moraleja es no casarse? —preguntó Laini y yo reí.

—No, es no casarse con ancianos o mocoso. Sí, no casarse.

—Qué tal si nosotros tenemos nuestro propio romance.

—¡Facundo! —Las gemelas corrieron hacia su hermano y le llenaron de besos y abrazos, Fack las cargó y ellas les mostraron el montón de fruta que habían picado y lo mal que le iba a Sofi.

Las espinas de mi hermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora